lunes, 29 de octubre de 2012

Islandia y el rechazo a la austeridad

La Unión Europea apuesta por la austeridad como medio de enfrentar la crisis económica, pero al mismo tiempo se embarca en la adopción de un plan destinado a salvar –con la inversión de fondos públicos– los bancos privados que se hallan al borde de la quiebra por causa de su mala gestión. ¿Es esa la única solución viable? El profesor Salim Lamrani nos presenta el caso de Islandia, un ejemplo que los medios de comunicación y los aprendices de mago de la finanza europea prefieren pasar por alto.

El 6 de marzo de 2012, más del 93% de los electores islandeses que participaron en un referendo se pronuncian contra el pago de casi 4 000 millones de dólares al Reino Unido y a los Países Bajos, monto correspondiente a las deudas acumuladas por los bancos islandeses quebrados.

Ante la crisis económica, la Unión Europea ha elegido el camino de la austeridad y ha decidido salvar a los bancos. Islandia, en cambio, procedió anteriormente a la nacionalización de las instituciones financieras y rechazó las políticas de restricción presupuestaria. Hoy presenta una tasa de crecimiento de un 2,7% en 2012, y hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) saluda la recuperación económica de ese país.

En septiembre de 2008, cuando la crisis económica y financiera golpeó a Islandia, pequeño archipiélago del norte de Europa con una población de 320 000 habitantes, el impacto fue desastroso, como en el resto del continente. La especulación financiera llevó a la quiebra a los tres principales bancos islandeses, cuyos activos representaban una suma diez veces superior al PIB de la nación, con una pérdida neta de 85 000 millones de dólares.

La tasa de desempleo se multiplicó por 9 entre 2008 y 2010, en un país que hasta entonces gozaba del pleno empleo. La deuda de Islandia representaba el 900% del PIB y la moneda nacional perdió el 80% de su valor con respecto al euro. El país cayó en una profunda recesión y su PIB descendió en un 11% en sólo 2 años [1].

Frente a la crisis

En 2009, cuando el gobierno quiso aplicar las medidas de austeridad que exigía el FMI a cambio de una ayuda financiera de 2 100 millones de euros, una fuerte movilización popular lo obligó a renunciar. En elecciones anticipadas, la izquierda ganó la mayoría absoluta en el Parlamento [2].

No obstante, el nuevo poder adoptó la ley Icesave –cuyo nombre procede del banco online que quebró y cuyos ahorristas eran en su mayoría holandeses y británicos–, con el fin de rembolsar a los clientes extranjeros. Esta legislación obligaba a los islandeses a pagar una deuda de 3 500 millones de euros (40% del PIB) –o sea, 9 000 euros por habitante– en 15 años y con una tasa de interés del 5%. Frente a las nuevas protestas populares, el Presidente se negó a ratificar el texto parlamentario y lo sometió a un referéndum. En marzo de 2010, el 93% de los islandeses rechazó la ley sobre el rembolso de las pérdidas de Icesave. Cuando la ley se sometió a un nuevo referéndum, en abril de 2011, el 63% de los ciudadanos volvió a rechazarla [3].

Una nueva Constitución, redactada por una Asamblea Constituyente de 25 ciudadanos elegidos por sufragio universal entre 522 candidatos, Constitución que consta de 9 capítulos y 114 artículos, se adoptó en 2011. La nueva Constitución instaura un derecho a la información, con un acceso público a los documentos oficiales (Artículo 15), prevé la creación de un Comité de Control de la Responsabilidad del Gobierno (Artículo 63), un derecho a la consulta directa (Artículo 65) –un 10% de los electores puede pedir un referéndum sobre las leyes que vota el Parlamento–, así como el nombramiento del Primer Ministro por el Parlamento [4].

Así, contrariamente a las otras naciones de la Unión Europea que se ven en la misma situación y que aplicaron escrupulosamente las recomendaciones del FMI, institución que exigía medidas de una austeridad severa, como lo ha hecho en los casos de Grecia, Irlanda, Italia o España, Islandia eligió una vía alternativa. Cuando los tres bancos principales del país (Glitnir, Landsbankinn y Kaupthing) se derrumbaron, en 2008, el Estado islandés se negó a inyectarles fondos públicos, como lo ha hecho el resto de Europa, sino que procedió a nacionalizarlos [5].

Del mismo modo, los bancos privados tuvieron que cancelar todos los créditos con tasas variables superiores al 110% del valor de los bienes inmobiliarios, evitando así una crisis de subprime como la de Estados Unidos. Por otra parte, la Corte Suprema declaró ilegales todos los préstamos ajustados a divisas extranjeras otorgados a particulares, obligando así a los bancos a renunciar a sus créditos en beneficio de la población [6].

En cuanto a los responsables del desastre –los banqueros especuladores que provocaron el derrumbe del sistema financiero islandés–, estos no fueron tratados con la mansedumbre que se ha mostrado hacia ellos en el resto de Europa, donde han sido sistemáticamente exonerados. En efecto, Olafur Thor Hauksson, Fiscal Especial nombrado por el Parlamento para ocuparse de ellos, los mandó a los tribunales y han sido encarcelados. Hasta el propio ex primer ministro Geir Haarde se vio obligado a comparecer ante la justicia [7].

Una alternativa a la austeridad

Los resultados de la política económica y social islandesa han sido espectaculares. Mientras la Unión Europea se encuentra en plena recesión, Islandia obtuvo una tasa de crecimiento de un 2,1% en 2011 y prevé una tasa de 2,7% para 2012, y una tasa de desempleo de un 6% [8]. El país se dio incluso el lujo de proceder al rembolso anticipado de sus deudas con el FMI [9].

