lunes, 31 de diciembre de 2012

2013: escenarios posibles

Los escenarios previsibles para el año que comienza son diversos y, por supuesto, dependen del comportamiento de los principales actores político-económicos (los gobiernos de Estados Unidos, Alemania y China) y de las resistencias sociales a la insaciable voracidad del gran capital que, no contento con intentar recuperar los niveles máximos para su tasa de ganancia, quiere además continuar a fondo su ofensiva contra todas las conquistas sociales, culturales y políticas arrancadas al capitalismo en la última posguerra por temor al socialismo en Occidente y el ímpetu de la revolución colonial en el resto del mundo.
 
Debilitados al extremo y anulados o integrados los sindicatos, precarizado el trabajo, reducidos los salarios reales aprovechando la explotación salvaje de los campesinos transformados en obreros en China, Vietnam, Malasia, Myanmar, Tailandia, Indonesia y Filipinas, sometidos a la explotación capitalista depredadora de la agricultura y los bienes comunes (agua, bosques, territorio, ambiente), anuladas las leyes protectoras de los trabajadores, esa guerra contra éstos y ese saqueo de todos los pueblos en todos los continentes aún le parecen poco a quienes dirigen este planeta-Titanic hacia una segura catástrofe.

Para el capital, las ganancias, por grandes que sean, siempre son pocas y los salarios miserables siempre son demasiado altos. El único límite a la explotación –cuya tasa siempre es el resultado concreto de un nivel de luchas sociales en un periodo dado– es la resistencia organizada de los trabajadores y su lucha por objetivos civilizatorios.

Precisamente es lo que falta, porque la gran conflictividad fabril victoriosa que sacude China es desorganizada y por objetivos puntuales, no generales, y mucho menos antisistémicos, y la lucha de los trabajadores europeos –con la excepción de los griegos– es puramente defensiva y se limita a dar expresión a una protesta general, pero no organiza una alternativa. Por eso es probable que 2013, con algunas variantes un poco más favorables, en particular en los llamados países emergentes, reproduzca más o menos el curso de 2012.

En efecto, las inversiones en Estados Unidos no aumentan y las inversiones de las trasnacionales estadunidenses y de otros países en China comienzan a buscar mano de obra más barata en Vietnam o en Tailandia. Las expectativas de consumo de los hogares estadunidenses –principal motor del crecimiento de EU– no se recuperan. Salvo Alemania (y pequeñas economías, como la polaca o la austriaca), la Unión Europea vive un panorama sombrío marcado por una creciente desocupación y el estancamiento productivo y del consumo. Los brutales cambios climáticos, producidos por la negativa de los grandes capitalistas a reducir sus emisiones de gases industriales y a considerar en los costos la preservación del ambiente, provocan costosos desastres en la propia Rusia, Europa occidental y Estados Unidos, o sea, en los países industrializados causantes de la crisis ambiental.

En China, miles de huelgas de uno o dos días organizadas por comités de fábrica ad hoc al margen y por sobre los sindicatos oficiales y el Partido Comunista, logran continuos aumentos de salarios (en promedio, de 10 por ciento) y reivindicaciones inmediatas. El resultado es un encarecimiento de la mano de obra en las regiones costeras y el traslado de muchas empresas de Hong Kong, de Taiwán y de Japón hacia el interior, donde los salarios son 50 por ciento menores, pero donde los obreros vivirán junto a sus pueblos y sus familias y no como ahora, en calidad de emigrantes sin ningún derecho en ciudades hostiles.

De modo que la perspectiva es que la mano de obra china deje de ser barata y comience a autorganizarse, como sucedió en Japón o en Corea del Sur en la primera década de la postguerra. El 18 Congreso del Partido Comunista chino, que eligió a Xi Jinping como secretario general, llegó a un acuerdo entre la tendencia al desarrollo del mercado interno con cierta democratización y la que se orientaba hacia el mercado externo, manteniendo el actual statu quo. Ahora bien, si la inmensa población campesina del interior chino entrase en un proceso de cambio, las consecuencias no serían sólo económicas.

Otro escenario, que depende de lo que pase en los próximos meses en China y en Estados Unidos, es el de la carrera hacia lo desconocido por parte de Obama y el establishment militar-financiero. La derrota en Irak y en Afganistán, y el rearme naval y militar chino, con ayuda rusa, así como el belicismo del grupo nazi-sionista Netanyahu-Liebermann, que prepara la anexión total de los territorios palestinos y la guerra contra Irán, son factores que empujan a la aventura a un sector del establishment estadunidense. Este acaba de hacer compras récord de nuevo material bélico y tiene conciencia de que la actual superioridad militar aplastante de Estados Unidos tiene una base política interna endeble y, además, podría ser desafiada en el futuro por la acción de China y Rusia, que son potencias nucleares con desarrollo científico importante. La sustitución de Hillary Clinton por John Kerry sería, en este sentido, un intento del presidente Barack Obama de tener las manos más libres frente a los halcones más desenfrenados.

Si el primer escenario –el de la continuación del ajuste capitalista, que anula antes que nada la voluntad de los electores– reduce gravemente los márgenes de la democracia, porque requiere leyes privatizadoras, la eliminación de la legislación social y laboral favorable a los trabajadores, la elaboración de leyes represivas y antilaborales, y no abre una salida, el segundo escenario es directamente el de la barbarie. Porque en una guerra forzosamente mundial no habrá distinción entre ejércitos y población civil, ni entre países beligerantes y neutrales y todos, sin excepción, sufriremos los efectos del conflicto más brutal y sanguinario de toda la historia humana.

Guillermo Almeyra
La Jornada

lunes, 10 de diciembre de 2012

Cumbre de Doha sin fuerzas para frenar catástrofe climática

Los delegados de Washington bloquearon las referencias que implicaran compensaciones o responsabilidad sobre pérdidas y daños causados por los impactos del cambio climático.

DOHA, 8 dic (Tierramérica) - La conferencia climática de las Naciones Unidas se alargó un día más, hasta este sábado 8 en la capital de Qatar, y finalizó sin mayores reducciones de la contaminación que recalienta la atmósfera ni compromisos de financiación para el período 2013-2015.

Sin embargo, los países en desarrollo lograron mantener a flote el Protocolo de Kyoto, único tratado internacional obligatorio para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

"Es un acuerdo increíblemente débil", comentó Samantha Smith, representante de la Red de Acción por el Clima, una coalición de más de 700 organizaciones no gubernamentales.

"Los gobiernos vinieron sin mandato para actuar", sostuvo Smith en una conferencia de prensa momentos después de que terminara la 18 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 18) y de que sus 194 estados partes aprobaran un complejo paquete que dieron en llamar Portal Climático de Doha (Doha Climate Gateway).

Este acuerdo establece una segunda fase de compromisos del Protocolo de Kyoto, para que las naciones industriales reduzcan sus emisiones de gases invernadero entre 2013 y 2020, pero sin fijar los volúmenes de esos recortes.

Tampoco se comprometió apoyo financiero para la adaptación de los países más vulnerables al cambio climático, apenas un acuerdo de celebrar más reuniones al respecto en 2013.

También para el año próximo se fijaron conversaciones para crear un "mecanismo" destinado a medir daños y costos para los países afectados por las manifestaciones del cambio climático.

Finalmente, el acuerdo incluye una previsión de dos años de negociaciones para un nuevo acuerdo climático internacional que entraría en vigor en 2020.

"Es imposible lograr que todos se vayan con una sonrisa… También yo estoy decepcionado", dijo el presidente de la COP 18, el qatarí Abdullah bin Hamad Al Attiyah.

En declaraciones a Tierramérica, Al Attiyah se dijo sorprendido porque los países quisieron introducir tantos cambios en las dos semanas de la conferencia, e inclusive hasta las horas finales.

Sin embargo, este es un acuerdo "histórico", subrayó.

Pero la conferencia de Doha no logró nada para abatir un curso de contaminación que está llevando al planeta a un calentamiento de cuatro grados o incluso superior. Y ofrece poco para financiar a los países más pobres que deben soportar los efectos de la transformación del clima, apuntó Smith.

La activista acusó a Estados Unidos y a Canadá de bloquear avances. Canadá fue uno de los peores, dijo. Mientras se beneficia de la explotación de sus extensas arenas petroleras, fue "muy obstruccionista en financiación", aseveró.

Los países industriales habían comprometido volcar 100.000 millones de dólares por año al Fondo Verde para el Clima a partir de 2020. Con el fin de llenar el vacío hasta entonces, las naciones en desarrollo pidieron 60.000 millones de dólares para 2015.

Alemania, Gran Bretaña y un puñado de gobiernos más prometieron aportar 6.000 millones, pero de forma voluntaria. En Doha se acordó seguir discutiendo la financiación el año próximo.

El debate sobre pérdidas y daños fue de los más intensos de las sesiones celebradas a puertas cerradas. Estados Unidos se enfrentó a estados isleños como Filipinas, que soporta severos daños por inclemencias meteorológicas y la elevación del nivel del mar.

Los delegados de Washington bloquearon todas las referencias que implicaran compensaciones o responsabilidad, admitiendo abiertamente que temían represalias políticas domésticas, dijo una fuente que no quiso dar su nombre.

