miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cisis de la deuda. "Pekín ya no es un caballero blanco"

El anuncio por parte de Italia del desembolso masivo de capital chino para apoyar su economía nacional ha suscitado la esperanza de una intervención de Pekín para salvar al euro. No obstante, hay que protegerse de las falsas esperanzas, puesto que China es un inversor cauto y prudente, explica La Repubblica. 

¿Entrarán los chinos en el gigante público de la energía ENI o en la compañía eléctrica pública ENEL? ¿pueden adquirir una parte del conglomerado industrial Finmeccanica, o del puerto de Génova? ¿desembolsar capital en el banco Unicredit a cambio de su participación en las subastas de bonos del tesoro plurianuales, ocupando así el puesto de Muamar el Gadafi?

 Para comprender qué fundamento tienen las especulaciones en los distintos ámbitos – o si es la misma Italia quien alimenta estos rumores – es necesario desplegar el mapa de inversiones chinas en el mundo, las estrategias financieras de Pekín, y sus implicaciones con los intereses geopolíticos de la segunda economía mundial.

 Se están produciendo dos tipos de ajustes en la gestión del capital chino: la diversificación con respecto al dólar frente a otras monedas; y el desplazamiento de títulos públicos hacia paquetes de acciones en empresas industriales y, en la medida de lo posible, de relevancia estratégica para China. Estos ajustes son graduales y, en ningún momento, deben poner en riesgo la "estabilidad del sistema económico global".

La "SAFE", un coloso financiero

Quienes se afanan en interpretar los contactos Roma-Pekín como “un voto de confianza” del Gobierno chino en la solvencia italiana, se confunden, y mucho. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, también cayó en esa trampa al anunciar muy rápidamente que China iba a comprar grandes cantidades de deuda pública española, cuyo montante a la postre se podría considerar como más bien modesto. 

 En pleno desastre sistémico de 2008, Estados Unidos solicitó a los estrategas chinos que hiciesen de “caballeros blancos”, lo que desencadenó agrias polémicas en China, por la cordura de dichas operaciones. En el peor momento, cuando los índices bursátiles habían alcanzado sus mínimos históricos, los propios dirigentes políticos chinos acusaron a sus gestores de haber malgastado sus recursos nacionales para prestar auxilio de manera tan arriesgada como inútil a los bancos estadounidenses. Hoy el balance de estas operaciones resulta menos negativo, pero las cicatrices perduran y aconsejan prudencia a los responsables en Pekín. 

Los jugadores de esta partida son dos colosos financieros. En primer lugar, hay una “sede social”, el organismo de Estado que, como un verdadero ministerio, administra las reservas monetarias del banco central. Dichas reservas son el resultado de años de activos comerciales que China ha acumulado en el resto del mundo, y son los más ricos del planeta: 3,2 billones de dólares [2,3 billones de euros]. El acrónimo de la Comisión Estatal de Administración de Divisas – “SAFE” [State Administration of Foreign Exchange] por sus siglas en inglés, que significa en ese idioma “seguro” y también “caja fuerte” – es una síntesis eficaz de su filosofía en materia de inversiones.

Con la velocidad con la que los nuevos activos comerciales reflotan las reservas del banco central chino, ya que únicamente en el primer semestre de este año, la SAFE ha invertido 275.000 millones de dólares [200.000 millones de euros], lo que implica que, si quisiese, la SAFE podría comprar todos los títulos de deuda italianos que vencen antes de final de año. Lo cual no sería precisamente “safe” [seguro], por lo que el banco central chino sigue reinvirtiendo la mayoría de sus reservas en bonos del Tesoro estadounidenses.

Los rumores sobre un apoyo a España tuvieron impacto efímero

Respecto a la diversificación en curso del dólar hacia otras monedas, el banco central de Pekín favorece, para seguir estando “safe”, los bonos alemanes y los títulos de deuda japonesa, todos ellos considerados inversiones sólidas. Los reiterados anuncios de adquisiciones masivas por parte de China de bonos de los países mediterráneos se consideran todavía exagerados. En julio de 2010, los rumores sobre un apoyo a España tuvieron un impacto efímero sobre los mercados (SAFE había adquirido 500 millones en bonos a diez años, una inversión modesta). 

En octubre de 2010, el primer ministro chino, Wen Jiabao, visitó Atenas y allí también las expectativas de compras masivas de títulos griegos tuvieron una vida muy corta. La única compra real fue la entrada del gigante chino de la logística Cosco en la gestión del puerto de Atenas. Este episodio ilustra otra dimensión de la estrategia china, más agresiva y que tiene como protagonista a la China Investment Corporation (CIC, Corporación China de Inversión), el fondo soberano de Pekín. Todos sus recursos provienen de la misma fuente: las reservas monetarias del banco central.

Pero la CIC tiene más libertad de acción y funciones diversas, es la avanzadilla de la penetración de China en la economía global. Su estatus le atribuye una “orientación comercial y los objetivos puramente económico financieros”. La CIC es una sociedad que debe rendir cuentas a sus accionistas (el Gobierno de Pekín), y eso no excluye que pueda servir de caballo de Troya para sus objetivos estratégicos, como la adquisición de nuevas tecnologías, de know how en cuestión de gestión, la creación de puntas de iceberg sobre los mercados que prometen, o en las actividades en las que China todavía debe mejorar su competitividad.

Europa, relegada a la tercera posición en inversiones

Geográficamente, las inversiones directas siguen concentrándose en Estados Unidos, con un 42%, seguidas de Asia con un 30%, mientras Europa queda relegada a la tercera posición, con el 22%. Europa representa también un ejemplo de la diversificación de China hacia los activos industriales: sacando partido de la crisis de 2008, los chinos consiguieron que el fabricante de automóviles Ford les cediese el control de Volvo.

La próxima cumbre de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y África del Sur), que se celebrará la próxima semana en Washington y donde se debatirán los posibles apoyos a la zona euro, es un signo de este cambio de era. Hoy en día son las potencias emergentes quienes disponen de capitales y a quienes hay que pedírselos. Guido Mantega, el ministro de Finanzas de Brasil, ha anunciado que la crisis de la zona euro está “a la orden del día”.

El mundo al revés. Brasil y Rusia que ayer eran sinónimo de “impago” están hoy, junto con China, en la lista de potenciales “caballeros blancos”, con tal de que quieran desempeñar ese papel y que las contrapartidas que les ofrecemos sean de su agrado.

Federico Rampini
La Repubblica

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