El pueblo soberano se opone al rescate de bancos y exige responsabilidades a los culpables de la crisis financiera.
Landsbankinn, el segundo banco de Islandia, ha tomado una medida sin
precedentes en el mundo financiero: devolver dinero a sus clientes. Esta
es la forma que los nuevos responsables del banco tienen de compensar
el esfuerzo que la sociedad islandesa ha hecho para sanear una entidad
crediticia quebrada hace menos de tres años. Landsbankinn reembolsará a
los clientes que estén pagando créditos parte de los intereses
desembolsados, así como proveerá ayudas a los hipotecados con el fin de
reducir su endeudamiento.
Esta sorprendente e inédita iniciativa podría beneficiar a unos
70.000 clientes de la entidad, y responde —a juicio de un alto
responsable de la entidad financiera— al “compromiso y responsabilidad
social corporativa” ante “la sólida posición financiera” por la que
atraviesa el banco después de dos largos ejercicios de crisis.
Los clientes de Landsbankinn podrán percibir el 20 por ciento de los
intereses pagados desde diciembre de 2008, con un máximo de 6.000
euros. El banco también ha puesto en marcha una medida para ayudar a
aquellos que no llegan a fin de mes y no pueden cumplir con los
compromisos de la hipoteca. Para ello, en lugar de calcular el valor de
la vivienda en función de la tasación del inmueble lo hará a precios de
mercado, lo que provocará una disminución de la deuda por la caída en
los precios de los inmuebles.
El banco islandés además da otra solución a sus clientes, como
reducir la deuda de aquellos ciudadanos cuyos números rojos estén muy
por encima de la capacidad de pago del prestatario, tras un análisis
previo de la entidad. Esta medida permitirá reducir deudas de hasta
cuatro millones de coronas (24.000 euros). Para acogerse a este
beneficio, el cliente se comprometerá a pagar la cantidad pendiente en
un plazo de tres años.
Disputa con el Reino Unido y Holanda
La decisión de regalar dinero se produce en medio de la disputa
judicial que Islandia mantiene con el Reino Unido y Holanda por
incumplir sus compromisos. Los ciudadanos del país se negaron en
referéndum a devolver unos 4.000 millones de euros que los bancos
británicos y holandeses prestaron a más de 320.000 personas tras la
quiebra de Icesave, una filial de Landsbankinn.
El Gobierno islandés tuvo que llevar a referéndum la decisión de
reembolsar el dinero ante la revuelta y desencanto social suscitado en
Islandia. El rescate del sistema financiero colocó al país en una
situación crítica. La crisis provocó el colapso de su sector y el
Ejecutivo se vio obligado a nacionalizar sus tres bancos: Glitnir,
Landsbankinn y Kaupthing. Antes de esta decisión, la deuda islandesa se
elevó a seis veces el Producto Interior Bruto (PIB). Fue tan alarmante
la situación que Islandia tuvo que solicitar ayuda al Fondo Monetario
Internacional (FMI). A finales de 2008, el país recibió un préstamo por
importe de 2.100 millones de dólares (1.800 millones de euros).
La respuesta ciudadana a esta dramática situación fue de profunda
irritación, manifestando airadamente su oposición al rescate de su
sector financiero. Islandia es uno de los países europeos con mayores
beneficios sociales y con uno de los estados de bienestar más avanzados.
Con la ayuda del FMI, el Estado tuvo que emprender una serie de medidas
urgentes de ajuste, lo que provocó la ira de la población y empujó a su
Gobierno a convocar elecciones anticipadas a principios de 2009.
Cerco de silencio informativo sobre Islandia
El caso de la crisis económica islandesa ha resultado ser todo un
paradigma. Resulta extraño y chocante a la vez el muro de silencio
impuesto por los medios de comunicación del resto del mundo. ¿Cuáles son
las razones para aislar, informativamente hablando, a Islandia de la
comunidad internacional? ¿Será acaso que el ejemplo de cómo la nación
islandesa ha solucionado su traumática crisis financiera pudiera
constituir un ejemplo muy peligroso para las demás naciones afectadas
del mismo mal? ¿Por qué, en cambio, la prensa mundial airea con toda
prontitud hasta el mínimo detalle de cuanto pasa en Egipto o en Libia?