"Las pérdidas y daños son un asunto enorme para América Central. Somos muy vulnerables a los impactos del cambio climático", dijo Mónica López Baltodano, del Centro Humboldt de Nicaragua y observadora de la sociedad civil en las conversaciones.

"Honduras y Nicaragua figuran en primer y tercer lugar entre los países más vulnerables del mundo, según el Índice Mundial de Riesgo Climático", dijo López Baltodano a Tierramérica.

El índice que elabora la entidad alemana Germanwatch, divulgado en Doha, sostiene que esos dos países centroamericanos fueron los más afectados en pérdida de vidas y daños en las últimas dos décadas. En 2011, Tailandia, Camboya, Pakistán y El Salvador resultaron los peor golpeados por eventos meteorológicos extremos.

En la COP 16, celebrada en la ciudad mexicana de Cancún en 2010, se acordó buscar mecanismos para evaluar y reducir los daños y pérdidas que causan las manifestaciones del calentamiento, desde los desastres meteorológicos a fenómenos de desarrollo lento, como la elevación del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad y la desertificación.

El mundo en desarrollo quería una nueva institución y un marco de acción para los daños y pérdidas, pero Estados Unidos se negó a crear una entidad. El pacto entonces es establecer "un nuevo mecanismo" en 2013.

La segunda fase del Protocolo de Kyoto se extenderá entre 2013 y 2020, un avance muy importante para los países en desarrollo, pues sus metas de reducción de emisiones y sus métodos de emisión y de verificación tienen fuerza legal.

Sin embargo, solamente la Unión Europea, Australia y algunos pocos países más se encuentran comprendidos por las obligaciones de Kyoto, y representan en total apenas 12 por ciento de las emisiones mundiales de gases invernadero.

Estados Unidos no forma parte de este tratado. Canadá y Japón optaron por retirarse de la segunda fase, y las grandes potencias emergentes –China, India, Brasil, etcétera– tampoco hacen parte de él, por ser países en desarrollo.

Además, ninguno de los estados abarcados por la segunda fase del Protocolo de Kyoto se comprometió a nuevas reducciones de sus emisiones. Solo aceptaron una revisión obligatoria de sus compromisos de recorte en 2014.

Las naciones ricas no obligadas por el protocolo prometieron realizar disminuciones comparables, pero sin ningún anuncio concreto en Doha.

"El proceso de la COP es decepcionante", dijo López Baltodano, que ha asistido a las tres últimas conferencias. "Es evidente que los intereses económicos nacionales dominan las negociaciones".

Y los países están a su vez influidos por el sector corporativo, mientras la sociedad civil tiene poca interacción y capacidad de incidencia, según la activista. "Hay un espacio enorme al que no llegamos".

El resultado concreto de Doha pone al mundo rumbo a un calentamiento de tres, cuatro o inclusive cinco grados respecto de las temperaturas preindustriales, dijo un delegado de la isla de Nauru, en el océano Pacífico, que habló en la sesión plenaria final en nombre de la Alianza de Pequeños Estados Insulares.

"No estamos hablando de cuán confortablemente pueden vivir sus pueblos (del mundo desarrollado), sino de si nuestros pueblos podrán vivir. La vida de nuestra gente es la que está en la cuerda floja", concluyó.

* Publicado por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/2012)

Stephen Leahy, enviado especial 
IPS noticias
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=102044

jueves, 6 de diciembre de 2012

10 diciembre. Aniversario de la Declaración Universal de Derechos del hombre (1948)

El 10 de diciembre de 2012 es el 64 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. El mes y año en que antiguos pueblos de diversas culturas, etnias y territorios anunciaron el fin de un tiempo y el inicio de un nuevo tiempo de paz y prosperidad, inimaginable para la Humanidad integrada en equilibrio y armonía con la naturaleza. 

Vivimos el fin de un tiempo, el del Mal Vivir que azota actualmente a la Humanidad. La crisis sistémica y civilizatoria, que es una crisis financiera, económica, medioambiental, energética, alimentaría, ideológica, de cohesión social y política, es el fin del sistema-mundo del capitalismo financiero internacional, pues no es otra que el cuestionamiento y rebelión de todos los pueblos contra su hegemonía y Poder. Ha estallado una vez que se ha extendido hasta el último rincón de la Tierra por la lógica intrínseca del propio sistema. La dialéctica de sus procesos internos ha provocado la necesidad de una profunda redistribución del Poder entre las élites gobernantes y la guerra abierta entre todas ellas, que no está sino en sus comienzos. El gran reto que tiene la Humanidad es parar la salida a través de la guerra como hasta ahora ha sido siempre en el capitalismo, y como lo es ya en esta guerra civil global no declarada que sufrimos por la explotación de los recursos naturales y de las personas en todo el mundo. Esta guerra es ya la mayor catástrofe ecológica, el mayor desastre humanitario y el mayor retroceso civilizatorio que borra por completo los Derechos Humanos que hoy conmemoramos.

Como decía Vandana Shiva(1) hacer la paz con la Tierra siempre ha sido un imperativo ético y ecológico, que se ha convertido ahora en un imperativo para la supervivencia de nuestra especie. La dictadura del capital financiero internacional (1.175 personas que controlan las 147 sociedades de capital riesgo que dominan a las 43.070 transnacionales que controlan todos los mercados del mundo) y la mercantilización de toda la Vida, que supone elevar el Mercado a la posición de principio superior organizativo de la sociedad y única forma de cuantificar nuestro bienestar, ha llevado al debilitamiento de los procesos que mantienen y sostienen la Vida en la naturaleza y a las sociedades humanas. Las necesidades en alimentación y agua de la gente sólo pueden satisfacerse si se protege la capacidad de la naturaleza para producir alimentos y agua. Por ello, defender los derechos de la Madre Tierra es el más importante de los derechos humanos y de las luchas por la justicia social. Es el más amplio movimiento pacifista de nuestra época.

El nuevo tiempo nace en una situación inimaginable, con mucha debilidad y mediocridad en toda la humanidad. Pero hay una buena señal para recobrar el equilibrio y la armonía: la conciencia y movilización social mundial. El tiempo del cambio ha llegado en un periodo de inseguridad e inquietud. Abriéndonos hacia los demás y desarrollando un verdadero espíritu intercultural, a pesar del presagio de perdida para la humanidad que la amenaza, la satisfacción vendrá con el Gobierno Democrático Mundial que ha de apoyarse sobre el Poder soberano de la ciudadanía mundial y el reconocimiento de los derechos jurídicos de la Madre Tierra, ideas que tendrán el poder de llegar hasta el último rincón y acabaran con las guerras, hambrunas, migraciones inseguras, desintegración social y amenazas medioambientales. La voluntad de superarse y elevarse de la propia Humanidad tendrá éxito y traerá la esperanza y la dignidad a la humanidad devolviéndole la soberanía y la libertad. 

Hoy la ciudadanía para poder disfrutar de nuestros derechos, tenemos que recurrir al supremo recurso de la rebelión, como establece el tercer considerando del preámbulo de la propia Declaración de los derechos Humanos, pues hay una situación extrema de tiranía y opresión que exige esta respuesta. El mismo espíritu rebelde que llevó a los colonos americanos a la Declaración de independencia y al concepto jurídico de ciudadanía.

Y como dice el quinto considerando de la Declaración, los pueblos del mundo nos reafirmamos en la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor del ser humano y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y nos declaramos resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad y democracia participativa. Y nos comprometemos a trabajar para lograr el respeto universal y efectivo de todos los derechos humanos. Y reafirmamos el Art. 28 a establecer un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos: El Buen Vivir.

El objeto de ATTAC es la reapropiación, por parte de la ciudadanía, del poder de decisión que la esfera financiera ejerce sobre todos los aspectos de la vida política, económica, social, cultural, e informativa en todo el mundo. Y esto tan sólo se puede conseguir extendiendo la verdadera Democracia a todo el mundo y a todos los niveles. Nos permite imaginar y crear democracias vivientes basadas en el valor intrínseco de todas las especias, de todos los pueblos, de todas las culturas, y un reparto justo y equitativo de los recursos vitales de esta Tierra, un reparto de las decisiones sobre el uso de los recursos de la Tierra. La Democracia Mundial del S. XXI protegerá los procesos ecológicos que mantienen la vida y los derechos humanos fundamentales que son la base del derecho a la vida, incluyendo el derecho al agua, la alimentación, la salud, la educación, el trabajo y el sustento. Hay que escoger ¿Obedeceremos las leyes de mercado, de la codicia corporativa, o las leyes de la Madre Tierra para mantener los ecosistemas terrestres y la diversidad de los seres vivos?

