El
sistema creado en Bretton Woods hace siete décadas está a punto de
colapsar. No se trata de un hundimiento abrupto sino de la lenta erosión
de su legitimidad y de la capacidad para dirigir los asuntos globales.
En su lugar viene pugnando por nacer un nuevo orden cuyos cimientos
comenzó a construir la IV Cumbre de los BRICS en Nueva Delhi.
Vivimos
un parteaguas, asegura el historiador Paul Kennedy. “Mientras ocurre,
son muy pocos los contemporáneos que se dan cuenta de que han entrado en
una nueva era”, escribió en un articulo titulado, precisamente, “¿Hemos
entrado en una nueva era?” (El País, 3 de noviembre de 2011). El
historiador prefiere no abordar los cambios bruscos como las grandes
guerras, sino “la lenta acumulación de fuerzas transformadoras, en su
mayor parte invisibles, casi siempre impredecibles, que, tarde o
temprano, acaban convirtiendo una época en otra distinta”.
En
su análisis destaca cuatro “fuerzas transformadoras”. La primera es la
erosión constante del dólar que pasó de representar el 85 por ciento de
las divisas internacionales para situarse en el entorno del 60 por
ciento. Caminamos hacia un mundo en el que habrá sólo tres grandes
divisas de reserva: el dólar, el euro y el yuan. La segunda es la
parálisis del proyecto europeo. La tercera es el ascenso de Asia que
supone el fin de “500 años de historia” hegemonizada por Occidente. La
cuarta es la decrepitud de las Naciones Unidas.
La
mirada larga del historiador podría ser complementada con el tiempo
corto del análisis estratégico como el que esboza el Laboratorio Europeo
de Anticipación Política (leap)
en el análisis de las tendencias globales del último año: “En marzo de
2011 todavía estábamos en el mundo unipolar post 1989. En marzo de 2012
ya estamos en el mundo multipolar post crisis que vacila entre
confrontaciones y colaboraciones” (Geab No. 63, 17 de marzo de
2012). En suma, estamos parados sobre una coyuntura de cambios profundos
que dejarán su impronta en el mundo del siglo 21.
La
IV Cumbre del BRICS realizada el 28 y 29 de marzo en Nueva Delhi, es
uno de los núcleos del cambio ya que encarna una de las más potentes
fuerzas transformadoras que refiere Kennedy. Los jefes de Estado Dilma
Rousseff (Brasil), Dmitri Medvedev (Rusia), Hu Jintao (China) y Jacob
Zuma (Sudáfrica) y el primer ministro Manmohan Singh (India) decidieron
comenzar a trabajar para crear un banco de desarrollo de los cinco
países que es un reflejo del peso adquirido por el grupo en la economía
mundial pero también una reacción ante la negativa de los Estados Unidos
y la Unión Europea de soltar el control del Banco Mundial y del Fondo
Monetario Internacional.
Los
cinco emergentes, a los que pueden sumarse en un futuro Turquía,
Indonesia e Irán, buscan transformar a sus países en alternativa a las
instituciones mundiales dominadas por países occidentales y transformar
su creciente poder económico en influencia política y diplomática. La
creación de un “banco del BRICS” permite a los países contar con
recursos para obras de infraestructura y contar con instrumentos de
crédito para afrontar crisis financieras como las que afronta Europa.
El Yuan despliega sus alas
En
los últimos meses el yuan ha sido aceptado por varios países como
moneda para intercambio bilateral en sustitución del dólar. En diciembre
China y Japón acordaron eliminar gradualmente el dólar en los pagos
mutuos para utilizar las monedas nacionales (yen y yuan) en el comercio
bilateral. Más importante aún, Japón decidió comprar bonos chinos
nominados en yuanes. Ambas decisiones, tomadas en diciembre de 2011,
tienden a acelerar la conformación de una zona de libre comercio
asiática en la que participarán nada menos que la segunda y la tercera
economías del mundo, además de Corea del Sur.
Acuerdos
similares de intercambio en monedas locales estableció China con Rusia y
Bielorrusia, pero ahora también con Australia, un país que al igual que
Japón se considera en la zona de influencia de Estados Unidos. Los
bancos centrales de Australia y China firmaron el acuerdo para comerciar
en yuanes y dólares australianos con el objetivo de fortalecer los
lazos económicos. Para China es otro paso importante en la
internacionalización del yuan que, según el HSBC, una de las mayores
instituciones financieras del mundo, se convertirá para 2015 en una de
las tres principales monedas globales (Russia Today, 23 de marzo de 2012).
Las
empresas chinas ya usan el yuan en intercambios con sus socios en 181
países, sobre todo en Asia, Oriente Medio y América Latina. Aunque el
dólar aún representa el 60 por ciento de las reservas internacionales,
en Asia no llega al 50 por ciento pese a que los principales tenedores
de esa divisa son China y Japón. En la región, la más próspera del
mundo, la preferencia es por el oro.
