jueves, 11 de octubre de 2012

Deterioro global

Tal como se esperaba, las nuevas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) dan cuenta de un escenario global que se deteriora consistentemente. Los riesgos que se enfrentan hoy son mayores que hace seis y 12 meses. El Panorama Económico Mundial, presentado anteayer, señala que la posible concreción de estos riesgos tiene que ver con las acciones que gobiernos y partidos políticos importantes en Estados Unidos y Europa decidan instrumentar para enfrentar los principales desafíos económicos de corto plazo.
 
En los últimos meses los indicadores de desempleo han aumentado en casi todos los países, lo que da cuenta de la gravedad de la situación para un número creciente de familias en el mundo entero; la actividad manufacturera se ha desacelerado; las dificultades financieras han aumentado, lo que se muestra en el incremento en el precio del dinero para países con problemas, provocando una canalización creciente de recursos presupuestales hacia los acreedores bancarios, en detrimento de las poblaciones.

El mundo enfrenta una difícil situación que se relaciona directamente con decisiones políticas. La actual crisis tiene más que ver con lo que quienes dirigen han decidido hacer, que con dificultades estructurales que sólo se resuelven a largo plazo. En particular, en lo que se refiere a la política monetaria hay una diferencia fundamental en los bancos centrales del mundo: continuar los esfuerzos de relajamiento monetario o persistir en la atención esencial a la evolución de los precios.

En materia fiscal, el debate se centra en la reducción del déficit fiscal y de la deuda pública como proporción del PIB, o bien en impulsar la actividad económica con expansión del gasto y/o reducciones tributarias. Estos debates no son teóricos, en realidad se traducirán inmediatamente en decisiones políticas que afectarán el futuro inmediato: en Europa, la decisión de establecer al BCE como supervisor bancario podría generar credibilidad y producir confianza, lo que eventualmente tenderá a reducir las presiones del costo de fondeo para los países periféricos. En Estados Unidos, luego de la decisión electoral, republicanos y demócratas tendrán que resolver el problema del techo de endeudamiento, considerando la necesidad de mantener finanzas públicas sustentables.

Como se observa, globalmente dependemos de decisiones en Europa y Estados Unidos que, pese a la disminución de su peso relativo mundial, siguen siendo fundamentales. Entre los 20 países con mayor PIB en dólares corrientes en el mundo está, por supuesto, Estados Unidos, que sigue teniendo el primer puesto; por parte de la Unión Europea están Alemania (4), Francia (5), Reino Unido (6), Italia (8), España (13) y Holanda (18), por ello sus decisiones siguen siendo relevantes. Pero cada año aumenta la presencia de los emergentes, que cuentan con China (lugar 2), Brasil (7), Rusia (9), India (10), los BRIC, seguidos por México (14), Indonesia (16) y Turquía (17), aunque el peso de su opinión siga siendo marginal.

Esta distribución de pesos relativos se altera sustancialmente y, en consecuencia, políticamente debiera representar un cambio en la significación de la opinión de estos países en la conducción de la economía mundial, si la comparación se realiza en dólares ajustados por la paridad del poder de compra. Los BRIC’s, por ejemplo, tendrían el siguiente peso: China (2), India (3), Rusia (6) y Brasil (7), en tanto que los europeos reducirían su peso: Alemania (5), Reino Unido (8), Francia (9), Italia (10) y España (14). El gran dato de esta estimación es que para 2017 China será la mayor economía del mundo.

Lo cierto es que el escenario básico se ha deteriorado, y la dificultad para aceptar explicaciones económicas heterodoxas del momento actual de la crisis parece llevar al mundo a una situación peor. El llamado de atención realizado por Krugman hace unos meses para detener la recesión no ha sido escuchado, pese a la enorme importancia global de la opinión de este economista. Así las cosas, el mundo verá que persistirá el llamado a mantener férreamente la austeridad fiscal, lo que no solucionará los problemas, pero sí afectará la vida de millones de personas.

Orlando Delgado Selley
La Jornada

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