La anunciada batalla de Armagedón es la batalla a la que todos y todas estamos convocados, la batalla para construir un mundo, una Humanidad y un Gobierno Mundial Democrático, legítimo y transparente. La batalla para parar la guerra contra la Madre Tierra y la Humanidad.
27 de noviembre de 2012
Nota:
(1) Discurso de Vandana Shiva al recibir el Premio Sydney por la Paz 2010. Sydney 03.11.11 http://www.ecoportal.net/content/view/full/101285
Fernando Moreno Bernal
ATTAC Andalucía en Cádiz
Adital

lunes, 3 de diciembre de 2012

La conferencia sobre cambio climático de Doha y el futuro de nuestro planeta

Este año, la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre cambio climático se realiza en Doha, la capital de Qatar, emirato rico en petróleo ubicado en la Península Arábiga. En la conferencia, que comenzó esta semana y es conocida popularmente como “COP 18”, un ejército de burócratas, empresarios y ambientalistas se reúnen con el supuesto propósito de acordar medidas para reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. El objetivo es llegar al nivel que, según los científicos, es necesario para limitar el aumento de la temperatura del planeta a un máximo de dos grados Celsius y evitar así una catástrofe climática a nivel mundial. Si se tienen en cuenta las conferencias anteriores, los intereses particulares de los países que son los principales contaminadores del planeta, donde Estados Unidos ocupa el primer lugar, impedirá el consenso mundial.

“Queremos que nuestros hijos vivan en un país que no esté... amenazado por el poder destructivo del calentamiento global”, proclamó el Presidente Barack Obama en su discurso de victoria el 6 de noviembre de este año, apenas una semana después de que la tormenta Sandy devastara la Ciudad de Nueva York y gran parte de Nueva Jersey, dejando un saldo de 100 muertos. Se trata de una aspiración noble. El problema es que es preciso tomar medidas de inmediato para prevenir la catástrofe que el Presidente Obama quiere evitar. Estados Unidos, que continúa siendo el principal contaminador de la historia mundial, constituye uno de los mayores obstáculos al logro de un programa mundial racional para detener el calentamiento global.

Los últimos datos científicos sugieren que la meta de limitar el aumento de la temperatura mundial a 2 grados Celsius podría estar fuera de nuestro alcance, y es posible que ahora estemos estancados en un aumento de temperatura de 4 a 6 grados. “La única forma de evitar las peores predicciones será efectuar transformaciones radicales en el modo en que funciona actualmente la economía mundial, es decir, mediante la rápida adopción de fuentes de energía renovables, la disminución drástica en el uso de combustibles fósiles o la aplicación a gran escala de la captura y almacenamiento de carbono, la eliminación de las emisiones provenientes de la industria y detener la deforestación”. Estas no son las palabras de un ambientalista loco, sino de asesores empresariales de la consultora PricewaterhouseCoopers, más conocida como PwC, en su informe “Índice de economías de bajo carbono” publicado en noviembre de 2012.

Los asesores de PwC concuerdan en muchos aspectos con un grupo de ambientalistas que envió una carta abierta a la COP 18. Bill McKibben, fundador de 350.org, el activista nigeriano Nnimmo Bassey y Pablo Solón, quien antiguamente representaba a Bolivia en las negociaciones sobre cambio climático, afirman en la carta enviada a los negociadores de la COP 18: “Si queremos tener un 50% de probabilidades de mantener la temperatura del planeta por debajo de los dos grados, es preciso que las dos terceras partes de las reservas de carbón y petróleo permanezcan en el suelo. …No se trata de ‘matemática ambientalista’ ni de una interpretación radical, declararon, sino de datos tomados del informe publicado el mes pasado por la Agencia Internacional de la Energía. Significa que a menos que se tomen medidas drásticas a nivel mundial para cambiar nuestro curso actual, el final de la historia sobre el clima ya está escrito. No queda lugar a dudas. A menos que se tomen medidas considerables, estos combustibles fósiles se quemarán, la temperatura de la tierra aumentará y se generará una reacción en cadena de desastres naturales vinculados con el cambio climático”.

La Organización Meteorológica Mundial (organismo de Naciones Unidas) publicó sus conclusiones preliminares para 2012, entre las que se destacan la ocurrencia de eventos climáticos extremos como sequías, inundaciones y nieve o frío extremos, además de actividades de huracanes por encima del promedio en la costa del Océano Atlántico por tercer año consecutivo. En la apertura de la COP 18 habló el Dr. R.K. Pachauri, presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, integrado por más de 1.800 científicos de todo el mundo, que compartió el Premio Nobel de la Paz en 2007 con Al Gore. En términos puramente científicos, el Dr. Pachauri mencionó las catástrofes que podrían ocurrir a menos que se tomen medidas al respecto. Entre otras cosas, mencionó: “Se prevé que para 2020, entre 75 y 250 millones de personas [en África] estarán expuestas a mayor escasez de agua debido al cambio climático. …Si la temperatura promedio del planeta excede los 3,5 grados Celsius, las proyecciones sugieren que de un 40 a un 70% de especies podrían extinguirse en todo el mundo”.

El Presidente Obama defiende a viva voz la eliminación de subsidios a las empresas de gas y petróleo: “Un siglo de subsidios a las empresas petroleras es suficiente. Es hora de que los contribuyentes dejen de mantener a una industria que nunca ha sido tan lucrativa como ahora. Tenemos que duplicar las industrias de energía renovable que nunca han sido tan prometedoras como ahora. Eso es lo que debemos hacer”. Sin embargo, como señalan Oil Change International, Greenpeace y otros grupos, está “apoyando subsidios astronómicos a las exportaciones de combustibles fósiles mediante el Banco de Exportaciones e Importaciones de Estados Unidos”. En lo que va de 2012 se destinaron al menos 10.200 millones de dólares en concepto de financiamiento público para el desarrollo de proyectos de combustibles fósiles, lo que hacer parecer muy pequeña a la cifra de 2.300 millones de financiamiento que el Departamento de Estado afirma que entregó a los países en desarrollo para que tomen medidas para combatir el cambio climático.

Fuera de las salas y pasillos climatizados de la conferencia de la ONU sobre cambio climático en Doha, en el emirato de Qatar, que paradójicamente es el país con más emisiones de dióxido de carbono per cápita en el mundo, habrá manifestaciones. El recientemente creado Movimiento de Jóvenes Árabes por el Clima, que reúne a cientos de activistas de base de toda la región, entre ellos muchos que participaron en la Primavera árabe, están marchando para exigirle a sus países que lideren la reducción de emisiones.
Los jóvenes que hicieron posible la Primavera árabe derrocaron dictadores, pero ¿podrán derribar a las empresas petroleras? En vista de la creciente expansión de un movimiento mundial decidido a lograrlo, prepárense para un verano caliente, en más de un sentido.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Los países desarrollados cumplen Kioto pero no

Los países ricos cumplirán con el Protocolo de Kioto de acuerdo a los datos que reveló esta semana Naciones Unidas. Pero esto no quiere decir que hayan reducido sus emisiones, sino que el Protocolo tiene suficientes puertas de fuga como para que puedan cumplir con lo escrito, sin cumplir con la meta.
 
La Secretaría de la  Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático ha publicado el pasado 16 de noviembre los datos sobre los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero de los países “desarrollados” (listados en el Anexo 1 de la Convención) para el período 1990 – 2010[1]. La recopilación de estos inventarios es el instrumento clave de Naciones Unidas para medir los avances y ulterior verificación del cumplimiento de las  metas fijadas para estos países en el Protocolo de Kioto.
 
De acuerdo a los datos correspondientes al año 2010, los países del Anexo 1 han reducido un 14% sus emisiones de gases de efecto invernadero respecto de  las que habían tenido en 1990. Si esta tendencia se mantiene, estos países habrán cumplido largamente con los compromisos de Kioto (que establece para estos países una reducción conjunta de 5,2%). Vale la pena resaltar que esto incluye a todos los países que firmaron el Protocolo de Kioto, incluido Estados Unidos aunque finalmente no haya sido ratificado por su Congreso.
 
Parecería que el Protocolo de Kioto ha sido un éxito y los países industrializados se han tomado en serio sus compromisos de reducción de emisiones. Pero este no es el resultado de los esfuerzos de los países, sino que es la consecuencia inevitable de las decisiones tomadas en Kioto en 1997 y en los años subsiguientes por la Convención de Cambio Climático, particularmente los Acuerdos de Marrakech del año 2001. 
 
Es el resultado, entre otras cosas, de la posibilidad de evadir compromisos a través de los mercados de carbono, de la contabilización caprichosa y arbitraria del secuestro de carbono de los bosques y de la debacle económica de los países de la ex Unión Soviética[2]
 
Si tomamos en cuenta solamente a los países industrializados que no son economías en transición y consideramos solamente sus emisiones sin contabilizar el secuestro de carbono por los bosques, el resultado es muy distinto: en este caso se constata un aumento de las emisiones de 4,9%. Es decir, países como Estados Unidos, Australia, Canadá, han aumentado enormemente sus emisiones. Australia, por ejemplo, en un 30%.
 
El problema es que los países con economías en transición redujeron en un 40% sus emisiones como consecuencia de la caída de su economía y además presentan un secuestro de carbono en sus boques de más del 10%. Como consecuencia de ello, estos países muestran en su conjunto una reducción del 52,6% respecto de las emisiones que tuvieron en 1990. Esto hace que la suma conjunta de todos los países del Anexo 1 presente reducciones tan importantes.
 
