Las decisiones de unos pocos nos han llevado a la crisis de los últimos años” y
ahora (esas) mismas personas se presentarán aquí como la solución a esos problemas, advirtió David Roth, presidente del ala joven del Partido Socialista Suizo. Lo dijo bajo una manta que rezaba:
No dejes que decidan por tí, en referencia a los poco más de 2 mil 600 participantes en el Foro Económico Mundial (FEM), que desde ayer, como lo han hecho por 42 años, se reúnen en Davos, Suiza.
Pero Davos ofrece a sus huéspedes discreta cercanía a la banca suiza, feroz opositora a la más leve medida que toque el secreto bancario de su heterogénea clientela; a decir de ex funcionarios del Banco Mundial (BM) ese hermetismo es ingrediente nodal de la
gobernanzade la periferia capitalista.
A Davos acuden algunos personajes de la burguesía europea y de Estados Unidos, hoy como ayer, en relaciones de
amor/ odiopor mercados, moneda y recursos. La mayoría de asistentes son Ceos que operan desde bancos, firmas de inversión, grandes empresas, representantes del G-20, ideólogos, economistas de prestigio e importantes cargos del Banco Central de Europa (BCE), del FMI y BM-BID –entes subrogados del Departamento del Tesoro y sus country managers, que fungen como
presidentes,
ministrosde Hacienda o Economía, etcétera.
Ahí están los
sicarios económicosy sus cómplices en los más altos puestos gubernamentales, encargados de
las reformas estructurales: del ataque al salario, a los contratos colectivos y al patrimonio nacional, bajo impulso de
cañonazosbillonarios, o sea,
empréstitos de sobornización, como los califica Joseph Stiglitz, porque conllevan jugosas comisiones en depósito bancario seguro y legal.
Según John Perkins, reclutado por la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, quien operó desde una firma de inversión bostoniana dedicada a proyectos de ingeniería,
al igual que nuestros semejantes en la mafia... concedemos favores. Éstos adoptan la apariencia de créditos destinados a desarrollar infraestructuras, centrales generadoras de elecricidad, carreteras, puertos, aeropuertos o parques industriales. Una de las condiciones de estos empréstitos es que los proyectos y la construcción deben correr a cargo de compañias de nuestro país. Y el resultado es que, en realidad, la mayor parte del dinero nunca sale de Estados Unidos. En esencia, sencillamente se transfiere desde los emporios bancarios de Washington a las constructoras de Nueva Yortk, Houston o San Francisco(Confesiones de un gánster económico, Barcelona, Urano, 2004, p.22).
Son ellos y sus cómplices en las cúpulas gubernamentales,
encargados de la gestión de empréstitos del BM-BID, quienes, junto al
resto de los invitados al FEM disertarán, con gran despliegue en los
medios, sobre
la gran transformación: desarrollar nuevos modelos. Como ya Klaus Schwab, fundador del FEM, admitió que
el capitalismo es obsoletose intentaría su
transformación, como si fuera posible despojarlo de sus contradicciones inherentes, de su insostenibilidad social, bioatmosférica: en momentos en que se profundiza la crisis múltiple, con más desempleo crónico y polarización, con amagos de un acople recesivo –o depresivo– global. La historia muestra que son procesos usualmente seguidos de
desacoplescomerciales, monetarios y de la geopolitización de relaciones económicas esenciales, como el mercado petrolero.
La convocatoria usa el título del clásico (1944) de Karl Polanyi, La gran transformación (FCE,
1992) sobre el librecambismo, la desregulación y el desenfreno
especulativo, en la génesis de la gran depresión y la Segunda Guerra
Mundial.
En Davos se recurre al despliegue policial/militar, con 4 mil
policías, ante la protesta in situ de cientos de indignados de Ocupa el
FEM, instalado en medio de la nieve y el hielo que todavía existen en
los Alpes.
¿Es eso y la insaciable codicia por más
reformas estructuraleso la alarmante nazificación del capitalismo (manifiesta en guerras de agresión por parte de una OTAN encabezada por Estados Unidos, en pos del magno botín petrolero de Irak, Libia e Irán), parte de la “gran transformación? ¿o es un estado de excepción global, la antesala de una conflagración terminal?
John Saxe-Fernández
La Jornada
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