En
la misma dirección, China viene modificando radicalmente sus reservas,
que superan los 3, 2 millones de millones de dólares. Hasta 2006, el 74
por ciento de sus reservas estaban en dólares, pero a partir de ese año
comenzaron a descender lentamente, hasta que en 2011 cayeron
aceleradamente hasta el 54 por ciento (Geab No. 63). No sólo los
chinos toman recaudos ante la pérdida de valor del dólar; los bancos
europeos abandonaron sus préstamos en esa moneda ante la creciente
volatilidad del mercado de divisas.
En
el marco de la IV Cumbre, el Banco de Desarrollo de China se dispone a
firmar un acuerdo con el BRICS para ampliar a esos países los préstamos
en yuanes, lo que supone un paso importante en la internacionalización
de esa moneda (Russia Today, 9 de marzo de 2012). El bloque que
representa el 41 por ciento de la población mundial, casi el 20 por
ciento del PIB y la mitad de la reservas en divisas y oro, parece haber
apostado al yuan como su paraguas monetario frente a un dólar cada vez
más devaluado.
La imposible hegemonía China
La
decisión supone traspasar una línea de no retorno. Que ese paso lo den
China y Rusia, dos potencias nucleares que no temen el enorme poderío
militar de Washington, no es algo que pueda llamar la atención. Que lo
hagan India y Brasil, es diferente. Jaipal Reddy, ministro de Petróleo
de India, desafió las presiones estadounidenses al afirmar que su país
seguirá importando petróleo de Irán y llamó a Occidente a entender “las
necesidades” de su país (Russia Today, 26 de marzo de 2012).
India
acaba de anunciar la compra de 126 cazabombarderos Rafale, fabricados
por la francesa Dassault, dejando de lado la oferta de la estadounidense
Boeing. Brasil tiene aparcada desde 2009 la compra de 36 cazas en la
que compiten el F-18 de Boeing, el Rafale y el Gripen de la sueca Saab.
Hace más de dos años Luiz Inacio Lula da Silva había anunciado su
preferencia por el avión francés, aún siendo más caro que el de Boeing,
ya que Francia asegura un completo traspaso de tecnología que le
permitiría a la brasileña Embraer iniciar su producción en serie.
Las
presiones de la Casa Blanca a favor del caza de Boeing forzaron al
gobierno de Lula y luego al de Dilma Rousseff a aplazar la compra. Sin
embargo, la decisión de India, primer país del mundo que compra el caza
francés, puede facilitar la decisión de Brasil. Algunos van más lejos y
apuntan, como el director del sitio Defesanet, Nelson During, que
Brasil e India pueden resucitar “un viejo proyecto debatido en 2002 de
producir un avión conjuntamente”, que en esa época era el Mirage francés
(AFP, 26 de marzo de 2012)
La
decisión estratégica de Brasil puede estar muy cerca y todo apunta a la
compra de los Rafale, sobre todo luego del desaire recibido por
Washington que suspendió el contrato que había ganado la brasileña
Embraer para la compra de 20 aviones se ataque Super Tucano por 355
millones de dólares para la fuerza aérea de Estados Unidos. Si la
Embraer lograba “ingresar” en el selecto grupo de proveedores de la
principal fuerza aérea del mundo, se hubiera consolidado como industria
aeronáutica militar.
Esta
vez la cancillería brasileña no pudo ocultar su desagrado “en especial
por el momento y la forma” de la decisión, semanas antes de la visita
oficial de Rousseff a Wahington. Pero el dato mayor es otro: la
cancillería asegura que esa decisión “no contribuye a la profundización
de las relaciones entre los dos países en materia de defensa” (Valor, 2 de marzo de 2012).
Por
su parte, la subsecretaria de Asuntos Políticos de la cancillera
brasileña, Maria Edileuza Fontenele Resis, recordó que en 2012 los BRICS
“serán responsables del 56 por ciento del crecimiento global cuando el
G7 (Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón, Italia y
Canadá) será apenas responsable por el 9 por ciento del crecimiento”.
Destacó que el intercambio entre los cinco emergentes creció de 27 mil
millones de dólares en 2002 a 250 mil millones en 2011 e insito en que
además el bloque presenta una “notable convergencia” de posiciones en
aspectos destacados de la agenda internacional como la situación n
Oriente Medio y el norte de África (Xinhua, 22 de marzo de 2012).
Pero
el bloque BRICS presenta enormes dificultades para su consolidación. La
principal, además de sistemas políticos, economías y objetivos
diferentes, consiste en el rechazo a la política de exportaciones
baratas de China que genera desindustralización en países como India y
Brasil. China aparece empeñada en revisar el injusto sistema de Bretón
Woods (que creó la actual arquitectura financiera global) pero se niega a
aceptar una ampliación de los miembros permanentes del Consejo de
Seguridad de la ONU, y muy en concreto rechaza e ingreso de países
asiáticos, lo que la lleva a chocar con India.