El Protocolo de Kioto, por otra parte, les permite a estos países vender toda esa gran reducción de emisiones de las ex repúblicas soviéticas a los demás países industrializados y es lo que permitirá finalmente cumplir con los objetivos fijados en Kioto. En consecuencia, esto no demuestra tanto que el mundo está mejorando su performance ambiental, como la habilidad de los negociadores en la Convención para encontrar vías de escape a compromisos verdaderos. Entre los pliegues de la multitud de textos que construyen el andamiaje jurídico de la Convención se esconden todas las trampas necesarias para que todo siga como está.
 
Esta es una reflexión importante de hacer, en este momento en que está a punto de comenzar una nueva “ronda de negociaciones” en Qatar. Se espera que este sea el primer paso de una larga cadena de reuniones que deberá llegar al 2015 con un nuevo acuerdo vinculante para todas las partes.
 
Nuevos pliegues se están construyendo en los nuevos textos para seguir trampeándole al mundo la posibilidad de estabilizar el clima. Entre ellos nuevos mecanismos de mercado, nuevas formas de agregar secuestro de carbono en bosques, nuevas tecnologías para capturar carbono, y un largo etcétera.
 
Y en esto no están solos los países industrializados. También hay muchos intereses en juego (y muchos expertos negociadores) entre los países llamados “en desarrollo”. Estos compiten entre sí a ver quién se puede quedar con la mejor parte de la futura torta del Mecanismo de Desarrollo Limpio, o con los dólares que vendrán de nuevas formas de conservar el carbono de los bosques (REDD+), o con las compensaciones que les correspondan por ver reducida su posibilidad de exportar petróleo o productos agrícolas con alto contenido de carbono.
 
Nadie es inocente en este juego. Cada uno agrega su “pliegue” al entramado loco e incomprensible de los acuerdos en debate que tiene como meta comenzar a implementarse en 2020, una fecha excesivamente tardía para la urgencia climática.
 
Este es el contexto de la COP 18 que comienza el próximo 26 de noviembre en Qatar. Un primer paso en un largo camino que nos llevará, en el mejor de los casos, a un acuerdo tardío, incomprensible e inútil. Como el Protocolo de Kioto.
 
*Gerardo Honty es Analista de CLAES, Centro Latinoamericano de Ecología Social
 


[1] Documento FCCC/SBI/2012/31, disponible en inglés en www.unfccc.int
[2] Véase “Todo por el hot air" en http://www.energiasur.com/cambioclimatico/HontyTodoPorElHotAir-26-11-2010.htm).
 

sábado, 24 de noviembre de 2012

Subsidios multimillonarios alimentan la sobrepesca insostenible

Aumentan las protestas mundiales para que las grandes potencias pesqueras dejen de subsidiar flotas internacionales cuyos métodos atentan contra los recursos marinos y reducen las capturas de los pescadores artesanales.

Los subsidios ascienden a 27.000 millones de dólares al año, de los cuales alrededor de dos tercios proceden de China, Corea del Sur y Taiwán, además de Japón, Estados Unidos y países de Europa, según una investigación de la canadiense Universidad de Columbia Británica. La mayor parte del dinero va para la construcción de barcos cada vez más eficientes para capturar las disminuidas poblaciones de peces del mundo, y más recursos se van en compensar el creciente consumo de combustible para adentrarse en lo profundo del mar. El resultado, según el autor principal del estudio, Rashid Sumaila, es que los contribuyentes financian el agotamiento de reservas marinas y el empobrecimiento de las comunidades costeras en el extranjero.

“Una gran cantidad del pescado consumido en Europa, Estados Unidos y Japón procede de otros países, en general pobres”, porque hace mucho tiempo que los ricos sobreexplotaron sus propios recursos, nos dice en entrevista telefónica. “Cuánto más pescan sus flotas en una zona, más difícil se hace seguir pescando en ella y más subsidios piden”, explicó. “Es de locos”, exclamó.

El relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, dijo que en los países ricos se come tres veces más pescado por habitante que en los pobres, lo que agota los océanos y priva a los pescadores de las naciones en desarrollo de sus ingresos y a las poblaciones costeras de alimento. “Sin una acción rápida” para eliminar las prácticas destructivas, “la pesca no podrá seguir desempeñando el papel fundamental de asegurar el derecho a la alimentación de millones de personas”, alertó De Schutter. Al reclamar el fin de los subsidios dijo que “las generaciones futuras pagarán el precio cuando los océanos estén desprovistos”.

El informe de la ONU “Fisheries and the Right to Food” (Las pesquerías y el derecho a la alimentación), señala que tratados internacionales como la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y la Organización Mundial del Comercio hace tiempo que llamaron a terminar con los subsidios a las flotas que no usan métodos de pesca sostenibles.

Además, el dinero que las flotas industriales pagan a las naciones en desarrollo para pescar en sus aguas suelen terminar en manos de gobiernos corruptos, mientras el impacto lo sufren las comunidades costeras pobres.

La mayoría de los barcos industriales no solo no serían rentables sin subsidios, sino que ofrecen muchos menos empleos, 200 cada 1.000 toneladas de pescado, frente a los 2.400 de la pesca artesanal y con embarcaciones pequeñas, según otro estudio citado en el informe de la ONU.

A escala global, eso se traduce en que 500.000 pescadores industriales capturan 30 millones de toneladas de pescado, desechan al mar 15 millones de toneladas y queman 37 millones de toneladas de combustible.

La pesca artesanal también extrae 30 millones de toneladas de recursos marinos. Pero emplea a 12 millones de personas, no desecha casi nada, usa la séptima parte de combustible que los barcos industriales y recibe un quinto de los subsidios. Además, el alimento que suministran desempeña un papel mucho mayor en la salud de las poblaciones locales que el pescado más caro que se vende en los países más ricos.

Los barcos industriales pescan otros 35 millones de toneladas de otros recursos marinos. El resultado de esto es que desaparecen muchos de los recursos vitales para los peces, además de grandes cantidades de plancton, la base de la cadena alimenticia.

A escala global, 95 por ciento del arroz y 80 por ciento del trigo se consumen en el país en el que fueron cultivados, pero solo 60 por ciento del pescado se come en donde fue capturado. El resto se exporta, según el estudio.

Por el derecho a pescar en aguas jurisdiccionales, las flotas industriales pagan a los gobiernos entre dos por ciento, a Guinea Bissau, y seis por ciento, a las islas del océano Pacífico en cuyas aguas se obtiene la mitad del atún consumido en el mundo. En comparación, las compañías extranjeras que fabrican aceite pagan a los gobiernos entre 30 y 70 por ciento del valor del producto extraído de su territorio.

En algunos países, los pequeños pescadores llegaron al límite. En mayo, 50.000 pescadores artesanales de Senegal, molestos por la reducción de su captura a causa de las flotas europeas dedicadas a la pesca de arrastre, obligaron al nuevo gobierno a cancelar las licencias de las flotas extranjeras otorgadas por su predecesor, con apoyo de organizaciones como Greenpeace. Namibia, por ejemplo, prohibió la presencia de barcos extranjeros en sus aguas pues luego de su independencia, en 1990, desarrolló su propia pesca industrial. Maldivas, en el océano Índico, clausuró la pesca de atún para embarcaciones industriales extranjeras para favorecer a los pequeños barcos cerqueros, que consiguen peces de mejor calidad.

El informe de la ONU llama a los gobiernos con costa a negociar nuevos acuerdos con flotas extranjeras para mantener los barcos lejos del fondo del mar y permitir la recuperación de los recursos de pequeña escala. “Los recursos deben ser alejados de la sobreexplotación para beneficiar a las comunidades locales”, remarcó De Schutter.

Christopher Pala. IPS
Periodismo Humano

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Orden económico y desorden social

El proceso de decadencia social en Europa se ha acelerado en los últimos cuatro años, en medio de la crisis económica. Un continente con historia antigua, que agrupa a un conjunto diverso de pueblos y naciones, de lenguas y tradiciones culturales. La historia europea está marcada por grandes logros humanos, pero también por grandes conflictos que han abarcado territorios delimitados o inmensas extensiones geográficas de escala continental. Sólo en el siglo pasado dos guerras de enormes proporciones agrietaron profundamente la estructura de esa región, con millones de muertos y grandes resentimientos que afectan hasta hoy la vida de muchas generaciones.
 
La Paz de Versalles de 1919 duró apenas 20 años y entre tanto se fraguaban las condiciones de una confrontación con cuyas consecuencias aún está marcada la época actual. De alguna manera la historia mundial sigue teniendo un sesgo eurocentrista, así se advierte, por ejemplo, en el último libro de Tony Judt titulado Pensar el siglo XX. En efecto, la influencia de los acontecimientos en esa zona del mundo tienen mucho peso, aunque sea declinante con las transformaciones globales en curso.

Luego de 1945 el arreglo político y económico internacional abrió el paso a una etapa de crecimiento material y aumento del bienestar social de una magnitud no registrada antes en la historia, como se plantea, entre otros, en los estudios de Angus Madison, que cubren muy amplios periodos de tiempo y espacios geográficos.