El presidente islandés Olafur Grímsson explicó este milagro económico: “La diferencia es que en Islandia dejamos que los bancos quebraran. Eran instituciones privadas. No inyectamos dinero para salvarlas. El Estado no tiene por qué asumir esa responsabilidad” [10].

Contra todo pronóstico, el FMI saludó la política del gobierno islandés –el cual aplicó medidas totalmente opuestas a las que preconiza esa institución–, política que ha permitido preservar “el valioso modelo nórdico de protección social”. En efecto, Islandia dispone de un índice de desarrollo humano bastante elevado. “El FMI declara que el plan de rescate al modo islandés ofrece lecciones para los tiempos de crisis”. La institución agrega que “el hecho que Islandia haya logrado preservar el bienestar social de las unidades familiares y conseguir una consolidación fiscal de gran envergadura es uno de los mayores logros del programa y del gobierno islandés”. No obstante, el FMI omitió precisar que estos resultados fueron posibles sólo porque Islandia rechazó su terapia de choque neoliberal y elaboró un programa de estímulo económico alternativo y eficiente [11].

El caso de Islandia demuestra que existe una alternativa creíble a las políticas de austeridad que se hoy aplican en toda Europa. Además de ser económicamente ineficientes, esas políticas de austeridad son políticamente costosas y socialmente insostenibles. Al elegir poner el interés general por encima del interés de los mercados, Islandia muestra al resto del continente la vía para escapar del callejón sin salida.

Salim Lamrani
Red Voltaire 

domingo, 14 de octubre de 2012

Grandes bancos están tras el aumento de precios de los alimentos

La alarma se encendió en julio cuando el precio mundial de los alimentos registró un abrupto incremento del 10% luego de tres meses de relativa calma. Las cosas no han mejorado. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en septiembre volvieron a subir, esta vez, un 1,4%.

Se estima que los alimentos constituyen entre un 10% y un 15% del gasto promedio de un hogar en un país desarrollado. En los sectores pobres de una nación en desarrollo, la proporción se dispara: se llevan entre el 50% y 90% de sus ingresos.

La contracara es el hambre. Este jueves, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias publicó su nuevo Índice Global del Hambre. En todo el mundo lo encabeza Burundi y en América Latina y el Caribe, Haití.

¿A qué se debe el aumento de la comida en medio de los nubarrones de la economía global? Las causas son complejas y variadas, pero el diagnóstico de la FAO en julio contenía un dato clave: no había problemas a nivel de oferta y demanda.

En otras palabras, ni los factores climáticos que pueden afectar la oferta (sequías, por ejemplo), ni un súbito aumento de la demanda (como en los últimos años con China e India) explican esta disparada de los precios.

El dedo acusador apunta a los especuladores. Según algunas estimaciones, la inversión financiera-especulativa controla hoy más del 60% de los mercados de alimentos, comparado con un 12% del mercado en 1996.

En un intento de contrarrestar este fenómeno, la comisión del Parlamento Europeo sobre asuntos económicos y monetarios votó a fines de septiembre a favor de una regulación del mercado financiero de derivados de energía y alimentos.

El proyecto, que debe ser analizado en una reunión de la Comisión Europea en noviembre, ya existe en Estados Unidos, pero es calificado como insuficiente por organizaciones humanitarias como el World Development Movement (WDM).

“Es necesario limitar la cantidad del mercado a la que puedan tener acceso los especuladores. El proyecto avanza en esta dirección, pero puede ser aguado por la oposición de países con fuerte presencia del sector financiero como el Reino Unido que prefieren seguir con la autoregulación del mercado”, le dijo a BBC Mundo Christine Haigh, del WDM.

El camino de los mercaderes

La especulación es tan vieja como la economía: los casos documentados se remontan a Tales de Mileto y la antigua Grecia.

Pero los mercados modernos han colocado a esta actividad marginal en el centro mismo del escenario.

Un ejemplo clásico fue el cacao en 2010. El 17 de julio de ese año un fondo financiero de alto riesgo, Armajaro, compró más de 240.000 toneladas de cacao (un 7% de la producción global anual), lo que disparó el precio a su nivel más alto desde 1997.

Un solo día de adquisición masiva a cargo de un poderoso actor financiero bastó para hacer saltar el precio de un producto.

El eje de estos movimientos especulativos es el mercado de futuros. Este mercado se originó en Estados Unidos en el siglo XIX para ayudar a los granjeros a neutralizar las fluctuaciones en el precio de las cosechas.

Un contrato a futuro le permite al granjero vender en una fecha futura a un precio determinado una cantidad X de su cosecha. El granjero obtiene seguridad y el comprador posibles ganancias en caso de que el precio suba por encima de lo pagado.

Con la desregulación del mercado financiero de los años 80 y 90 se crearon unos contratos de alta complejidad, denominados “derivados”, que abrieron el juego a una especulación ilimitada.

Como los “futuros” son contratos que se pueden adquirir o vender sin necesidad de poseer el producto, su venta adquirió una dinámica propia, acelerada por las operaciones supersónicas de las computadoras.

La invitación a especular es irresistible. Si el precio de una tonelada de maíz es de 100 dólares hoy, pero el doble en un contrato a futuro de tres meses, la tentación de postergar la venta y esperar al mejor rendimiento, termina afectando la oferta presente (los granjeros se abstienen de vender ahora) y el precio del producto.

Según el WMD, en el corazón de la especulación se encuentran grandes nombres de la banca como Goldman Sachs, Morgan Stanley, Barclays, Citibank, Deutsche Bank, HSBC y JP Morgan.

Este poder de fuego de los grandes fondos financieros se ha exacerbado con la crisis económica mundial.
“Los gobiernos han emitido dinero para estimular la economía. El sector financiero ha aprovechado este aumento de la oferta monetaria no para prestar más al sector productivo sino para aumentar sus operaciones especulativas”, afirma Haig.

