sábado, 3 de septiembre de 2011

Cerco informativo a la «Revolución Islandesa»

El pueblo soberano se opone al rescate de bancos y exige responsabilidades a los culpables de la crisis financiera.

Landsbankinn, el segundo banco de Islandia, ha tomado una medida sin precedentes en el mundo financiero: devolver dinero a sus clientes. Esta es la forma que los nuevos responsables del banco tienen de compensar el esfuerzo que la sociedad islandesa ha hecho para sanear una entidad crediticia quebrada hace menos de tres años. Landsbankinn reembolsará a los clientes que estén pagando créditos parte de los intereses desembolsados, así como proveerá ayudas a los hipotecados con el fin de reducir su endeudamiento.

Esta sorprendente e inédita iniciativa podría beneficiar a unos 70.000 clientes de la entidad, y responde —a juicio de un alto responsable de la entidad financiera— al “compromiso y responsabilidad social corporativa” ante “la sólida posición financiera” por la que atraviesa el banco después de dos largos ejercicios de crisis.

Los clientes de Landsbankinn podrán percibir el 20 por ciento de los intereses pagados desde diciembre de 2008, con un máximo de 6.000 euros. El banco también ha puesto en marcha una medida para ayudar a aquellos que no llegan a fin de mes y no pueden cumplir con los compromisos de la hipoteca. Para ello, en lugar de calcular el valor de la vivienda en función de la tasación del inmueble lo hará a precios de mercado, lo que provocará una disminución de la deuda por la caída en los precios de los inmuebles.

El banco islandés además da otra solución a sus clientes, como reducir la deuda de aquellos ciudadanos cuyos números rojos estén muy por encima de la capacidad de pago del prestatario, tras un análisis previo de la entidad. Esta medida permitirá reducir deudas de hasta cuatro millones de coronas (24.000 euros). Para acogerse a este beneficio, el cliente se comprometerá a pagar la cantidad pendiente en un plazo de tres años.

Disputa con el Reino Unido y Holanda
La decisión de regalar dinero se produce en medio de la disputa judicial que Islandia mantiene con el Reino Unido y Holanda por incumplir sus compromisos. Los ciudadanos del país se negaron en referéndum a devolver unos 4.000 millones de euros que los bancos británicos y holandeses prestaron a más de 320.000 personas tras la quiebra de Icesave, una filial de Landsbankinn.

El Gobierno islandés tuvo que llevar a referéndum la decisión de reembolsar el dinero ante la revuelta y desencanto social suscitado en Islandia. El rescate del sistema financiero colocó al país en una situación crítica. La crisis provocó el colapso de su sector y el Ejecutivo se vio obligado a nacionalizar sus tres bancos: Glitnir, Landsbankinn y Kaupthing. Antes de esta decisión, la deuda islandesa se elevó a seis veces el Producto Interior Bruto (PIB). Fue tan alarmante la situación que Islandia tuvo que solicitar ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI). A finales de 2008, el país recibió un préstamo por importe de 2.100 millones de dólares (1.800 millones de euros).

La respuesta ciudadana a esta dramática situación fue de profunda irritación, manifestando airadamente su oposición al rescate de su sector financiero. Islandia es uno de los países europeos con mayores beneficios sociales y con uno de los estados de bienestar más avanzados. Con la ayuda del FMI, el Estado tuvo que emprender una serie de medidas urgentes de ajuste, lo que provocó la ira de la población y empujó a su Gobierno a convocar elecciones anticipadas a principios de 2009.

Cerco de silencio informativo sobre Islandia
El caso de la crisis económica islandesa ha resultado ser todo un paradigma. Resulta extraño y chocante a la vez el muro de silencio impuesto por los medios de comunicación del resto del mundo. ¿Cuáles son las razones para aislar, informativamente hablando, a Islandia de la comunidad internacional? ¿Será acaso que el ejemplo de cómo la nación islandesa ha solucionado su traumática crisis financiera pudiera constituir un ejemplo muy peligroso para las demás naciones afectadas del mismo mal? ¿Por qué, en cambio, la prensa mundial airea con toda prontitud hasta el mínimo detalle de cuanto pasa en Egipto o en Libia? Cuando menos esta paradoja resulta sospechosa. 

En esta pequeña nación del Atlántico norte (una gélida isla volcánica de poco más de 100.000 km2 y unos 350.000 habitantes) el pueblo hizo dimitir a su gobierno al completo el 1 de febrero de 2009. El nuevo ejecutivo de corte socialdemócrata, presidido por Jóhanna Sigurðardóttir, política profesional y lesbiana declarada, adoptó inmediatamente medidas drásticas: nacionalizó los principales bancos, decidió no pagar la deuda contraída con Gran Bretaña y Holanda a causa de su mala política financiera y creó una asamblea popular para redactar una nueva constitución.

Breve historia de la «Revolución Islandesa»

En 2008 se nacionaliza el Landsbankinn, principal banco del país. La moneda se desploma, la bolsa suspende su actividad. El país se declara en bancarrota. Al año siguiente el descontento social lleva a gran parte de la ciudadanía a protestar frente al parlamento, logrando que se convocaran elecciones anticipadas y la dimisión del primer ministro junto a todo su gobierno.

Continúa la pésima situación económica del país. Mediante una ley el gobierno propone la devolución de la deuda a Gran Bretaña y Holanda: las familias islandesas pagarán un total de 3.500 millones de euros en mensualidades durante los siguientes 15 años, a un interés del 5,5 por ciento. Ante tal propuesta, los ciudadanos se vuelven a echar a la calle y reclaman someter la ley a referéndum. Poco después, en enero de 2010, el presidente se niega a ratificar la ley y anuncia que habrá consulta popular. En marzo se celebra el referéndum y el NO al pago de la deuda arrasa con el 93 por ciento de los votos.

Entre tanto, el gobierno ha iniciado una investigación para dirimir judicialmente las responsabilidades de la crisis. Comienzan las detenciones de varios banqueros y altos ejecutivos. Los banqueros implicados abandonan el país mientras la Interpol dicta órdenes de búsqueda. En este contexto de crisis, se elige una Asamblea para redactar una nueva constitución que recoja las lecciones aprendidas de la crisis y que sustituya a la actual, una copia de la constitución danesa. Para ello, se recurre directamente al pueblo soberano. Se eligen 25 ciudadanos sin filiación política de los 522 que se han presentado a las candidaturas, para lo cual sólo era necesario ser mayor de edad y tener el apoyo de 30 personas. La asamblea constituyente comienza su trabajo en febrero de este año y presenta un proyecto de carta magna a partir de las recomendaciones consensuadas en distintas asambleas que se celebrarán por todo el país. Deberá ser aprobada por el actual Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones legislativas.

¿El caso islandés es un buen ejemplo para el resto del mundo? Juzgue usted mismo, querido lector. Yo, sinceramente, pienso que sería altamente gratificante para la moral ciudadana, además de muy pedagógico, imponer severas sanciones a los responsables financieros de la crisis económica que desde 2008 estamos sufriendo. Rescatar bancos privados con dinero público no debería ser una competencia exclusiva de los gobiernos. El pueblo soberano es, en última instancia, quien debería tomar tan grave decisión, ya que es él el que tiene que pagar los platos rotos. 

Periodista Digital

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