Una estabilidad política con mayor producción, empleo, aumento de la productividad, progreso tecnológico y acceso ampliado de la población a un extenso conjunto de bienes y servicios. Un Estado activo e intervencionista en el mercado con esquemas expresos de protección social que aún se mantienen, aunque algunos se están desmantelando para enfrentar el déficit fiscal y la deuda pública hinchados por la expansión del sector financiero, la especulación y la quiebra de bancos y gobiernos. A esto ha correspondido un vaivén ideológico de profundas consecuencias, que ha sido dominado en los últimos 30 años por el neoliberalismo y el consiguiente retraimiento del entorno asociado con la socialdemocracia.

El esquema político de la segunda posguerra se agotó hace mucho tiempo y la forma y contenido de las hegemonías nacionales se ha alterado. Como previó el polémico politólogo estadunidense John Mearsheimer, tal vez sí se ha extrañado el periodo de la Guerra Fría.

Una de las fuentes de constante y creciente confrontación la ha expresado de modo muy preciso una reciente viñeta de El Roto, que se publicó en el diario español El País. Ahí se ve la imagen borrosa de un hombre que pregunta: ¿Pero qué clase de orden económico es ese, que produce desorden social? Atina con esta simple observación, pues no puede sostenerse esa condición, al menos no con la creencia de mantener un régimen democrático como el establecido en Europa y que, más allá de sus contenidos legales y filosóficos, formalmente se está debilitando.

La integración europea desde finales de los años 1940, la creación de la Unión Europea, la adopción de una moneda única ha sido un proceso largo y consistente que ha cambiado de modo efectivo las relaciones entre las naciones de esa área. Si eran previsibles las fricciones del funcionamiento del mercado común y de la unión monetaria no lo eran, sin duda, las consecuencias sociales que ha acarreado la crisis financiera. Los efectos en España y Grecia son ahora los más fuertes y visibles, pero no son los únicos. Los ajustes en Irlanda e Italia son muy severos, la recesión se extiende por toda la región y ahora incluye ya a Holanda y Austria, y fuera de la eurozona a Gran Bretaña.

Los alemanes, sea porque son muy ordenados y disciplinados como se les ve comúnmente, sea por el temor que tienen de la inflación luego de la experiencia de los primeros años de la década de 1930, o bien por la ética protestante, como argüía Max Weber, son quienes definen las pautas de la gestión de la crisis económica y del ajuste presupuestal impuesto en la zona del euro. El gobierno regional de la Unión Europea en Bruselas está prácticamente supeditado a las políticas de Angela Merkel y a las pautas monetarias del Bundesbank, aunque es uno de los miembros y uno de los votos de su consejo.

La fragilidad social en España es una manifestación muy contundente del adverso efecto de la crisis en la población y que se recarga sobre todo en los jóvenes y los pensionados y en un entorno de gran desempleo. El establecimiento de un orden económico que provoca tal desorden social se plasma en clínicas cerradas, escuelas desmanteladas, proyectos vitales suspendidos y desahucios de gente desesperada que un grupo de jueces ha decidido empezar a parar. Es una visión que impacta, y como se desprende de los procesos complejos no puede preverse el desenlace cuando las condiciones siguen alimentando la inestabilidad. A diferencia de lo que ocurre con los terremotos que son imprevisibles, en el campo de lo social cabe la acción política, que por ahora muestra más confrontación que convergencias.

León Bendesky
La Jornada

viernes, 16 de noviembre de 2012

El ABCD de la crisis alimentaria

Hace unas semanas, coincidiendo con el Día Mundial de la Alimentación, se nos alertó de una nueva subida de precio de los alimentos, con repercusiones que ya se contabilizan en los registros funerarios de los países más vulnerables, sobre todo en el Sahel. El argumento difundido, las malas cosechas que tuvo la agroindustria este año en Estados Unidos, ya sabemos que es mitad mentiroso, mitad incompleto y, por suerte, la información se nos amplía y las verdaderas causas afloran: el precio de la materia prima sube –como en las anteriores crisis alimentarias– (a) por las grandes cantidades de cereales que se destinan a elaborar combustibles (¿recuerdan hace seis y siete años, cuando se advirtió de los inconvenientes de esta nueva tecnología?); (b) por la especulación que de las futuras cosechas se hace en las bolsas financieras, y (c) –esto es más novedoso– por la cada vez mayor cantidad de tierra fértil que está pasando de las manos campesinas al patrimonio de bancos, empresas y fondos de inversión.
 
¿Quién está en todos esos negocios a la vez? ¿Quién hay detrás de la carne, del pan, de la pasta, de la leche… y no lo sabemos? ¿Quién tiene en el mismo local estanterías repletas de agrocombustibles hechos de maíz, lineales con piensos de soya para el engorde de animales y, un pasillo más allá, una mesa con un gestor que ofrece pensiones ligadas a la compra de hectáreas en Etiopía o bonos financieros referenciados al precio del trigo? Los cuatro compro, vendo y especulo de la comida a los que me refiero son, por este orden: ADM, Bunge, Cargill y Dreyfus, conocidos por sus iniciales como los ABCD de la comercialización de materia prima. Cuatro empresas con sede en Estados Unidos que, si inicialmente consiguieron dominar y controlar el mercado mundial de los granos básicos, cereales y leguminosas, han ido ampliando en los últimos años sus negocios a estas nuevas áreas.

Son cuatro establecimientos, cuatro bazares, como esos que tienen todo lo que puedas imaginar y lo que no. Desde una jarra con forma de vaca para servir la leche por sus ubres de cerámica al siempre imprescindible cazamariposas entre la estantería de ropa íntima y las útiles llaves de ferretería o sacos de tierra de jardín. Sólo hay una diferencia: mientras en tiempos de crisis estos universos de barrio padecen la crisis como cualquier otro negocio, los ABCD de la comida, cuatro empresas monstruosas nacidas y crecidas en el regazo de mamá capitalismo y papa desregulación, ganan todo el oro del mundo diciendo que fabrican comida cuando en realidad lucran hambreando a millones de seres humanos. Y lo hacen desde la invisibilidad.

Es muy difícil sumergirse en las entrañas de estas empresas y sus infinitas subsidiarias, pero hay dos cosas obvias. Primera, si entre ellas cuatro controlan, como es el caso, ¡90 por ciento! del mercado mundial de cereales; si el mercado no tiene ninguna regulación (ni aranceles o cuotas de importación/exportación, ni reservas públicas de cereales, ni políticas de precios), y si las pocas normas que se dictan son supervisadas por las propias ABCD, es fácil deducir que son sus decisiones las que verdaderamente marcan el precio de dicha materia prima y, por lo tanto, de todos los alimentos que incluyen arroz, trigo, maíz, etcétera. Segunda, si las ABCD (junto con algunas entidades financieras) han degustado los brutales beneficios que les genera especular con la comida y la tierra de cultivo, como sangre para vampiros, seguirán chupando del hambre de los demás si nadie les pone coto. Dreyfus, por ejemplo, ha creado su propio instrumento de inversión Calyx Agro Ltc, para obtener beneficios del creciente sector del agronegocio y del potencial de apreciación de la tierra, adquiriendo tierras que actualmente se explotan con baja tecnología o que se utilizan para el pastoreo.

Las últimas crisis alimentarias han permitido que en la sociedad civil conociéramos y denunciáramos cómo la comida y la tierra se han hecho objetos de especulación. El foco se ha centrado en los bancos y sus actividades en los mercados financieros ligados a los alimentos, con campañas publicitarias del tipo el negocio de alimentar el mundo que han merecido todo el rechazo de la sociedad. Aunque el papel que juegan los ABCD es complejo y lejano, debemos tomar conciencia por su importancia en el precio de las materias primas. Por parte de los movimientos campesinos, en cualquier caso, la respuesta que ha llegado ha sido clara: soberanía alimentaria. También ahora hay que responder. Lo que necesitamos no son normas para que las ABCD ganen menos dinero: lo que se requiere son políticas en favor de la soberanía alimentaria para que la alimentación, que no es una mercancía, nos llegue de muchas, pequeñas y humanas agriculturas.

De todo un abecedario alimentario.

Gustavo Duch
Coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas
La Jornada

domingo, 4 de noviembre de 2012

Malí: ¿el siguiente Afganistán?

Hasta hace muy poco tiempo eran muy raras las personas que hubieran siquiera escuchado hablar de Malí, fuera de sus vecinos inmediatos y su antigua potencia colonial (Francia) –mucho menos sabían algo de su historia y su política. Hoy, el norte de Malí ha sido tomado militarmente por grupos salafistas que comparten los puntos de vista de Al Qaeda y practican las formas más rudas de la sharia –con lapidaciones y amputaciones como castigos.
Esta toma militar ha sido condenada con un voto unánime en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que consideró que constituye una amenaza a la paz y la seguridad internacionales. La resolución cita el rápido deterioro de la situación humanitaria y el afianzamiento cada vez mayor de elementos terroristas y sus consecuencias para los países del Sahel y otros países. Naciones Unidas declaró que está preparada para considerar la constitución de una fuerza militar internacional (...) a fin de recuperar (...) las regiones ocupadas en el norte de Malí.

