La ONU advierte de que la especulación impedirá
reducir el número de personas que pasan hambre
"Si no tomamos las medidas
oportunas ahora, la hambruna se convertirá en el mayor escándalo de este
siglo". Las palabras pronunciadas por el ministro francés de Agricultura,
Bruno Le Maire, durante la pasada reunión del G-20 en Roma para tratar la
emergencia humanitaria en el Cuerno de África reverberan a lo largo y ancho de
las 60 páginas del informe anual publicado ayer por la Organización de las
Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de
Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) sobre el
Estado de la inseguridad alimentaria en el mundo.
Las agencias de la alimentación
de Naciones Unidas alertaron ayer de que el alza y la volatilidad del precio de
los alimentos seguirá in crescendo en los próximos años, como consecuencia de
una serie de factores que van desde el aumento del precio del petróleo al
cambio climático o al auge de los llamados biocombustibles. Todo esto hará
imposible la consecución de uno de los puntos principales de los llamados
Objetivos del Milenio: la reducción en 2015 a la mitad del número de personas que
pasan hambre en el mundo. En 2010 (últimos datos actualizados), esa cifra se
elevaba a 925 millones.
Un imposible
Ni siquiera con alcanzar ese
objetivo imposible se conforman los directores de las tres agencias, Jacques
Diouf, Kanayo F. Nwanze y Josette Sheeran, que advierten de que aunque
ocurriera un milagro y se lograra, aún habría en la tierra "600 millones
de seres humanos padeciendo hambre todos los días, algo que no puede ser
aceptable de ninguna de las maneras".
La volatilidad se debe a la
presión demográfica y al alza del petróleoLa explicación que da Naciones Unidas
para sustentar su fatídica predicción es sencilla. Por una parte, la gran
mayoría de las previsiones económicas hablan de un aumento constante de los
precios hasta el año 2020. Para ello pone como ejemplo la publicación
Perspectivas agrícolas, de la
Organización para la
Coo-
peración y el Desarrollo
Económico (OCDE) y la FAO,
que "prevé que los precios mundiales del arroz, el trigo, el maíz y las
semillas oleaginosas en el lustro comprendido entre 2015-16 y 2019-20 serán un
40%, un 27%, un 48% y un 36% superiores en términos reales, respectivamente al
lustro que abarca 1998-99 a
2002 -03".
Presión demográfica
Además, el informe advierte
también sobre los factores determinantes para el aumento y la volatilidad de
los precios de los alimentos: la presión demográfica, que provoca un aumento de
la demanda; el alza del precio del petróleo, que multiplica el uso de los
biocombustibles disminuyendo las reservas de grano y además eleva los costes de
producción; la especulación en los mercados; y los efectos inesperados del
clima, que alteran la productividad de las extensiones agrícolas.
El uso de los biocombustibles ha
reducido las reservas de granoEl informe no se limita a denunciar un sistema
económico injusto que repercute en los más pobres, sino que, repasando la
crisis alimentaria entre los años 2006 y 2008 y tomándola como ejemplo, intenta
dar una serie de soluciones que repercutirían a corto, medio y largo plazo en
las zonas del planeta más susceptibles. Es casi una manera de decir que, ya que
no podemos controlar el precio de los alimentos, tengamos presente experiencias
anteriores y apliquemos en cada contexto las medidas necesarias.
Esas medidas pasan por tres
pilares básicos: el desarrollo de un sistema de información efectivo sobre las
reservas de alimentos y la fluctuación de su precio dependiendo de las otras
variables (atmosféricas, combustibles, etc); la inversión en tecnología agraria
para inmunizar a las comunidades más pobres de los efectos del clima; y la
creación de una serie de "redes de seguridad" que estén listas para
utilizarse en el momento en que pueda saltar la alarma.
Sobre el primer asunto, el
planteamiento es que, como hasta ahora los datos sobre las reservas no se basan
más que en estimaciones, esto provoca continuos sobresaltos en el mercado.
"Garantizar una amplia disponibilidad de información fiable sobre las
existencias mundiales permitiría a su vez informar mejor a los participantes en
el mercado y ayudaría a evitar alzas de precios inducidas por el pánico a causa
de la difusión de informaciones erróneas", explica el informe.
Nuevas tecnologías
En cuanto a la aplicación de las
nuevas tecnologías en el sector agrario, Naciones Unidas cree que sería el
método de prevención más fiable ante la oscilación de los precios: "La
introducción de variedades resistentes a enfermedades y factores adversos o la
construcción de sistemas de riego y drenaje están en condiciones de reducir el
riesgo al que se ven expuestos los agricultores".
Los efectos del clima han
alterado la productividad de las tierras agrícolasEl informe pone como ejemplo
"las zonas de Asia donde son frecuentes las inundaciones en las que se
está difundiendo con rapidez el empleo de trigo resistente a la
inmersión". Esas prácticas, añade, "reducirían las pérdidas después
de la cosecha y también permitirían amortiguar el efecto de las crisis de
precios, con lo que podría reducirse la posibilidad de alzas de la demanda
provocadas por el pánico".
Reservas de emergencia
Por último, Naciones Unidas habla
de la necesidad de implantar una serie de reservas de emergencia en los países
más pobres que sirvan de red de seguridad antes de que llegue la ayuda
alimentaria del Programa Mundial de Alimentos y que, inevitablemente deben
incluir alimentos especiales para los niños más pequeños. Esos alimentos suelen
consistir en suplementos con un alto valor calórico. Una vez más, las agencias
alimentarias de la ONU
avisan de que esas reservas alimenticias deben estar "adecuadamente
vinculadas a sistemas eficaces de información" que permitan su control.
Las agencias dedican también en
su estudio un apartado específico a cómo entre los años 2006 y 2008 la
volatilidad de los precios de los países pobres o en vías de desarrollo
dependió de las decisiones comerciales y políticas que tomaron sus gobiernos, y
alerta de que la única manera de atajar el problema es teniendo "una
visión contextual de cada caso".
Por una parte, las naciones
fuertes como Brasil limitaron las exportaciones para proteger su mercado
interior de las perturbaciones internacionales obteniendo óptimos resultados en
cuanto a la lucha contra la malnutrición, pero los países africanos que optaron
por esta medida experimentaron grandes pérdidas en sus ingresos estatales y,
como consecuencia, provocaron grandes pérdidas en sus agricultores de las que
hoy no se han recuperado.
Por otro lado, los países fuertes
que optaron por no frenar las exportaciones, como Tailandia y Vietnam, no
sufrieron efectos negativos, ya que poseen extensiones de terreno suficientes
para abastecerse a ellos mismos y al mercado internacional. Sin embargo,
nuevamente, los países africanos que decidieron no cerrar el mercado agotaron
sus existencias y tuvieron graves dificultades.
Daniel del Pino. Roma
Público
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