Hambrunas y disturbios

Una vara para medir el impacto que puede tener un aumento sostenido del precio como el que se viene registrando desde julio son los disturbios de 2007-2008.

El salto incontrolable de los precios en esos meses previos al estallido financiero produjo violentas protestas en 31 países –de Perú a Bangladesh– con un saldo de decenas de muertos y centenares de heridos.

En el terreno mismo, el WDM vio de primera mano el impacto que los precios tenían en familias que se veían obligadas a tener una sola comida al día y a reducir drásticamente la variedad de su dieta.

“Cuando una sociedad no satisface necesidades básicas del ser humano, cuando vemos malnutrición y el fantasma de la hambruna, es casi inevitable que se produzcan manifestaciones y disturbios”, le dijo Haig a BBC Mundo.

En los últimos seis meses de 2010, en el marco de un segundo salto de los precios de los alimentos, unas 44 millones de personas cayeron en la pobreza extrema.

El problema se agrava en el contexto de una economía mundial que todavía no ha salido de la hecatombe financiera de 2008.

La desaceleración global –el Fondo Monetario Internacional acaba de bajar nuevamente su estimación del crecimiento global de 2012– pone en peligro el nivel de empleo en un mundo que tiene más de 1.300 millones de personas que viven con ingreso de 1,25 dólares por día.

Sumarle a este crecimiento anémico, una inflación de productos no sustituíbles como los alimentos, parece una fórmula para el desastre.
BBC

LibreRed

viernes, 12 de octubre de 2012

¿Por qué la FAO y el BERD promueven una agricultura que destruye la agricultura campesina?

Asombro e indignación nos ha provocado el artículo que bajo la firma de José Graziano Da Silva, Director General de la FAO, y Suma Chakrabarti, Presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, fue publicado el día 6 de septiembre por el Wall Street Journal.1 En dicha publicación ambas autoridades convocan a los gobiernos y al mundo social a abrazar al sector privado como motor y líder de la alimentación mundial.

Aunque se refieren específicamente a Europa Oriental y Norte de África, los directores de ambas instituciones internacionales también hacen un llamado a que las inversiones y el acaparamiento de tierras se generalicen al mundo entero. Como justificación, califican al sector privado como eficiente, dinámico y lo llaman a duplicar sus inversiones en acaparamiento de tierras, mientras señalan al sector campesino y las pocas políticas de protección de la agricultura que aún rigen, como un lastre que no permite avanzar en el desarrollo agrícola y que debe ser eliminado. Para ello, llaman a los gobiernos a facilitar los grandes negocios privados en agricultura. Esto dentro del marco de una convocatoria a lo que Director de la FAO José Graziano da Silva calificó como la mayor y más importante reunión de empresas y representantes del agronegocio con representantes de instituciones públicas e internacionales, incluida la FAO, y que se llevó a cabo en Turquía el 13 de septiembre recién pasado,.

Los señores Graziano da Silva y Chakrabarti hacen en el artículo una serie de aseveraciones sesgadas y que ocultan la real situación de la agricultura y la alimentación. Presentando a Rusia, Ucrania y Kasakhstan como ejemplos de éxito del agronegocio los que han permitido que estos países pasen de ser “la tierras baldías de los 90” a ser actualmente “los principales exportadores de cereales”, no mencionan en momento alguno que las cifras oficiales muestran que en los tres países mencionados la productividad es muchísimo más alta en las tierras en manos campesinas que en aquéllas en manos del agronegocio.

Los pequeños agricultores de Rusia producen más de la mitad del producto agrícola con sólo un cuarto del área agrícola; en Ucrania son la fuente del 55% de la producción agrícola con sólo el 16% de la tierra, mientras en Kazakhstan entregan el 73% de la producción agrícola con apenas la mitad de la tierra. De hecho, son los pequeños productores, y especialmente las mujeres, quienes alimentan a la población de estos países. Tampoco mencionan que -cuando existen las cifras oficiales al respecto, como en la Unión Europea, Colombia y Brasil- se muestra una y otra vez que la agricultura campesina es más eficiente y productiva que la empresarial, lo que también ha sido confirmado por diversos estudios en Asia, África y América Latina.

Esto demuestra que contrario a lo indicado por el director general de la FAO, quienes tienen la real capacidad de alimentar a la humanidad somos las campesinas y los campesinos del mundo entero. El avance del agronegocio sólo ha exacerbado la pobreza, destruido la capacidad de la agricultura de dar trabajo, ha multiplicado la contaminación y la destrucción ambiental, ha traído de vuelta la lacra del trabajo esclavo y ha provocado las crisis alimentarias y climática de las últimas décadas. Para los movimientos sociales y las y los campesinos del mundo nos es inaceptable e incluso inexplicable que el Director General de la Organización para la Agricultura y la Alimentación promueva el exterminio de la agricultura campesina y el avance del acaparamiento de tierras. Nos resulta especialmente grave que esto ocurra después de tres años de arduo trabajo en el que las organizaciones pusieron todas sus capacidades y voluntades para la construcción de directrices voluntarias que protejan contra los acaparamientos de las tierra y después que el Sr. Graziano da Silva durante su campaña a director general expresó reiteradamente ante las organizaciones campesinas su compromiso de promover y validar la importancia de la agricultura campesina y su necesaria participación en la producción alimentaria.