La resolución fue unánime, pero no muerde. De hecho, Malí representa hoy el caso más claro posible de parálisis geopolítica. Todos los poderes importantes y menores en la región y más allá de la zona están genuinamente consternados; no obstante, ninguno parece dispuesto o capaz de hacer nada por miedo a que hacer algo resulte en lo que se ha dado en llamar la afganistanización de Malí. Más aun, hay por lo menos una docena de diferentes actores implicados, y casi todos ellos están divididos profundamente entre ellos.

¿Cómo fue que comenzó todo esto? El país llamado Malí (lo que se conocía como Sudán francés durante el dominio colonial desde 1892) ha sido un Estado independiente desde 1960. Al inicio tuvo un gobierno laico, de un solo partido, que era socialista y nacionalista. Fue derrocado por un golpe militar en 1968. Los líderes del golpe crearon a su vez otro régimen de un solo partido, pero fue ahora uno más orientado al mercado. Éste, a su vez, fue derrocado por otro golpe militar en 1991, que adoptó una constitución que permitía múltiples partidos. No obstante, un solo partido dominó de nuevo la situación política. Pero debido a los procesos electorales mulipartidistas, el régimen maliense fue alabado en Occidente como democrático y ejemplar.

Durante todo este tiempo, los políticos y los servidores públicos decanos en los sucesivos gobiernos provenían de los grupos étnicos que conforman 40 por ciento del sur del país. El más disperso 60 por ciento del norte estaba poblado por grupos tuareg que eran marginados y lo resentían. Periódicamente se rebelaron y han hablado de querer un Estado independiente.

Muchos tuareg huyeron a Libia (y a Argelia), cuyas regiones en el sur también están pobladas por comunidades tuareg. Algunos tuareg encontraron empleo en el ejército libio. La confusión que siguió a la muerte de Muammar Gaddafi permitió que soldados tuareg obtuvieran armas y retornaran a Malí a emprender la lucha por Azawad (nombre que dieron a su Estado tuareg independiente). Se organizaron como Movimiento Nacional por la Liberación de Azawad (MNLA).

El 22 de marzo un grupo de oficiales intermedios, encabezados por Amadou Haya Sanogo, anunciaron un tercer golpe de Estado posindependentista. Ellos, específicamente, alegan que la principal razón para el golpe es la ineficacia del ejército maliense para lidiar con las pretensiones secesionistas del MNLA. Francia, Estados Unidos y otros estados de África occidental declararon su fuerte oposición al golpe y demandaron la restauración del gobierno derrocado.

Se logró un arreglo nada cómodo entre las fuerzas de Sanogo y el régimen previo, en el cual se instaló un nuevo presidente interino. Eligió a un primer ministro que tenía ligas familiares con el líder del golpe de 1968. Hasta el día de hoy, nadie sabe quién controla qué en el sur de Malí. Pero el ejército está mal entrenado y es incapaz de involucrarse en acciones militares serias en el norte del país.

Entretanto, en el norte, los musulmanes relativamente secularistas implicados en el MNLA buscaron alianzas con grupos más fundamentalistas. Casi de inmediato, estos últimos hicieron a un lado al MNLA y asumieron el control de todas las ciudades importantes en el norte de Malí. Sin embargo, estos elementos más fundamentalistas eran, de hecho, tres grupos diferentes: el Ansar Eddine, que son tuareg locales; Al Qaeda en el Magreb (Aqim), compuesto casi todo por no malienses, y el Mouvement pour le Tawhid et du Jihad en Afrique de l'Ouest (Mujao), desprendimiento de AQIM. Mujao rompió con Aqim porque considera que AQIM está demasiado interesado en Noráfrica y quiere diseminar su doctrina por todos los países del África occidental. Estos grupos controlan áreas diferentes y es poco claro cómo es que están unidos, sea en lo táctico como en sus objetivos.

La siguiente serie de actores son los vecinos, todos los cuales están insatisfechos de que los grupos salafistas hayan asumido efectivamente el control de una región tan grande, siendo grupos que son tan abiertos en su deseo de diseminar sus doctrinas a todos estos vecinos. Sin embargo, los vecinos están igualmente divididos en torno a lo que hay que hacer. Un grupo es la Comunidad Económica De Estados de África Occidental (Cedeao), conformado por 15 estados –todos ellos antiguas colonias de Gran Bretaña, Francia y Portugal, más Liberia– con la sola excepción de Mauritania.

Cedeao ha intentado ayudar a resolver las diferencias al interior del gobierno maliense. Pero han sugerido que estarían dispuestos a enviar algunas tropas para recuperar el control del norte de Malí. El problema es doble. Los grupos que compiten en el sur de Malí temen una intervención semipermanente de Cedeao, especialmente la facción de Sanogo. Y el único país que realmente cuenta con tropas que ofrecer es Nigeria, que es muy renuente a vislumbrar esta posibilidad porque necesitan estas tropas para lidiar con su propio problema salafista, el llamado Boko Harem.

Mauritania, que ha tenido mayor éxito que otros gobiernos de África occidental en la contención de los grupos salafistas, teme una diseminación de estas fuerzas al interior de Mauritania, especialmente si accedieran a combatirlos militarmente en Malí. Libia, aparte de que enfrenta un enorme desasosiego interno entre sus propios grupos armados, teme en particular que las poblaciones tuareg del sur de Libia puedan unirse para buscar un Azawad más extenso.

Tanto Francia como Estados Unidos sienten que es urgente derrotar a los salafistas del norte de Malí. Pero Estados Unidos, sobrepasado militarmente como está, no quiere enviar ninguna tropa. Francia, o digamos el presidente Hollande, está tomando una postura más fuerte. Parece dispuesto a enviar tropas. Pero Francia es una antigua potencia colonial, por lo que unas tropas francesas en Malí podrían concitar una respuesta nacionalista muy fuerte.

Así que lo que Francia y Estados Unidos están intentando es convencer a Argelia (que guarda frontera con Malí en el norte y tiene un ejército poderoso) de que sea la fuerza conductora de una operación militar. Los argelinos están hiperdudosos de la idea. Por una razón: el sur de Argelia es país tuareg. Y por otra razón: el gobierno argelino siente que ha contenido el peligro salafista hasta ahora y teme profundamente que una intervención militar en Malí deshaga la contención lograda.

Así que todos quieren que los grupos salafistas se vayan de algún modo, siempre y cuando algún otro haga el trabajo sucio. Y grandes grupos en estos países se oponen a cualquier acción con el argumento de que afganistanizaría la situación. Es decir, temen que una acción militar contra los salafistas los fortalecería, en lugar de debilitarlos, atrayendo un flujo de individuos y de grupos con orientación de Al Qaeda al norte de Malí. Afganistán se ha vuelto el símbolo de lo que no debe hacerse. Pero a no hacer nada también se le conoce como parálisis geopolítica.

El fondo del asunto es que Malí sufre de un escenario geopolítico caótico. Lo que parece más probable es que no haya ninguna intervención militar. Pero está por verse si las poblaciones locales del norte de Malí, acostumbradas a una versión sufí muy tolerante del Islam y que hoy están muy descontentos, puedan alzarse contra los salafistas.

Immanuel Wallerstein
La Jornada

lunes, 29 de octubre de 2012

Islandia y el rechazo a la austeridad

La Unión Europea apuesta por la austeridad como medio de enfrentar la crisis económica, pero al mismo tiempo se embarca en la adopción de un plan destinado a salvar –con la inversión de fondos públicos– los bancos privados que se hallan al borde de la quiebra por causa de su mala gestión. ¿Es esa la única solución viable? El profesor Salim Lamrani nos presenta el caso de Islandia, un ejemplo que los medios de comunicación y los aprendices de mago de la finanza europea prefieren pasar por alto.

El 6 de marzo de 2012, más del 93% de los electores islandeses que participaron en un referendo se pronuncian contra el pago de casi 4 000 millones de dólares al Reino Unido y a los Países Bajos, monto correspondiente a las deudas acumuladas por los bancos islandeses quebrados.

Ante la crisis económica, la Unión Europea ha elegido el camino de la austeridad y ha decidido salvar a los bancos. Islandia, en cambio, procedió anteriormente a la nacionalización de las instituciones financieras y rechazó las políticas de restricción presupuestaria. Hoy presenta una tasa de crecimiento de un 2,7% en 2012, y hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) saluda la recuperación económica de ese país.

En septiembre de 2008, cuando la crisis económica y financiera golpeó a Islandia, pequeño archipiélago del norte de Europa con una población de 320 000 habitantes, el impacto fue desastroso, como en el resto del continente. La especulación financiera llevó a la quiebra a los tres principales bancos islandeses, cuyos activos representaban una suma diez veces superior al PIB de la nación, con una pérdida neta de 85 000 millones de dólares.

La tasa de desempleo se multiplicó por 9 entre 2008 y 2010, en un país que hasta entonces gozaba del pleno empleo. La deuda de Islandia representaba el 900% del PIB y la moneda nacional perdió el 80% de su valor con respecto al euro. El país cayó en una profunda recesión y su PIB descendió en un 11% en sólo 2 años [1].

Frente a la crisis

En 2009, cuando el gobierno quiso aplicar las medidas de austeridad que exigía el FMI a cambio de una ayuda financiera de 2 100 millones de euros, una fuerte movilización popular lo obligó a renunciar. En elecciones anticipadas, la izquierda ganó la mayoría absoluta en el Parlamento [2].

