martes, 5 de julio de 2011

El sistema vomita hombres

1.000 millones de pobres. La inflación de alimentos y la creciente franja mundial de habitantes en situación de desnutrición llevaron a la agenda internacional la necesidad de regular los mercados financieros de commodities para evitar que una burbuja especulativa complique todavía más el panorama. En 10 años, el mundo deberá producir un 70% más de alimentos que hoy.

“El sistema vomita hombres”, denunciaba Eduardo Galeano en su valiente Venas abiertas de América Latina a comienzos de la álgida década del setenta. La sentencia tristemente actualizada al mundo financiero de este primer decenio del siglo XXI lejos de perder vigencia, se magnifica de cara a la profunda problemática alimenticia que atraviesa buena parte del globo.

Las crudas estimaciones indican que actualmente son más de 930 millones las personas que sufren de hambre en el mundo. El número viene creciendo desde 1995, paradójicamente el año en que se cerraban los acuerdos del 1º Objetivo de Desarrollo del Milenio: “Reducir a la mitad para 2015 el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a 1 dólar por día”. Según el Banco Mundial, en estos últimos 15 años entre 100 y 150 millones personas pasaron a ser consideradas “población con nutrición insuficiente”.

La sostenida inflación de los alimentos complica severamente el panorama, en el que sobrevuela una resignación mundial ante la dificultad por controlarla. Sucede que, además de la fuerte y creciente demanda internacional, se suman las presiones que los capitales especulativos generan, inflando burbujas financieras con los commodities alimenticios y llevando los precios a niveles históricos.

Para la próxima década, se estima que el mundo deberá producir un 70% más de alimentos para corresponder al crecimiento de la demanda. Sólo en China, de sus 1.300 millones de habitantes, unos 300 millones son de sectores medios que ingresaron al mercado demandante y que hasta hace unos 15 años no figuraban siquiera en los estudios de perspectivas.
Inflar los precios

Desde 2005 hasta 2008 los precios mundiales de los alimentos subieron un 80%. La tendencia no se detuvo: según datos de la FAO, en el segundo semestre de 2010, crecieron un 30%. Si se pone la lupa sobre el trigo, el precio casi se duplicó, mientras que el maíz creció en los últimos meses del año pasado más del 60%.

Buena parte de este incremento se explica gracias al fuerte componente especulativo que los mercados financieros de commodities comenzaron a registrar luego de que estallara la crisis económica internacional y se debilitara el dólar, perdiendo su carácter de refugio de inversión.

Frederick Kaufman, un especialista norteamericano en temas alimenticios, sostiene directamente que fue la “codicia” de Wall Street la que infló los precios con tanta vertiginosidad. En 2003 el mercado de futuros de materias primas estaba en el orden de unos 13.000 millones de dólares; para julio 2008, ya había unos 318.000 millones; en abril 2011 las transacciones en las bolsas del mundo en materias primas rondaron los 412.000 millones de dólares. Es decir que en 8 años el dinero volcado en este segmento de commodities creció más de 30 veces. Se constituyó –dice Kaufman, y difícilmente se pueda desmentir- “una autentica burbuja alimentaria”.

Actualmente, hay cerca de 2.000 millones de personas que gastan más del 50% de sus ingresos en alimentos. Según los últimos datos mundiales, durante 2008 unos 250 millones de habitantes pasaron a engrosar las caudalosas corrientes de hambrientos que circulan por el globo. Como información actual se puede aportar los últimos informes que difundió el Banco Mundial, donde se asegura que entre octubre de 2010 y enero de 2011, los precios de los alimentos crecieron un 15% y, automáticamente, 44 millones de personas ingresaron en la categoría de “pobres” (por debajo de la línea de US$1,25 al día)

Fuente: Rebelión
Blog del autor: http://relatosdetierra.blogspot.com/2011/07/el-sistema-vomita-hombres.html

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