Para
superar las dificultades que imponen las contradicciones anotadas,
sumada a la dificultad de convertirse en un bloque dada su dispersión
geográfica, es que se han concentrado en el objetivo común de buscar
alternativas al dólar, un problema que aqueja a todas las economías
emergentes. Puede decirse que la frustración generada por la
especulación financiera ha sido uno de los principales factores de
cohesión del BRICS, como apunta el profesor de estudios estratégicos
Brama Chellaney, del Centro de Investigaciones Políticas de Nueva Delhi (Valor, 23 de marzo de 2012).
Sudamérica tiene la palabra
“No
queremos el dinero de los países ricos”, le dijo Dilma a la canciller
Angela Merkel en su reciente visita a Alemania. Criticó “el tsunami de
liquidez” creado por los países ricos para levantar una barrera
proteccionista que terminarìa hundiendo a la industria de los países
emergentes: “La salida que ellos encontraron para enfrentar los
problemas es una manera clásica, conocida, de exportar la crisis. Cuando
el compañero Mario Draghi (ironía por el italiano que preside el Banco
Central Europeo y proviene del sector financiero privado) dice que
‘vamos a echar a rodar la maquinita que hace dinero’, está inundando los
mercados con dinero. ¿Y qué hacen los inversores? Toman préstamos a
tasas bajísimas, en algunos casos hasta negativas, en los países
europeos y corren a Brasil para aprovechar lo que los especialistas
denominan arbitraje, que, grosso modo, es la diferencia entre las tasas
de interés de allí y de aquí. Entonces, Brasil no puede permanecer
paralizado ante eso. Tenemos que actuar. Tenemos que actuar
defendiéndonos, cosa bastante distinta del proteccionismo” (Pagina 12, 28 de marzo de 2012).
Los
pasos que vaya a dar Brasil serán decisivos para la región
sudamericana. El agravamiento de la crisis financiera mundial en el
tercer trimestre de 2011 ha elevado las cautelas en el gobierno de
Dilma. Las previsiones globales para 2012, según el leap,
advierten sobre “cinco tormentas devastadoras”: recaída de la crisis en
Estados Unidos en un marco de estancamiento europeo y desaceleración de
los BRICS, alza de las tasas de interés y callejón sin salida para las
deudas de los bancos centrales, tempestad en los mercados de divisas,
posible agravamiento de la tensión en torno a Irán y nueva quiebra de
los mercados y de las instituciones financieras (Geab No. 63).
Puede
parecer catastrofista, pero en Brasil no creen que sea un diagnóstico
exagerado. “La crisis es seria y puede llevar a una ruptura política y
social”, advirtió Dilma hace seis meses (Valor, 22 de setiembre
de 2011). Para la presidenta se superonen crisis económica, de
gobernanza y de coordinación política. En la misma línea se pronunció en
su momento Antonio Delfim Netto, ministro de Hacienda de la dictadura
militar (1964-1984) y ferviente admirador de Lula en los últimos años,
quien tituló su columna “Nessun dorma” (Nadie duerma), advirtiendo que
ni la FED ni el Banco Central Europeo saben qué hacer. Su consejo suena
terrible: “Vamos a poner nuestras barbas en remojo y protegernos de la
probable desintegración de la economía mundial” (Valor, 20 de setiembre de 2011).
¿Porqué
debe concederse tanta importancia a Brasil? Simplemente, porque es el
único país cuque se comporta como una verdadera locomotora: incluyó 40
millones de personas en apenas siete años en el mercado de consumo de
las clases medias; hasta 2016 invierte 900 mil millones de dólares, más
de un tercio del PIB, en 12 mil grandes obras, sobre todo en
infraestructura y energía (Valor, 28 de marzo de 2012). Es l que
menor exposición tiene a los avatares del comercio mundial, y que sus
exportaciones representan apenas el 11 por ciento de su PIB, menos aún
que las de Estados Unidos.
¿Está
la región preparada para un escenario global complejo? Aún no. Hay tres
caminos para enfrentar un probable escenario de desarticulación
económica y guerra monetaria: seguir en el área del dólar, apostar a una
moneda regional o trabajar para la internacionalización del real. La
primera es apostar al status quo. La tercera no entra en los cálculos. A
la vista de la experiencia europea, una moneda común sudamericana
requiere niveles de consolidación de la integración que aún están muy
lejanos, aunque puede llegar a ser apremiante avanzar en esa dirección.
El problema de la región son los tiempos, como lo atestigua el cansino
trote del Banco del Sur.
- Raúl Zibechi,
periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad
Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
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