No obstante, el nuevo poder adoptó la ley Icesave –cuyo nombre procede del banco online que quebró y cuyos ahorristas eran en su mayoría holandeses y británicos–, con el fin de rembolsar a los clientes extranjeros. Esta legislación obligaba a los islandeses a pagar una deuda de 3 500 millones de euros (40% del PIB) –o sea, 9 000 euros por habitante– en 15 años y con una tasa de interés del 5%. Frente a las nuevas protestas populares, el Presidente se negó a ratificar el texto parlamentario y lo sometió a un referéndum. En marzo de 2010, el 93% de los islandeses rechazó la ley sobre el rembolso de las pérdidas de Icesave. Cuando la ley se sometió a un nuevo referéndum, en abril de 2011, el 63% de los ciudadanos volvió a rechazarla [3].

Una nueva Constitución, redactada por una Asamblea Constituyente de 25 ciudadanos elegidos por sufragio universal entre 522 candidatos, Constitución que consta de 9 capítulos y 114 artículos, se adoptó en 2011. La nueva Constitución instaura un derecho a la información, con un acceso público a los documentos oficiales (Artículo 15), prevé la creación de un Comité de Control de la Responsabilidad del Gobierno (Artículo 63), un derecho a la consulta directa (Artículo 65) –un 10% de los electores puede pedir un referéndum sobre las leyes que vota el Parlamento–, así como el nombramiento del Primer Ministro por el Parlamento [4].

Así, contrariamente a las otras naciones de la Unión Europea que se ven en la misma situación y que aplicaron escrupulosamente las recomendaciones del FMI, institución que exigía medidas de una austeridad severa, como lo ha hecho en los casos de Grecia, Irlanda, Italia o España, Islandia eligió una vía alternativa. Cuando los tres bancos principales del país (Glitnir, Landsbankinn y Kaupthing) se derrumbaron, en 2008, el Estado islandés se negó a inyectarles fondos públicos, como lo ha hecho el resto de Europa, sino que procedió a nacionalizarlos [5].

Del mismo modo, los bancos privados tuvieron que cancelar todos los créditos con tasas variables superiores al 110% del valor de los bienes inmobiliarios, evitando así una crisis de subprime como la de Estados Unidos. Por otra parte, la Corte Suprema declaró ilegales todos los préstamos ajustados a divisas extranjeras otorgados a particulares, obligando así a los bancos a renunciar a sus créditos en beneficio de la población [6].

En cuanto a los responsables del desastre –los banqueros especuladores que provocaron el derrumbe del sistema financiero islandés–, estos no fueron tratados con la mansedumbre que se ha mostrado hacia ellos en el resto de Europa, donde han sido sistemáticamente exonerados. En efecto, Olafur Thor Hauksson, Fiscal Especial nombrado por el Parlamento para ocuparse de ellos, los mandó a los tribunales y han sido encarcelados. Hasta el propio ex primer ministro Geir Haarde se vio obligado a comparecer ante la justicia [7].

Una alternativa a la austeridad

Los resultados de la política económica y social islandesa han sido espectaculares. Mientras la Unión Europea se encuentra en plena recesión, Islandia obtuvo una tasa de crecimiento de un 2,1% en 2011 y prevé una tasa de 2,7% para 2012, y una tasa de desempleo de un 6% [8]. El país se dio incluso el lujo de proceder al rembolso anticipado de sus deudas con el FMI [9].

El presidente islandés Olafur Grímsson explicó este milagro económico: “La diferencia es que en Islandia dejamos que los bancos quebraran. Eran instituciones privadas. No inyectamos dinero para salvarlas. El Estado no tiene por qué asumir esa responsabilidad” [10].

Contra todo pronóstico, el FMI saludó la política del gobierno islandés –el cual aplicó medidas totalmente opuestas a las que preconiza esa institución–, política que ha permitido preservar “el valioso modelo nórdico de protección social”. En efecto, Islandia dispone de un índice de desarrollo humano bastante elevado. “El FMI declara que el plan de rescate al modo islandés ofrece lecciones para los tiempos de crisis”. La institución agrega que “el hecho que Islandia haya logrado preservar el bienestar social de las unidades familiares y conseguir una consolidación fiscal de gran envergadura es uno de los mayores logros del programa y del gobierno islandés”. No obstante, el FMI omitió precisar que estos resultados fueron posibles sólo porque Islandia rechazó su terapia de choque neoliberal y elaboró un programa de estímulo económico alternativo y eficiente [11].

El caso de Islandia demuestra que existe una alternativa creíble a las políticas de austeridad que se hoy aplican en toda Europa. Además de ser económicamente ineficientes, esas políticas de austeridad son políticamente costosas y socialmente insostenibles. Al elegir poner el interés general por encima del interés de los mercados, Islandia muestra al resto del continente la vía para escapar del callejón sin salida.

Salim Lamrani
Red Voltaire 

domingo, 14 de octubre de 2012

Grandes bancos están tras el aumento de precios de los alimentos

La alarma se encendió en julio cuando el precio mundial de los alimentos registró un abrupto incremento del 10% luego de tres meses de relativa calma. Las cosas no han mejorado. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en septiembre volvieron a subir, esta vez, un 1,4%.

Se estima que los alimentos constituyen entre un 10% y un 15% del gasto promedio de un hogar en un país desarrollado. En los sectores pobres de una nación en desarrollo, la proporción se dispara: se llevan entre el 50% y 90% de sus ingresos.

La contracara es el hambre. Este jueves, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias publicó su nuevo Índice Global del Hambre. En todo el mundo lo encabeza Burundi y en América Latina y el Caribe, Haití.

¿A qué se debe el aumento de la comida en medio de los nubarrones de la economía global? Las causas son complejas y variadas, pero el diagnóstico de la FAO en julio contenía un dato clave: no había problemas a nivel de oferta y demanda.

En otras palabras, ni los factores climáticos que pueden afectar la oferta (sequías, por ejemplo), ni un súbito aumento de la demanda (como en los últimos años con China e India) explican esta disparada de los precios.

El dedo acusador apunta a los especuladores. Según algunas estimaciones, la inversión financiera-especulativa controla hoy más del 60% de los mercados de alimentos, comparado con un 12% del mercado en 1996.

En un intento de contrarrestar este fenómeno, la comisión del Parlamento Europeo sobre asuntos económicos y monetarios votó a fines de septiembre a favor de una regulación del mercado financiero de derivados de energía y alimentos.

El proyecto, que debe ser analizado en una reunión de la Comisión Europea en noviembre, ya existe en Estados Unidos, pero es calificado como insuficiente por organizaciones humanitarias como el World Development Movement (WDM).

“Es necesario limitar la cantidad del mercado a la que puedan tener acceso los especuladores. El proyecto avanza en esta dirección, pero puede ser aguado por la oposición de países con fuerte presencia del sector financiero como el Reino Unido que prefieren seguir con la autoregulación del mercado”, le dijo a BBC Mundo Christine Haigh, del WDM.

El camino de los mercaderes

La especulación es tan vieja como la economía: los casos documentados se remontan a Tales de Mileto y la antigua Grecia.

Pero los mercados modernos han colocado a esta actividad marginal en el centro mismo del escenario.

Un ejemplo clásico fue el cacao en 2010. El 17 de julio de ese año un fondo financiero de alto riesgo, Armajaro, compró más de 240.000 toneladas de cacao (un 7% de la producción global anual), lo que disparó el precio a su nivel más alto desde 1997.

Un solo día de adquisición masiva a cargo de un poderoso actor financiero bastó para hacer saltar el precio de un producto.

El eje de estos movimientos especulativos es el mercado de futuros. Este mercado se originó en Estados Unidos en el siglo XIX para ayudar a los granjeros a neutralizar las fluctuaciones en el precio de las cosechas.

Un contrato a futuro le permite al granjero vender en una fecha futura a un precio determinado una cantidad X de su cosecha. El granjero obtiene seguridad y el comprador posibles ganancias en caso de que el precio suba por encima de lo pagado.

Con la desregulación del mercado financiero de los años 80 y 90 se crearon unos contratos de alta complejidad, denominados “derivados”, que abrieron el juego a una especulación ilimitada.

Como los “futuros” son contratos que se pueden adquirir o vender sin necesidad de poseer el producto, su venta adquirió una dinámica propia, acelerada por las operaciones supersónicas de las computadoras.

La invitación a especular es irresistible. Si el precio de una tonelada de maíz es de 100 dólares hoy, pero el doble en un contrato a futuro de tres meses, la tentación de postergar la venta y esperar al mejor rendimiento, termina afectando la oferta presente (los granjeros se abstienen de vender ahora) y el precio del producto.

Según el WMD, en el corazón de la especulación se encuentran grandes nombres de la banca como Goldman Sachs, Morgan Stanley, Barclays, Citibank, Deutsche Bank, HSBC y JP Morgan.

Este poder de fuego de los grandes fondos financieros se ha exacerbado con la crisis económica mundial.
“Los gobiernos han emitido dinero para estimular la economía. El sector financiero ha aprovechado este aumento de la oferta monetaria no para prestar más al sector productivo sino para aumentar sus operaciones especulativas”, afirma Haig.