Nos asombra el lenguaje ofensivo de los señores Graziano da Silva y Chakravarti, como cuando se refieren a “fertilizar las tierras con dinero” o “hacerle la vida más fácil a los hambrientos del mundo”. Esto nos lleva a poner en duda la capacidad FAO para hacer su trabajo con la necesaria rigurosidad e independencia frente a las grandes empresas del agronegocio y así cumplir el mandato de Naciones Unidas de erradicar el hambre y mejorar las condiciones de vida de los pueblos del campo.

Nos preguntamos cuál es realmente la validez del “Año Internacional de la Agricultura familiar”, si el director general de la FAO estima que lo que le pone freno a la producción agrícola son los “niveles relativamente altos de protección, falta de riego, fincas pequeñas y anti-económicas.” Esta visión y la subordinación de la FAO a los mecanismos económicos y a los intereses voraces de los inversionistas sin duda que pone en jaque el trabajo de acercamiento entre las organizaciones campesinas y la FAO que hemos hecho en los últimos años. Y nos hace preguntarnos por qué la FAO no ha desarrollado una propuesta de acción real y efectiva que proteja a la producción campesina y familiar, como herramienta fundamental contra la crisis alimentaria que -hoy nuevamente- está enriqueciendo a los grandes bancos y transnacionales.2 También nos preguntamos ¿a dónde irán las familias campesinas si este programa de conversión a una agricultura centrada en megafincas industriales se lleva a cabo?

Las amenazas no surgen sólo del abandono que la FAO hace de su misión. También es grave que el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo promueva e invierta en el acaparamiento de tierras y la entrega de la agricultura al agronegocio, más aún cuando hoy ha expandido su área de trabajo al norte de África.

Lo que la agricultura y el planeta necesitan actualmente es justamente lo contrario de los propuesto por los Señores Graziano da Silva y Chakrabarti. Lo que la humanidad y los que padecen de hambre en el mundo necesitan es el sustento de las agro-culturas del campo, que constituyen las formas de vida de la mitad de la humanidad y hacen posible la agricultura campesina. Porque es más eficiente y productiva, porque aún entrega al menos la mitad de la alimentación mundial y gran parte del trabajo en el campo, porque ayuda a enfriar el planeta, la agricultura campesina debe ser fortalecida y protegida.

La producción de alimentos y las formas de vida campesinas e indígenas no pueden ser destruidas para crear una nueva fuente de mega negocios en manos de un grupo ínfimo de personas. Las tierras y territorios deben dejar de ser una mercancía y volver a las manos de los pueblos del campo; necesitamos reformas agrarias profundas, integrales y efectivas, sin acaparamientos de la tierra por inversionistas que solo buscan el lucro. Necesitamos más comunidades y familias campesinas e indígenas desarrollando su agricultura con dignidad y respeto y no agronegocios.

LOS CAMPESINOS Y CAMPESINAS ALIMENTAMOS AL MUNDO EL AGRONEGOCIO SE APODERA DE ÉL

1 http://online.wsj.com/article/SB10000872396390443686004577633080190871456.html. Traducción no oficial aquí: http://farmlandgrab.org/post/view/20997.
2 Vease, por ejemplo, James Cusick, "We’ll make a killing out of food crisis, Glencore trading boss Chris Mahoney boasts", The Independent, Londres, 23 de agosto 2012,http://www.independent.co.uk/news/world/politics/well-make-a-killing-out-of-food-crisis-glencore-trading-boss-chris-mahoney-boasts-8073806.html; Tom Bawden, "Barclays makes £500m betting on food crisis", The Independent, Londres, 1º de septiembre 2012,http://www.independent.co.uk/news/business/news/barclays-makes-500m-betting-on-food-crisis-8100011.html; y Peter Greste, "Rising food prices hit Nairobi slums", Al Jazeera, Doha, 6 de septiembre 2012,http://www.aljazeera.com/video/africa/2012/09/201296195748591887.html.
La Via Campesina - GRAIN - Amigos de la Tierra (ATI) - ETC Group - Re:Common - Marcha Mundial de Mujeres (MMM) - Articulación de los Movimientos Sociales Hacia el Alba - Cordinadora Latino Americada de organizaciones del Campo (CLOC)
(Adhesiones a viacampesina.sudamerica@gmail.com y a info@biodiversidadla.org)

Vía Campesina
Grain
Vía Rebelión

jueves, 11 de octubre de 2012

Deterioro global

Tal como se esperaba, las nuevas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) dan cuenta de un escenario global que se deteriora consistentemente. Los riesgos que se enfrentan hoy son mayores que hace seis y 12 meses. El Panorama Económico Mundial, presentado anteayer, señala que la posible concreción de estos riesgos tiene que ver con las acciones que gobiernos y partidos políticos importantes en Estados Unidos y Europa decidan instrumentar para enfrentar los principales desafíos económicos de corto plazo.
 
En los últimos meses los indicadores de desempleo han aumentado en casi todos los países, lo que da cuenta de la gravedad de la situación para un número creciente de familias en el mundo entero; la actividad manufacturera se ha desacelerado; las dificultades financieras han aumentado, lo que se muestra en el incremento en el precio del dinero para países con problemas, provocando una canalización creciente de recursos presupuestales hacia los acreedores bancarios, en detrimento de las poblaciones.

El mundo enfrenta una difícil situación que se relaciona directamente con decisiones políticas. La actual crisis tiene más que ver con lo que quienes dirigen han decidido hacer, que con dificultades estructurales que sólo se resuelven a largo plazo. En particular, en lo que se refiere a la política monetaria hay una diferencia fundamental en los bancos centrales del mundo: continuar los esfuerzos de relajamiento monetario o persistir en la atención esencial a la evolución de los precios.

