La primera semana de abril, China Center, del think tank Brookings Institution, publicó la relevante monografía Abordando la desconfianza estratégica de EU y China
de dos connotados académicos: el estadunidense Kenneth Lieberthal,
director del China Center y anterior miembro del Consejo de Seguridad
Nacional de Clinton, y Wang Jisi, director del Centro de Estudios
Estratégicos Internacionales y decano de la Escuela de Estudios
Internacionales de la Universidad de Pekín. Ambos aducen que tal
desconfianza ha alcanzado niveles
corrosivos.
el creciente sentimiento del liderazgo chino de que el poder de EU se encuentra en una declinación de largo plazo–, el editorialista indio Ananth Krishnan (The Hindu, 5/4/12) evalúa oportunamente la relevante monografía.
Es fundamental conocer la percepción de los estrategas de India, miembro cada vez más suelto de los BRICS (ver Bajo la Lupa, 1/4/12), sobre la dinámica de las relaciones bilaterales entre EU y China, debido a sus implicaciones en el océano Índico.
Krishnan asimila que China ha dejado atrás su diplomacia de “bajo perfil (taoguangyanghui)” durante dos décadas formulada por su líder Deng Xiaoping.Wang identifica
cuatro cambios estructurales mayores en el sistema internacional desde 2008que
tendrán un impacto profundo (sic) en la relación de China con EU y el resto del mundo. Primer cambio (
el más significativo): tras haber sorteado las dos crisis financieras de 1997/98 y 2008/09, China emergió como
poder global (sic) de primer orden.
Segundo cambio: EU, pese a su gran poderío, se encamina a su declinación. Tercer cambio: emergencia de los BRICS.
A juicio de Wang, los BRICS
desafían el dominio occidentalmediante
su coordinación de políticas económicas y su diplomacia que sirven como contrapeso, con el G-20 sustituyendo al G-8 como mecanismo internacional más efectivo.¿Pero quién, a estas alturas, se acuerda todavía del G-8, cuando el mismo G-20 deja mucho que desear?
Krishnan es muy escéptico de los BRICS, pero admite que las
economías emergentes y las potencias asiáticas han sido atrapadas en medio de las dos más probables arenas de la rivalidad entre China y EU: la competencia para influir en las instituciones multilaterales globales y en la región India (sic)/Pacífico.
Cuarto cambio: el
modelo de desarrollo chino(consenso de Pekín), emergió como una alternativa viable a las democracias neoliberales de Occidente.
Los lectores pueden descargar gratis el libro Beijing consensus, del kissingeriano Joshua Cooper Ramo, del Foreing Policy Centre (http://fpc.org.uk/fsblob/244.pdf).
Hasta el economista John Williamson, autor del decálogo neoliberal
consenso de Washington, lo había sepultado hace casi una década, de lo cual los teólogos del fundamentalismo neoliberal en México aún no se actualizan enternecidamente. No deseo hacer leña del árbol caído y arrojado al basurero del ridículo sobre el hilarante
consenso de Monterrey (¡supersic!)de la dupla Fox/Castañeda Gutman.
Las elites chinas consideran que EU se encuentra
en el lado equivocado de la historia. Nadie niega la superioridad militar estadunidense pero, a juicio de Wang, EU es una potencia declinante a largo plazo, debido a su
desorden financiero, déficit alarmante y tasa de desempleo, recuperación económica lenta y una polarización política doméstica–opinión compartida por Lieberthal, quien arguye que los servicios de espionaje de EU y otras fuentes oficiales han llegado a creer que el liderazgo chino
piensa en términos de un juego de suma-cero a largo plazo. Ambos dicen lo mismo que Zheng Bijian y Zbigniew Brzezinski (Bajo la Lupa, 8/2 y 11/3/12).
Según Wang, “hay tres fuentes de desconfianza: diferentes
tradiciones políticas y sistemas de valores; insuficiente comprensión de
los procesos políticos, y disminución de la brecha del poder.
Los dos académicos de EU y China prescriben varias medidas para crear
un puente sobre la brecha de desconfianza y así evitar una confrontación inevitable: una relación comercial más íntima y medidas para profundizar la comunicación en temas militares.
Al analista indio le impactó la idea de establecer dos mecanismos
trilaterales de diálogo: China/Japón/EU y China/India/EU. Llama la
atención que no aparezca Rusia y que coloquen a Japón e India. Con todo
mi respeto, Japón se ha vuelto irrelevante y su lugar debe ser ocupado
por Rusia (con excelentes relaciones con India).
Perlez (del NYT) pone de relieve que China se considera el
vencedor en el largo plazosi el sistema económico y político doméstico estadunidense persiste en sus desequilibrios. Los chinos juzgan, no obstante, que EU tratará de
contratacar (sic) para socavar y aun desbaratar (sic) el poderío económico y militar chino. La elite china ya no ve a EU con
asombroy lo considera
poco digno de confianza (¡supersic!), por lo que no toma en serio sus
reprimendas.
Wang toma como punto de inflexión 2003 (fecha de la invasión de la
dupla anglosajona a Irak) cuando el PIB de EU era ocho veces mayor que
el de China (hoy es tres veces menor).
Los analistas de Brooking Institution y un servidor, dicho sea con
humildad de rigor, coincidimos en señalar que el inicio de la decadencia
de EU se manifestó en 2004, cuando se supo la humillante derrota de la
dupla anglosajona en Irak.
El epitafio de Wang es cruel:
ahora es una cuestión de en cuántos años, más que en cuántas décadas, China sustituirá a EU como la mayor economía del mundo. No hay que ser tan sabios, ya que tanto las tendencias como la prospectiva del FMI asientan que China rebasará a EU en 2016. Insisto: la gran vulnerabilidad de China y, por extensión, de los BRICS, son las geofinanzas cuando al renminbi le tomará por lo menos 10 años equipararse al dólar como divisa de reserva global (aunque HSBC pregona que ello pueda ocurrir en los próximos tres años).
La monografía expone los agravios de ambas partes: EU espiando con
sus aviones, porta-aviones, barcos y submarinos a China, lo cual irrita
sobremanera a su ejército, además de la promoción de los derechos
humanos por ONG patrocinadas por EU que significan una forma de
occidentalizar a China y desestabilizar al Partido Comunista. En EU están alarmados por el incremento del contraespionaje chino y sus ciberataques que son manejados por las autoridades de Pekín para colectar información de interés nacional.
El estadunidense Lieberthal comentó en un seminario en la Universidad
Tsinghua que existe la creencia creciente de ambas partes de que
los dos países serían antagonistas en 15 años, lo cual significará mayor gasto militar obligando a otros países a optar por uno de ellos, cuando
el peor caso es que todo esto pudiera desembocar en un conflicto armado, aunque no sea una necesaria consecuencia del antagonismo mutuo.
Perturba que ninguno de estos análisis considere el posicionamiento
de Rusia, lo cual, a mi juicio, será determinante en la fractura
tectónica global de la nueva bipolaridad transregional entre el
decadente G-7 y los resplandecientes BRICS.
Alfredo Jailfe Rahme
La Jornada
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