Hambrunas y disturbios

Una vara para medir el impacto que puede tener un aumento sostenido del precio como el que se viene registrando desde julio son los disturbios de 2007-2008.

El salto incontrolable de los precios en esos meses previos al estallido financiero produjo violentas protestas en 31 países –de Perú a Bangladesh– con un saldo de decenas de muertos y centenares de heridos.

En el terreno mismo, el WDM vio de primera mano el impacto que los precios tenían en familias que se veían obligadas a tener una sola comida al día y a reducir drásticamente la variedad de su dieta.

“Cuando una sociedad no satisface necesidades básicas del ser humano, cuando vemos malnutrición y el fantasma de la hambruna, es casi inevitable que se produzcan manifestaciones y disturbios”, le dijo Haig a BBC Mundo.

En los últimos seis meses de 2010, en el marco de un segundo salto de los precios de los alimentos, unas 44 millones de personas cayeron en la pobreza extrema.

El problema se agrava en el contexto de una economía mundial que todavía no ha salido de la hecatombe financiera de 2008.

La desaceleración global –el Fondo Monetario Internacional acaba de bajar nuevamente su estimación del crecimiento global de 2012– pone en peligro el nivel de empleo en un mundo que tiene más de 1.300 millones de personas que viven con ingreso de 1,25 dólares por día.

Sumarle a este crecimiento anémico, una inflación de productos no sustituíbles como los alimentos, parece una fórmula para el desastre.
BBC

LibreRed

viernes, 12 de octubre de 2012

¿Por qué la FAO y el BERD promueven una agricultura que destruye la agricultura campesina?

Asombro e indignación nos ha provocado el artículo que bajo la firma de José Graziano Da Silva, Director General de la FAO, y Suma Chakrabarti, Presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, fue publicado el día 6 de septiembre por el Wall Street Journal.1 En dicha publicación ambas autoridades convocan a los gobiernos y al mundo social a abrazar al sector privado como motor y líder de la alimentación mundial.

Aunque se refieren específicamente a Europa Oriental y Norte de África, los directores de ambas instituciones internacionales también hacen un llamado a que las inversiones y el acaparamiento de tierras se generalicen al mundo entero. Como justificación, califican al sector privado como eficiente, dinámico y lo llaman a duplicar sus inversiones en acaparamiento de tierras, mientras señalan al sector campesino y las pocas políticas de protección de la agricultura que aún rigen, como un lastre que no permite avanzar en el desarrollo agrícola y que debe ser eliminado. Para ello, llaman a los gobiernos a facilitar los grandes negocios privados en agricultura. Esto dentro del marco de una convocatoria a lo que Director de la FAO José Graziano da Silva calificó como la mayor y más importante reunión de empresas y representantes del agronegocio con representantes de instituciones públicas e internacionales, incluida la FAO, y que se llevó a cabo en Turquía el 13 de septiembre recién pasado,.

Los señores Graziano da Silva y Chakrabarti hacen en el artículo una serie de aseveraciones sesgadas y que ocultan la real situación de la agricultura y la alimentación. Presentando a Rusia, Ucrania y Kasakhstan como ejemplos de éxito del agronegocio los que han permitido que estos países pasen de ser “la tierras baldías de los 90” a ser actualmente “los principales exportadores de cereales”, no mencionan en momento alguno que las cifras oficiales muestran que en los tres países mencionados la productividad es muchísimo más alta en las tierras en manos campesinas que en aquéllas en manos del agronegocio.

Los pequeños agricultores de Rusia producen más de la mitad del producto agrícola con sólo un cuarto del área agrícola; en Ucrania son la fuente del 55% de la producción agrícola con sólo el 16% de la tierra, mientras en Kazakhstan entregan el 73% de la producción agrícola con apenas la mitad de la tierra. De hecho, son los pequeños productores, y especialmente las mujeres, quienes alimentan a la población de estos países. Tampoco mencionan que -cuando existen las cifras oficiales al respecto, como en la Unión Europea, Colombia y Brasil- se muestra una y otra vez que la agricultura campesina es más eficiente y productiva que la empresarial, lo que también ha sido confirmado por diversos estudios en Asia, África y América Latina.

Esto demuestra que contrario a lo indicado por el director general de la FAO, quienes tienen la real capacidad de alimentar a la humanidad somos las campesinas y los campesinos del mundo entero. El avance del agronegocio sólo ha exacerbado la pobreza, destruido la capacidad de la agricultura de dar trabajo, ha multiplicado la contaminación y la destrucción ambiental, ha traído de vuelta la lacra del trabajo esclavo y ha provocado las crisis alimentarias y climática de las últimas décadas. Para los movimientos sociales y las y los campesinos del mundo nos es inaceptable e incluso inexplicable que el Director General de la Organización para la Agricultura y la Alimentación promueva el exterminio de la agricultura campesina y el avance del acaparamiento de tierras. Nos resulta especialmente grave que esto ocurra después de tres años de arduo trabajo en el que las organizaciones pusieron todas sus capacidades y voluntades para la construcción de directrices voluntarias que protejan contra los acaparamientos de las tierra y después que el Sr. Graziano da Silva durante su campaña a director general expresó reiteradamente ante las organizaciones campesinas su compromiso de promover y validar la importancia de la agricultura campesina y su necesaria participación en la producción alimentaria.

Nos asombra el lenguaje ofensivo de los señores Graziano da Silva y Chakravarti, como cuando se refieren a “fertilizar las tierras con dinero” o “hacerle la vida más fácil a los hambrientos del mundo”. Esto nos lleva a poner en duda la capacidad FAO para hacer su trabajo con la necesaria rigurosidad e independencia frente a las grandes empresas del agronegocio y así cumplir el mandato de Naciones Unidas de erradicar el hambre y mejorar las condiciones de vida de los pueblos del campo.

Nos preguntamos cuál es realmente la validez del “Año Internacional de la Agricultura familiar”, si el director general de la FAO estima que lo que le pone freno a la producción agrícola son los “niveles relativamente altos de protección, falta de riego, fincas pequeñas y anti-económicas.” Esta visión y la subordinación de la FAO a los mecanismos económicos y a los intereses voraces de los inversionistas sin duda que pone en jaque el trabajo de acercamiento entre las organizaciones campesinas y la FAO que hemos hecho en los últimos años. Y nos hace preguntarnos por qué la FAO no ha desarrollado una propuesta de acción real y efectiva que proteja a la producción campesina y familiar, como herramienta fundamental contra la crisis alimentaria que -hoy nuevamente- está enriqueciendo a los grandes bancos y transnacionales.2 También nos preguntamos ¿a dónde irán las familias campesinas si este programa de conversión a una agricultura centrada en megafincas industriales se lleva a cabo?

Las amenazas no surgen sólo del abandono que la FAO hace de su misión. También es grave que el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo promueva e invierta en el acaparamiento de tierras y la entrega de la agricultura al agronegocio, más aún cuando hoy ha expandido su área de trabajo al norte de África.

Lo que la agricultura y el planeta necesitan actualmente es justamente lo contrario de los propuesto por los Señores Graziano da Silva y Chakrabarti. Lo que la humanidad y los que padecen de hambre en el mundo necesitan es el sustento de las agro-culturas del campo, que constituyen las formas de vida de la mitad de la humanidad y hacen posible la agricultura campesina. Porque es más eficiente y productiva, porque aún entrega al menos la mitad de la alimentación mundial y gran parte del trabajo en el campo, porque ayuda a enfriar el planeta, la agricultura campesina debe ser fortalecida y protegida.

La producción de alimentos y las formas de vida campesinas e indígenas no pueden ser destruidas para crear una nueva fuente de mega negocios en manos de un grupo ínfimo de personas. Las tierras y territorios deben dejar de ser una mercancía y volver a las manos de los pueblos del campo; necesitamos reformas agrarias profundas, integrales y efectivas, sin acaparamientos de la tierra por inversionistas que solo buscan el lucro. Necesitamos más comunidades y familias campesinas e indígenas desarrollando su agricultura con dignidad y respeto y no agronegocios.

LOS CAMPESINOS Y CAMPESINAS ALIMENTAMOS AL MUNDO EL AGRONEGOCIO SE APODERA DE ÉL

1 http://online.wsj.com/article/SB10000872396390443686004577633080190871456.html. Traducción no oficial aquí: http://farmlandgrab.org/post/view/20997.
2 Vease, por ejemplo, James Cusick, "We’ll make a killing out of food crisis, Glencore trading boss Chris Mahoney boasts", The Independent, Londres, 23 de agosto 2012,http://www.independent.co.uk/news/world/politics/well-make-a-killing-out-of-food-crisis-glencore-trading-boss-chris-mahoney-boasts-8073806.html; Tom Bawden, "Barclays makes £500m betting on food crisis", The Independent, Londres, 1º de septiembre 2012,http://www.independent.co.uk/news/business/news/barclays-makes-500m-betting-on-food-crisis-8100011.html; y Peter Greste, "Rising food prices hit Nairobi slums", Al Jazeera, Doha, 6 de septiembre 2012,http://www.aljazeera.com/video/africa/2012/09/201296195748591887.html.
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