En materia fiscal, el debate se centra en la reducción del déficit fiscal y de la deuda pública como proporción del PIB, o bien en impulsar la actividad económica con expansión del gasto y/o reducciones tributarias. Estos debates no son teóricos, en realidad se traducirán inmediatamente en decisiones políticas que afectarán el futuro inmediato: en Europa, la decisión de establecer al BCE como supervisor bancario podría generar credibilidad y producir confianza, lo que eventualmente tenderá a reducir las presiones del costo de fondeo para los países periféricos. En Estados Unidos, luego de la decisión electoral, republicanos y demócratas tendrán que resolver el problema del techo de endeudamiento, considerando la necesidad de mantener finanzas públicas sustentables.

Como se observa, globalmente dependemos de decisiones en Europa y Estados Unidos que, pese a la disminución de su peso relativo mundial, siguen siendo fundamentales. Entre los 20 países con mayor PIB en dólares corrientes en el mundo está, por supuesto, Estados Unidos, que sigue teniendo el primer puesto; por parte de la Unión Europea están Alemania (4), Francia (5), Reino Unido (6), Italia (8), España (13) y Holanda (18), por ello sus decisiones siguen siendo relevantes. Pero cada año aumenta la presencia de los emergentes, que cuentan con China (lugar 2), Brasil (7), Rusia (9), India (10), los BRIC, seguidos por México (14), Indonesia (16) y Turquía (17), aunque el peso de su opinión siga siendo marginal.

Esta distribución de pesos relativos se altera sustancialmente y, en consecuencia, políticamente debiera representar un cambio en la significación de la opinión de estos países en la conducción de la economía mundial, si la comparación se realiza en dólares ajustados por la paridad del poder de compra. Los BRIC’s, por ejemplo, tendrían el siguiente peso: China (2), India (3), Rusia (6) y Brasil (7), en tanto que los europeos reducirían su peso: Alemania (5), Reino Unido (8), Francia (9), Italia (10) y España (14). El gran dato de esta estimación es que para 2017 China será la mayor economía del mundo.

Lo cierto es que el escenario básico se ha deteriorado, y la dificultad para aceptar explicaciones económicas heterodoxas del momento actual de la crisis parece llevar al mundo a una situación peor. El llamado de atención realizado por Krugman hace unos meses para detener la recesión no ha sido escuchado, pese a la enorme importancia global de la opinión de este economista. Así las cosas, el mundo verá que persistirá el llamado a mantener férreamente la austeridad fiscal, lo que no solucionará los problemas, pero sí afectará la vida de millones de personas.

Orlando Delgado Selley
La Jornada

miércoles, 10 de octubre de 2012

¿Colapso de la globalización y surgimiento del nacionalismo?

Uno de los signos inequívocos de la decadencia occidental a los dos lados del Atlántico norte –en plena crisis financiera, económica, social, política, energética, alimentaria, ambiental: es decir, crisis multidimensional y civilizatoria– es la ausencia de una rigurosa crítica cartesiana y su sustitución por la intoxicación masiva de una crapulosa propaganda hollywoodense que propalan los oligopólicos multimedia: engendros de la plutocracia que controla la desregulada globalización financierista que ha caído en un solipsismo cacofónico.
 
De allí que los conceptos antitéticos al modelo de la globalización imperante sean marginales en el mejor de los casos y gocen de mínima difusión, ya no se diga penetración, y hasta parezcan descabellados para la aplastante mayoría de una ciudadanía global más desinformada que nunca, paradójicamente, pese a su hiperconectividad.

No hay que hacerse ilusiones: lo seguro es que la plutocracia financierista que controla el oligopolio multimediático global cesará su desinformación de corte goebbeliano cuando fenezca el modelo que defienden sus egoístas intereses singulares. El zar ruso Vlady Putin confiesa que la situación financiera global se encuentra fuera de control y el almirante Stavridis, de EU, comenta que el mundo tiene parecido a 1914 en los Balcanes, mientras Chris Hedges, premio de periodismo Pulitzer, se aventura una vez más a sentenciar temerariamente –para los parámetros del ocultismo multimediático de corte hollywoodense en EU– El colapso de la globalización (Truthdig, 28/3/11) y que refrendó en una reciente intervención en Tv (YouTube, 30/4/12).

El extenso análisis de Hedges es vibrante, de corte periodístico, y su principal argumento radica en llamar en EU a despertar del autoengaño colectivo para realizar actos sostenidos de desobediencia civil (¡supersic!) contra el Estado de las trasnacionales plutocráticas para impedir ser propulsados a una catástrofe (sic) global.

Cita a John Ralston Saul, quien demostró puntualmente que cada promesa de la globalización ha sido una mentira. A mi juicio, el canadiense Ralston, presidente de PEN International, es uno de los óptimos pensadores humanistas del mundo, quien sorprendió gratamente con su libro El colapso del globalismo y la reinvención del nuevo mundo, donde plantea desde 2005 el retorno del nacionalismo. El argumento nodal del enorme Ralston (muy subvaluado) en su profético libro de hace ocho años es que la globalización se desvanece en pedazos contradictorios y que los ciudadanos retoman la bandera de los intereses nacionales frente a los fracasos del manager (el director empresarial) quien es más bien un tecnócrata incapaz de conducir a las sociedades.

Hedges no dice nada nuevo, pero condensa magistralmente todas las críticas conocidas contra la plutocracia global que ha devastado a las clases medias de EU y del mundo, ya no se diga empobrecido aún más a los desposeídos.

Mi crítica amable quizá consista en que le faltó la disección del mundo plutocrático en la fase de la desregulada globalización financierista y que se concentra en el poder de la bancocracia, específicamente de los 13 banksters de Wall Street (ver libro al respecto de Simon Johnson, ex director de Economía del FMI). La misma crítica amigable se puede hacer a Joseph Stiglitz y a Paul Krugman, quienes han fustigado juiciosamente los defectos económicos de la globalización, pero que, en forma extraña, nunca abordan el cáncer financierista consustancial de la desregulada globalización posmoderna y cuyas metástasis han alcanzado todos los rincones del planeta.

