
La defensa de Haarde puede poner en marcha el ventilador de las miserias y de esa manera pasar la responsabilidad en cascada a otros estamentos políticos y financieros. El espectáculo que podemos ver es el de una cuerda de presos saliendo de Wall Street, una fila tan larga como esas fotos aéreas que se toman de la maratón al paso por el puente de Brooklyn. Responsables todos de un desastre mundial que ha muchos ha llevado a la ruina pero a ellos les ha hecho más millonarios. Si Haarde cuenta lo que sabe, con qué banqueros se reunió y qué promesas le dieron, se puede liar una buena. Si Haarde reconoce con qué políticos europeos, y americanos, trató el asunto pues más leña a la hoguera que tiene hambre de leños secos como mentiras arrugadas.
Lo que hace falta es justo eso: que se líe para saber cada uno dónde estamos. Es aquello que decía Groucho: "Disculpe que les llame caballeros pero es que todavía no les conozco". Mucho se habla de los piratas del Índico pero poco sabemos de los piratas que desde su ordenador mandan realizar operaciones que provocan la ruina en escasos segundos, una orden que viaja a la velocidad de la luz. Y a muchos de ellos se les da categoría de autoridad pública y se le rinden honores presidenciales. Por tanto no es descabellado pensar que el juicio a este antiguo dirigente puede ser el primero de otros que puedan venir. Con las cuentas públicas han hecho más trucos que un mago con sus palomas, a veces nos hemos dejado engañar y otras les hemos pillado con el conejo asomando por la chistera. Pero a partir de este juicio nada será igual que antes, se ha acabado la inmunidad del alto cargo. Que vayan pasando esos próceres del beneficio ilimitado y de la expansión del ladrillo feliz porque en el despacho del juez se les espera. Y que no olviden dejarse ni la memoria, ni la vergüenza, en casa porque les va a hacer falta para responder a unas cuestiones que ellos creían muy superadas por sus beneficios.
R. Martínez-Simancas
Diario Siglo XXI
No hay comentarios:
Publicar un comentario