Cuando menos esta paradoja resulta sospechosa.
En esta pequeña nación del Atlántico norte (una gélida isla
volcánica de poco más de 100.000 km2 y unos 350.000 habitantes) el
pueblo hizo dimitir a su gobierno al completo el 1 de febrero de 2009.
El nuevo ejecutivo de corte socialdemócrata, presidido por Jóhanna Sigurðardóttir,
política profesional y lesbiana declarada, adoptó inmediatamente
medidas drásticas: nacionalizó los principales bancos, decidió no pagar
la deuda contraída con Gran Bretaña y Holanda a causa de su mala
política financiera y creó una asamblea popular para redactar una nueva
constitución.
Breve historia de la «Revolución Islandesa»
En 2008 se nacionaliza el Landsbankinn, principal banco del país. La moneda se desploma, la bolsa suspende su actividad. El país se declara en bancarrota. Al año siguiente el descontento social lleva a gran parte de la ciudadanía a protestar frente al parlamento, logrando que se convocaran elecciones anticipadas y la dimisión del primer ministro junto a todo su gobierno.
En 2008 se nacionaliza el Landsbankinn, principal banco del país. La moneda se desploma, la bolsa suspende su actividad. El país se declara en bancarrota. Al año siguiente el descontento social lleva a gran parte de la ciudadanía a protestar frente al parlamento, logrando que se convocaran elecciones anticipadas y la dimisión del primer ministro junto a todo su gobierno.
Continúa la pésima situación económica del país. Mediante una ley el
gobierno propone la devolución de la deuda a Gran Bretaña y Holanda:
las familias islandesas pagarán un total de 3.500 millones de euros en
mensualidades durante los siguientes 15 años, a un interés del 5,5 por
ciento. Ante tal propuesta, los ciudadanos se vuelven a echar a la calle
y reclaman someter la ley a referéndum. Poco después, en enero de 2010,
el presidente se niega a ratificar la ley y anuncia que habrá consulta
popular. En marzo se celebra el referéndum y el NO al pago de la deuda
arrasa con el 93 por ciento de los votos.
Entre tanto, el gobierno ha iniciado una investigación para dirimir
judicialmente las responsabilidades de la crisis. Comienzan las
detenciones de varios banqueros y altos ejecutivos. Los banqueros
implicados abandonan el país mientras la Interpol dicta órdenes de
búsqueda. En este contexto de crisis, se elige una Asamblea para
redactar una nueva constitución que recoja las lecciones aprendidas de
la crisis y que sustituya a la actual, una copia de la constitución
danesa. Para ello, se recurre directamente al pueblo soberano. Se eligen
25 ciudadanos sin filiación política de los 522 que se han presentado a
las candidaturas, para lo cual sólo era necesario ser mayor de edad y
tener el apoyo de 30 personas. La asamblea constituyente comienza su
trabajo en febrero de este año y presenta un proyecto de carta magna a
partir de las recomendaciones consensuadas en distintas asambleas que se
celebrarán por todo el país. Deberá ser aprobada por el actual
Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones
legislativas.
¿El caso islandés es un buen ejemplo para el resto del mundo? Juzgue
usted mismo, querido lector. Yo, sinceramente, pienso que sería
altamente gratificante para la moral ciudadana, además de muy
pedagógico, imponer severas sanciones a los responsables financieros de
la crisis económica que desde 2008 estamos sufriendo. Rescatar bancos
privados con dinero público no debería ser una competencia exclusiva de
los gobiernos. El pueblo soberano es, en última instancia, quien debería
tomar tan grave decisión, ya que es él el que tiene que pagar los
platos rotos.
Periodista Digital
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