A mi juicio, para entender la verdadera dimensión de la crisis multidimensional / civilizatoria se debe abordar el cáncer financierista que explayan excelsamente Andy Coghlan y Debora MacKenzie (New Scientist, Revealed: the capitalist network that runs the world, 19/10/11).

Habría que reconocer que el libro del difunto Giovanni Arrighi –asiduo invitado al solvente Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, de la escuela braudeliana de pensamiento que sigue otro ilustre pensador, Wallerstein– El largo siglo XX (Verso, 1994), demuestra cómo las crisis financieras constituyen la fase constante de los ciclos del intermitente colapso capitalista desde el siglo XVII (modelos: genovés, holandés, británico y estadunidense). Vale la pena citar algunas frases lapidarias de Hedges, quien cataloga las revueltas que cunden en el planeta como el presagio del colapso de la globalización: Presagian un mundo donde los recursos vitales, incluyendo alimentación y agua, empleo y seguridad, son más escasos y difíciles de obtener. Presagian la creciente miseria de centenas de millones de personas que se encuentran atrapadas en estados fallidos sufriendo la escalada de la violencia y la pobreza paralizante. Presagian crecientes controles draconianos y la fuerza usada para proteger a la élite plutocrática que orquesta nuestro fallecimiento (¡supersic!). ¿No servirá el concepto hollywoodense de Estado fallido para dividir al mundo con una visión neofeudal tecnoamurallada entre el castillo tecnocrático de la plutocracia y sus alrededores relegados? A mi juicio, el muy trillado estado fallido es un muro conceptual que separa al uno por ciento de la plutocracia global del resto de la humanidad desahuciada.

Hedges arremete contra los capitalistas plutocráticos, quienes han tomado el control de nuestro dinero, alimentos, energéticos, nuestra educación, nuestra prensa, nuestro sistema de salubridad y nuestra gobernación como enemigos (¡súpersic!) mortales a ser vencidos.

A propósito, en fechas recientes fue publicado un estudio en EU que exhibe la estrepitosa pérdida de credibilidad de sus desinformadores multimedia.

Comenta Hedges que una alimentación adecuada, agua limpia y una básica seguridad se encuentran ya inalcanzables a quizá la mitad de la población mundial.

Fustiga la utopía del mercado que debe determinar la conducta humana y permite que las trasnacionales y las firmas de inversión continúen su asalto especulando con materias primas para elevar el precio de los alimentos y permite que la industria de guerra absorba la mitad (¡supersic!) de todos los gastos del Estado, generando billones de déficit, y lucrando con conflictos en Medio Oriente, que no tenemos oportunidad de ganar y permite que las trasnacionales evadan los controles más básicos y las regulaciones para cimentar en su lugar un neofeudalismo global. A mi juicio, nos encontramos en un paradójico feudalismo tecnológico: una humanidad retrocedida a la Edad Media, mientras la plutocracia financierista controla fines y medios con una pasmosa tecnología jamás soñada.

Contundente, Hedges sentencia que la última gente que debería estar a cargo de nuestro abastecimiento alimentario o de nuestra vida social y política, sin mencionar el bienestar de los niños enfermos, son los capitalistas plutocráticos y los especuladores de Wall Street. Amén.

Alfredo Jalife Rahme
La Jornada

domingo, 7 de octubre de 2012

Acaparamiento de tierras

Según la organización internacional Oxfam, en la última década se vendieron en todo el mundo terrenos con una superficie total ocho veces mayor que la del Reino Unido. En esta superficie se podrían cultivar alimentos para mil millones de personas; el mismo número de personas que cada noche se acuesta con hambre en todo el mundo.

Oxfam advierte en su nuevo informe, "Nuestra tierra, nuestras vidas", de que más de un 60% de las inversiones en tierras agrícolas que los inversores extranjeros realizaron entre el año 2000 y el año 2010 se llevaron a cabo en países en desarrollo con graves problemas de inseguridad alimentaria. Sin embargo, dos tercios de estos inversores prevén exportar todos los alimentos cultivados en dichas tierras. Casi el 60% de las tierras adquiridas en todo el mundo durante la pasada década han sido destinadas a la producción de cultivos a partir de los cuales se pueden obtener biocombustibles.

Con este nuevo informe, Oxfam pretende intensificar su campaña para acabar con el fenómeno del acaparamiento de tierras, que vulnera los derechos de las personas más pobres del mundo. Oxfam apoya el aumento de la inversión en agricultura, así como en las pequeñas familias agricultoras. Sin embargo, esta compra masiva de tierras sin precedentes no ha sido regulada o legislada de forma adecuada, de manera que sea posible evitar el acaparamiento de tierras. Esto significa que las personas que viven en la pobreza continúan siendo expulsadas de sus tierras, a menudo de forma violenta, sin haber sido consultadas o sin recibir compensación alguna. Muchas pierden sus hogares y se ven sumidas en la miseria, sin tener acceso a la tierra de la que dependen para comer y ganarse la vida.

En los países pobres, cada seis días se vende una superficie de terreno del tamaño de la ciudad de Londres a inversores extranjeros. En Liberia, en tan sólo cinco años, el 30% de la superficie del país ha sido objeto de transacciones de tierra. Oxfam calcula que las adquisiciones de tierra se triplicaron durante la crisis de los precios de los alimentos de 2008 y 2009, momento en que la tierra empezó a considerarse una inversión cada vez más  rentable. Con los precios de los alimentos de nuevo en máximos históricos es necesario adoptar medidas  urgentes para frenar una nueva ola de acaparamiento de tierras.

