El connotado
geoestratega Zbigniew Brzezinski, quien fue asesor de Seguridad Nacional
del presidente James Carter y es íntimo de Obama, anda muy nervioso
(con justa razón) –artículo en DeDefensa.org (
La cólera de Brzezinski, 15/12/11)– expresa cosas muy interesantes que nadie se atreve a decir en la cúpula del poder en Estados Unidos, hoy en franca decadencia, y que aborda en su próximo libro: Visión estratégica: EU y la crisis del poder global, sintetizado en un artículo para Foreing Policy (diciembre 2011 /enero 2012,
Después de EU: ¿cómo se ve el mundo en la era del declive estadunidense peligrosamente inestable?).
visión del mundode Zbigniew Brzezinski provenga de la otrora superpotencia unipolar, su abordaje, aunque ultrarreduccionista (muy parecido al
síndrome Sansón:
me caigo pero los demás se caen conmigo), es muy significativo, porque representa la asimilación de la triste realidad por la que atraviesa Estados Unidos de parte de un sector muy influyente de los hacedores de su política exterior.
De los supuestos 4 mil millones de años que lleva de vigencia el planeta y los alrededor de 5 millones desde la aparición del ser humano (de los cuales solamente cuenta con 6 mil años de presunta
civilización), Estados Unidos únicamente tiene un magro historial de 236 años. La vida humana, con o sin civilización, ha transcurrido la mayor parte del tiempo sin la existencia y/o participación de Estados Unidos. Este dato trascendental se le pasa totalmente por alto a Brzezinski quien juzga que la
declinación de Estados Unidosdesembocará ineluctablemente en el caos global, lo cual es sumamente discutible.
Cita que
no hace mucho, un funcionario chino de alto rango–seguro de la inevitable decadencia de Estados Unidos y el ascenso de China– deseaba que el
declive de Estados Unidos no ocurriese tan rápido.
Afirma que
si Estados Unidos se tambalea, el mundo es improbable (sic) que sea dominado por un único sucesor prominente, ni siquiera China. La moneda está en el aire y, según parece, todo dependerá del grado cualitativo del descenso de Estados Unidos y el ascenso de China, lo cual determinará la nueva correlación global de fuerzas.
Considera que
la incertidumbre internacional, la tensión incrementada entre los competidores globales y aun el pleno caos serán de lejos (sic) los epílogos más probables. Quizá este escenario suceda en la fase de ajuste del finiquito del caduco orden unipolar al incipiente nuevo orden multipolar, lo cual, como ha sucedido en etapas similares de la humanidad, tomará su tiempo de ajuste, en donde emergerán los correlatos de la nueva supremacía.
Mi tesis anterior versaba en un reducido
orden hexapolar–Estados Unidos, Unión Europea y el BRIC (Brasil, Rusia, India y China)–, pero el desempeño europeo ha sido decepcionante, y probablemente nos dirijamos más bien hacia un
orden pentapolar, sin la Unión Europea, al borde de la balcanización, ni Japón, sobredimensionada por los geoestrategas anglosajones.
Zbigniew Brzezinski aduce que otra crisis financiera
masivade Estados Unidos
produciría una reacción vertiginosa en cadena llevando a un desorden económico y político global. De nuevo la obsesión con el
síndrome Sansón, que elimina la posibilidad de regeneración del resto del mundo.
Arguye que
una deriva continua de Estados Unidos a un decaimiento expansivo o la ampliación de una guerra sin fin (¡súper sic!) con el islam (sic) sería improbable que produzca, aun en 2025, a un sucesor global efectivo. Aquí Brzezinski se equivoca: el mundo no pasará, ni lo desea, de la unipolaridad de Estados Unidos a otra unipolaridad, como por ejemplo la de China. El mundo es ya
multipolar(ver el libro El híbrido mundo multipolar: un enfoque multidimensional, Orfila, 2010) y los dolorosos ajustes serán multivectoriales.
Le asiste la razón cuando sentencia que
ningún poder único estará listo entonces a ejercer el papel que el mundo, a la caída de la URSS en 1991, esperaba que Estados Unidos jugaría: líder de un nuevo orden mundial globalmente cooperativo. La desgracia es que el unilateral belicismo global de Baby Bush dilapidó toda la esperanza que el mundo había invertido en Estados Unidos para reordenar con mayor justicia la vida en el planeta. Estados Unidos, al contrario, pretendió adueñarse del mundo entero mediante su bárbara globalización.
Vaticina que ocurra
con mayor probabilidad una fase prolongada de alineamientos inconclusos tanto del poder global como regional, sin grandes (sic) vencedores y muchos más perdedores, en un entorno internacional de incertidumbre y de riesgos potencialmente fatales al bienestar global.
No puede haber
mayores perdedoresen el incipiente
orden multipolar, que los que hubo en el caduco
orden unipolardonde Estados Unidos fue el único
gran vencedory el resto del mundo fue orillado al parasitario papel de eterno derrotado.
La cosmogonía futura de Zbigniew Brzezinski es fatalista:
más que un mundo donde los sueños de democracia florezcan, puede advenir un mundo hobbesiano de seguridad nacional mejorada (sic) basada en fusiones variadas de autoritarismo, nacionalismo y religión. ¿No es acaso el
choque de civilizacionesque abogó su ex asociado Samuel Huntingon desde 1993, en pleno paroxismo de la unipolaridad de Estados Unidos y su tóxica globalización?
Mientras que unos avizoran regionalismos creativos (v.gr. Unasur),
Zbigniew Brzezinski apuesta implícitamente a la balcanización global,
lo cual también es muy discutible. Es evidente que por imperativos
geopolíticos la dupla anglosajona (Estados Unidos y Gran Bretaña) busque
la balcanización de sus adversarios geoeconómicos con el fin de
prolongar estérilmente el caduco orden unipolar. Los regionalismos
creativos en todos los rincones del planeta pueden constituir el óptimo
antídoto para descarrilar los planes aviesos de la balcanización global.
Un tanto despectivamente, define a los “lideres de las potencias
mundiales de segundo rango (se infiere que China se encuentra en el
primer rango, pero, obviamente, debajo de Estados Unidos): India, Japón
(sic), Rusia y algunos (sic) países europeos, quienes
ya están evaluando el impacto potencial de la declinación de Estados Unidos para sus intereses nacionales respectivos. Vuelve a sobredimensionar a Japón, a quien coloca absurdamente por delante de Rusia (a quien por fin se digna clasificar), mientras desprecia a Brasil.
Maneja dos conceptos (a discutir en artículos ulteriores): 1)
Las ocho especies geopolíticas en vías de extinción(Georgia, Taiwán (sic), Corea del Sur (sic), Belarús, Ucrania, Afganistán, Pakistán, Israel (¡súper sic!) y el
gran Medio Oriente); y 2)
El peligro de la asociación estratégica de Estados Unidos con México(¡súper sic!).
A mi juicio, más que manejar el
síndrome Sansónen forma determinista, los geoestrategas de Estados Unidos deberán admitir con humildad y resignación (lo cual no es fácil para una superpotencia acostumbrada a la arrogancia unilateral) y adaptarse a la tesis del ex presidente Clinton, quien formuló que Estados Unidos tiene la capacidad de posicionarse como “primum inter pares” (
el primero entre iguales), lo cual, a mi juicio, pudiera representar la matriz operativa para asentar el nuevo orden multipolar y así evitar el
caos global. Porque también es cierto que ninguno de los grandes actores multipolares exhibe la capacidad de liderazgo global que posee Estados Unidos, quien por desgracia lo ha usado para sus fines egoístas y plutocráticos.
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada
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