Tal como se esperaba,
las nuevas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) dan
cuenta de un escenario global que se deteriora consistentemente. Los
riesgos que se enfrentan hoy son mayores que hace seis y 12 meses. El
Panorama Económico Mundial, presentado anteayer, señala que la posible
concreción de estos riesgos tiene que ver con las acciones que gobiernos
y partidos políticos importantes en Estados Unidos y Europa decidan
instrumentar para enfrentar los principales desafíos económicos de corto
plazo.
El mundo enfrenta una difícil situación que se relaciona directamente con decisiones políticas. La actual crisis tiene más que ver con lo que quienes dirigen han decidido hacer, que con dificultades estructurales que sólo se resuelven a largo plazo. En particular, en lo que se refiere a la política monetaria hay una diferencia fundamental en los bancos centrales del mundo: continuar los esfuerzos de relajamiento monetario o persistir en la atención esencial a la evolución de los precios.
En materia fiscal, el debate se centra en la reducción del déficit fiscal y de la deuda pública como proporción del PIB, o bien en impulsar la actividad económica con expansión del gasto y/o reducciones tributarias. Estos debates no son teóricos, en realidad se traducirán inmediatamente en decisiones políticas que afectarán el futuro inmediato: en Europa, la decisión de establecer al BCE como supervisor bancario podría generar credibilidad y producir confianza, lo que eventualmente tenderá a reducir las presiones del costo de fondeo para los países periféricos. En Estados Unidos, luego de la decisión electoral, republicanos y demócratas tendrán que resolver el problema del techo de endeudamiento, considerando la necesidad de mantener finanzas públicas sustentables.
Como se observa, globalmente dependemos de decisiones en
Europa y Estados Unidos que, pese a la disminución de su peso relativo
mundial, siguen siendo fundamentales. Entre los 20 países con mayor PIB
en dólares corrientes en el mundo está, por supuesto, Estados Unidos,
que sigue teniendo el primer puesto; por parte de la Unión Europea están
Alemania (4), Francia (5), Reino Unido (6), Italia (8), España (13) y
Holanda (18), por ello sus decisiones siguen siendo relevantes. Pero
cada año aumenta la presencia de los emergentes, que cuentan con China
(lugar 2), Brasil (7), Rusia (9), India (10), los BRIC, seguidos por
México (14), Indonesia (16) y Turquía (17), aunque el peso de su opinión
siga siendo marginal.
Esta distribución de pesos relativos se altera sustancialmente y, en
consecuencia, políticamente debiera representar un cambio en la
significación de la opinión de estos países en la conducción de la
economía mundial, si la comparación se realiza en dólares ajustados por
la paridad del poder de compra. Los BRIC’s, por ejemplo, tendrían el
siguiente peso: China (2), India (3), Rusia (6) y Brasil (7), en tanto
que los europeos reducirían su peso: Alemania (5), Reino Unido (8),
Francia (9), Italia (10) y España (14). El gran dato de esta estimación
es que para 2017 China será la mayor economía del mundo.
Lo cierto es que el escenario básico se ha deteriorado, y la
dificultad para aceptar explicaciones económicas heterodoxas del momento
actual de la crisis parece llevar al mundo a una situación peor. El
llamado de atención realizado por Krugman hace unos meses para detener
la recesión no ha sido escuchado, pese a la enorme importancia global de
la opinión de este economista. Así las cosas, el mundo verá que
persistirá el llamado a mantener férreamente la austeridad fiscal, lo
que no solucionará los problemas, pero sí afectará la vida de millones
de personas.
Orlando Delgado Selley
La Jornada
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