Oxfam considera que el Banco Mundial debe actuar ya y suspender de forma temporal las inversiones en tierras agrícolas para poder así revisar sus recomendaciones a los países en desarrollo, contribuir a establecer normas para los inversores e introducir políticas sólidas para frenar el acaparamiento de tierras. El Banco Mundial se encuentra en una posición única al ser tanto inversor en tierras como asesor de los países en desarrollo. Las inversiones en tierra del Banco Mundial han aumentado un 200% en la última década, mientras su brazo crediticio para el sector privado, la Corporación Financiera Internacional, ha establecido las normas que rigen la actividad de muchos inversores. Las propias investigaciones del Banco Mundial indican que los países en los que han tenido lugar las transacciones de tierra de mayor magnitud son aquellos en los que existe una protección débil de los derechos de las personas sobre la tierra. Y, desde el año 2008, comunidades que se han visto afectadas por proyectos de Banco Mundial han presentado 21 quejas formales en las que denuncian que sus derechos sobre la tierra han sido vulnerados.

Jeremy Hobbs, director ejecutivo de Oxfam, afirma: "El mundo se enfrenta a una ‘fiebre desenfrenada por la tierra’ que está dejando a las personas que viven en la pobreza a merced del hambre, la violencia y la amenaza de una vida sumidas en la miseria. El Banco Mundial se encuentra en una posición única para evitar que esto se convierta en uno de los mayores escándalos del siglo XXI"

"Estableciendo una suspensión temporal de las inversiones en tierra y reconsiderando su postura, el Banco Mundial puede dar ejemplo a todos los inversores y gobiernos, contribuyendo, así, a poner fin a las violaciones de los derechos humanos y a garantizar que los inversores realmente contribuyen a impulsar el desarrollo en algunas de las comunidades más pobres. Las inversiones deberían ser una buena noticia para los países en desarrollo, pero es fundamental que éstas sean verdaderamente beneficiosas y no resulten perjudiciales para las personas, ni las aboquen a una mayor pobreza, hambre o penurias económicas”.

Oxfam espera se produzcan avances encaminados a establecer esta suspensión durante la reunión anual del Banco Mundial, la primera desde que Jim Kin fuera nombrado nuevo presidente, que se celebrará en Tokio durante los próximos 12, 13 y 14 de octubre. Poner freno a sus inversiones a corto plazo proporcionará al Banco Mundial tiempo suficiente para poner en orden sus propios asuntos.
 
Oxfam espera que la suspensión de las inversiones en tierras por parte del Banco Mundial envíe un mensaje claro a los inversores de todo el mundo, para acabar con el acaparamiento de tierras y mejorar los estándares en relación a:

La transparencia: Debe garantizarse que la información sobre las transacciones de tierra sea de acceso público para las comunidades y gobiernos implicados.

La consulta y el consentimiento: Debe garantizarse que las comunidades son informadas previamente, de forma que puedan aceptar o rechazar los proyectos.

Los derechos sobre la tierra y la gobernanza: Es necesario reforzar los derechos de las personas sobre la tierra y los recursos naturales, especialmente los de las mujeres, a través de una mejor gobernanza de la tenencia de la tierra, tal y como establece el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial.

La seguridad alimentaria: Debe garantizarse que las inversiones no socaven la seguridad alimentaria en los ámbitos local y nacional.

Hobbs señala: "El Banco Mundial tiene el mandato de luchar contra a la pobreza en todo el mundo, y la responsabilidad de contribuir a frenar el acaparamiento de tierras. El Banco debe adoptar medidas urgentes para frenar la compra masiva de tierra, ya que lo más probable es que ésta tan sólo intensifique la competencia por los alimentos y los recursos naturales.  Asimismo, debe garantizar la protección de los derechos de las personas que viven en la pobreza".
 
Acaparamiento de tierras: Preguntas y respuestas, por Sol Ortega

La investigación de Oxfam demuestra que las grandes transacciones de tierra en los países pobres están haciendo que muchas personas se queden sin hogar y estén pasando hambre. Hay familias que se ven injustamente desalojadas de sus tierras, de modo que se quedan sin medios para cultivar alimentos o ganarse la vida. Los acaparamientos de tierra son un gran negocio para los inversores ricos, pero tienen un elevado coste para las personas que viven en la pobreza.

1. ¿En qué consiste el acaparamiento de tierras?

Las adquisiciones de tierras se convierten en acaparamiento de tierras cuando violan los derechos humanos, se llevan a cabo en secreto o cuando durante la operación de compra no se llevan a cabo consultas con las personas afectadas ni se recibe su consentimiento. Aquellos que acaparan tierras no tienen en cuenta el posible impacto social y medioambiental que conlleva dicha transacción.

2. ¿Cuál es el problema con los grandes acuerdos sobre tierras?, ¿acaso las inversiones no son algo bueno?


La inversión responsable es un elemento importante en la lucha contra la pobreza. Sin embargo, las grandes transacciones de tierra se están produciendo con tal celeridad y a una escala tan grande que las personas que viven en la pobreza son cada vez más vulnerables ante las injusticias y los acaparamientos de tierra.

3. ¿Qué suponen los acaparamientos para las personas que viven en dichas tierras?

Allí donde se producen acaparamientos de tierra, las comunidades pierden las tierras de las que dependen para cultivar sus alimentos y dar de comer a sus familias. Se les arrebatan sus hogares, trabajos y medios de vida, a veces de forma violenta, viéndose impotentes ante esa situación.


4. ¿Por qué hay una demanda tan elevada de tierras?

