“Los mercados, los recursos y las divisas necesarias para apoyar el crecimiento del Sur no pueden encontrarse en el Norte”, sostiene un informe publicado a mediados de abril en Ginebra por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Este organismo, creado en los años setenta a instancias de América Latina para apoyar a los países en desarrollo, sostiene que “el proceso de ajuste en las principales economías avanzadas será prolongado” y si no cambian las políticas actuales, “existe el peligro de que el crecimiento sea lento, el desempleo alto y los bolsones de pobreza cada vez mayores” en los países ricos, mientras que “en los países más vulnerables del Sur, la crisis económica se agrava por la inseguridad alimentaria y energética y el cambio climático”.
El informe dice que “la economía mundial está seriamente desequilibrada debido a que en los últimos treinta años, la globalización financiera ha distorsionado la evolución de la economía real, provocó una serie de ciclos de auge y caída y alimentó la distribución de la renta más inequitativa que se registra en la era moderna”.
Mientras tanto, el sólido desempeño económico de Brasil, China e India, que fueron menos afectados por la crisis mundial que la mayoría de las economías avanzadas, ha alimentado las especulaciones de que el Sur pueda impulsar el crecimiento mundial e imponer “una nueva agenda global en torno al comercio, la inversión extranjera y la ayuda”.
China, por ejemplo, está saliendo de la crisis como el mayor tenedor de bonos del gobierno de Estados Unidos y controla el veintinueve por ciento de las reservas mundiales.
Kanaga Raja, el editor del boletín South-North Development Monitor (SUNS) dirigido a los diplomáticos con sede en Ginebra, observa que simultáneamente a la publicakción de este informe, los mandatarios de los países BRICS (el grupo compuesto por Brasil, Rusia, India, China y ahora también Sudáfrica) se reunieron en la ciudad china de Sanya y expresaron en un comunicado conjunto que quieren desplazar a la divisa de Estados Unidos de su lugar privilegiado de moneda de reserva mundial. Los cuatro presidentes y la presidenta (de Brasil) temen que sus ahorros se desvaloricen junto con el dólar y por eso “apoyamos la reforma del sistema monetario internacional, con un sistema de moneda de reserva internacional que proporcione estabilidad y la seguridad”.
Esta reforma no es para mañana, ya que implica un nuevo consenso financiero mundial, así que mientras tanto los BRICS acordaron dejar de utilizar el dólar en el comercio entre ellos y comenzar a concederse créditos mutuos en monedas locales, con un mecanismo no muy diferente al conocido como SUCRE en el área andina.
“El comercio Sur-Sur creció entre 1996 y 2009 cincuenta por ciento más rápido que el comercio Norte-Sur, revela la UNCTAD, y ahora representa el veinte por ciento del comercio mundial. La inversión directa Sur-Sur ha crecido un veinte por ciento anual en ese período, aunque desde una base baja, y ahora representa el diez por ciento del total de los flujos de inversión extranjera”.
Este rápido crecimiento en el Sur cambia la distribución de la riqueza mundial, pero el cuadro dista de ser de color rosa. La mayoría de los países más pobres, oficialmente llamados “menos adelantados”, han crecido más lentamente que los BRICS. A pesar de la expansión de Brasil, la participación de América Latina en la economía mundial se ha mantenido sin cambios desde la década de 1970 y dentro de muchos de los países que crecen rápidamente ha habido un deterioro importante en la distribución del ingreso, incluso en China, por lo que la pobreza no se ha reducido tanto como debiera.
“Una agenda de cooperación realista Sur-Sur puede contribuir a reequilibrar la economía mundial a dos niveles”, sostiene la UNCTAD. En primer lugar, puede apoyar acuerdos multilaterales para canalizar a usos productivos recursos que actualmente están atrapados en los circuitos financieros especulativos. En segundo lugar, puede promover relaciones de comercio mundial equitativas, que ayuden a los países en desarrollo a escapar de las trampas de la pobreza”.
Las Naciones Unidas advierten que esta nueva capacidad del Sur como locomotora de la economía mundial no debería “desviar la atención de la responsabilidad de los países avanzados”, ya que “no cabe duda de que la crisis actual se debe a un entorno financiero y de especulación originados en el Norte, con reglas a menudo impuestas a los países reticentes del Sur a través de asesoramiento equivocado y condicionalidad de la ayuda”.
Pero mientras se reclama al Norte que se haga responsable por los daños causados por la crisis, e incluso por el daño colateral de algunas de sus políticas anticrisis, la UNCTAD anota el enorme potencial que tendría “reciclar en el Sur los excedentes del Sur” mediante bancos regionales de desarrollo y otros recursos innovadores.
Para ello se necesitan decisiones políticas osadas. “Es una tarea que requiere más que la determinación individual. El éxito depende de un liderazgo firme e iniciativas colectivas bien focalizadas”.
Roberto Bissio
Red del Tercer Mundo
* Director del Instituto del Tercer Mundo (ITeM).
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