Los elevados precios de los alimentos y la demanda de nuevos combustibles son un factor importante de esta ecuación, ya que hacen que la tierra sea una inversión muy lucrativa. Esto, junto con el aumento continuo de la población y una demanda de alimentos cada vez más elevada, hace que las tierras parezcan una apuesta bastante segura para los inversores con más experiencia.

5. ¿Quién está implicado?

Desde Guatemala a Indonesia, de Liberia a Sudán, inversores de todos los tipos y tamaños están acaparando tierras. Gobiernos, exportadores de alimentos, tour operadores, especuladores de Wall Street… todos forman parte de una larga lista de actores involucrados.

6. Pero, si los inversores utilizaran la tierra para cultivar alimentos, ¿no iría todo mucho mejor a la larga?
 
Los países en vías de desarrollo necesitan urgentemente recibir inversiones, pero no inversiones que priven a las personas que viven en la pobreza del acceso a la tierra y a los recursos naturales. La mayor parte de los inversores en tierras tiene el propósito de exportar los alimentos que cultivan en dichas tierras a los países ricos, mientras que otros los utilizarán para cumplir con los elevados objetivos de biocombustibles en el mundo desarrollado. Todo esto hace que el problema del hambre se esté agravando enormemente.

7. ¿Hay alguna solución al problema?

Sí. El Banco Mundial no solo financia muchas de estas grandes operaciones de transacción de tierras, sino que tiene influencia sobre la forma en que se compran y venden dichas tierras. Es necesario que el Banco Mundial suspenda temporalmente sus grandes transacciones de tierras y que establezca normas justas que regulen este tipo de operaciones; normas que deberán seguir también el resto de inversores. Es necesario proteger los derechos de los más pobres y al mismo tiempo fomentar las inversiones positivas que contribuyan a luchar contra la pobreza.


Artistas internacionales advierten: la compra masiva de tierras está perjudicando a la gente más pobre, por  Sol Ortega

Escritores y artistas internacionales como Paul Theroux, Kamila Shamsie, Henning Mankell y Aminatta Forna, cantantes como Angelique Kidjo y Baaba Maal, el actor mexicano Gael García Bernal, la actriz de Sexo en Nueva York, Kristin Davis y el actor de la serie de televisión británica The Thick of It, Peter Capaldi,  se han unido a la campaña de Oxfam para detener el acaparamiento de tierras en los países en desarrollo. Todos ellos se han sumado a nuestro llamamiento al Banco Mundial para que lidere esta lucha, suspendiendo de forma temporal sus inversiones en tierras, para disponer, así, del tiempo necesario para establecer controles más exhaustivos y garantizar que no se perjudica a las personas que viven en la pobreza.

Durante la pasada década, una superficie del tamaño de la ciudad de Londres cambiaba de manos cada seis días debido a la competencia sin precedentes desatada entre los inversores extranjeros por la compra de tierras. Sin embargo, una legislación demasiado laxa no ha conseguido proteger los derechos y las necesidades de las personas que viven en las tierras afectadas, quienes a menudo son expulsadas, a veces de forma violenta, sin haber sido consultadas o sin recibir compensación alguna por los daños. Así, como consecuencia del acaparamiento de tierras, muchas personas vulnerables se ven obligadas a abandonar sus hogares y sumidas en la miseria, sin tierras que cultivar para alimentarse o ganarse la vida.

Angelique Kidjo, embajadora internacional de Oxfam, señala: “Es fundamental hacer frente a este problema. Las inversiones en tierras deberían beneficiar a las comunidades, no dejar personas hambrientas y sin hogar".

La tierra vendida en la última decada podría alimentar a mil millones de personas

La pasada década, se realizaron en todo el mundo transacciones de tierra con una superficie total ocho veces mayor que la de Reino Unido. En esta superficie de terreno se podría producir comida suficiente para alimentar a más de mil millones de personas cada año; el mismo numero de personas que cada noche se acuesta con hambre.

En una carta abierta al Banco Mundial, escritores y artistas de todo el mundo afirman:

"Ya conocemos la fiebre del oro o la fiebre del petróleo. Ahora nos enfrentamos a una nueva “fiebre” por la tierra; un escándalo oculto del siglo XXI que debemos detener. En África, en una década, los inversores extranjeros han adquirido terrenos para la agricultura cuya superficie total es igual al tamaño de Kenia. En Liberia, en tan sólo cinco años, el 30% de la superficie del país ha sido objeto de transacciones de tierra. Con los precios de los alimentos de nuevo en niveles máximos y los inversores en busca de lograr más beneficios, podría desatarse una nueva ola de acaparamiento de tierras. Es necesario establecer medidas de protección. Rápido".

El aumento de los precios de los alimentos y de la demanda de tierra agrícola, así como los esfuerzos realizados para cumplir con los objetivos de biocombustibles (que convierten los cultivos destinados a la alimentación en carburantes), son algunos de los factores responsables de esta "fiebre" por la tierra.

El Banco Mundial debe suspender sus propias inversiones en tierras a gran escala

Oxfam hace un llamamiento al Banco Mundial para que contribuya a evitar el acaparamiento de tierras, suspendiendo de forma temporal sus propias inversiones en tierras a gran escala. El Banco Mundial tiene el mandato de luchar contra la pobreza en todo el mundo y se encuentra, además, en una posición única para liderar la lucha contra el acaparamiento de tierras, ya que el Banco no sólo realiza sus propias inversiones en tierras, sino que además asesora a los países en desarrollo sobre esta cuestión. Poner freno a sus inversiones a corto plazo proporcionará al Banco Mundial tiempo suficiente para poner en orden sus propios asuntos, establecer normas para los inversores e introducir políticas más sólidas para frenar el acaparamiento de tierras.
 
Elena Cornellana
El Mercurio Digital