domingo, 27 de mayo de 2012

Consecuencias geoestratégicas de Grecia

Económicamente, la situación de Grecia es desesperada ma non troppo. Lo inmediato será la convocatoria de nuevas elecciones y la retención «cautelar» de un pago de 11.700 millones de euros incluido dentro del segundo rescate. Si todo sale como está siendo pronosticado por las encuestas de opinión, ganará Syriza, con una mayoría insuficiente para formar gobierno, salvo que el nuevo gobierno se comprometa, bien a permanecer en el euro a toda costa (para lo que contará con el apoyo del Pasok, Nueva Democracia e Izquierda Democrática), bien a salir del euro (para lo que posiblemente contará con el de Izquierda Democrática y seguro con el de comunistas y Griegos Independientes, y puede que hasta el de los nazis). Duro dilema para un partido, o mejor una coalición que ha hecho de la ambigüedad calculada su estrategia electoral de éxito. En cualquier caso, es muy probable que Syriza se rompa en el acto. Aun así, tendrá que poderse formar gobierno en una dirección o la otra. Supongamos que resulta una salida voluntaria del euro.

Salir del euro parece fácil, pero me temo que no lo será tanto. Para empezar, es muy posible que la Unión Europea (esto es, el eje franco-alemán) imponga la salida también de la propia Unión. ¿Por qué? Digamos que Grecia muy probablemente repudiará toda la deuda exterior, tanto soberana como de los bancos. Poco más o menos, lo que hizo Islandia en 2008. Pero lo que se permitió a Islandia entonces difícilmente se le permitirá a Grecia ahora. Primero, porque en vez de poco más de 30.000 millones de euros, serán más de 300.000 millones. Segundo, y más importante, porque en la UE rige una cosa que se llama la preferencia comunitaria, y que viene a significar que el gobierno griego no puede tratar a los comunitarios no griegos de forma distinta a los griegos. Es improbable que el gobierno griego repudie la deuda que mantiene con bancos griegos, porque eso supondría la quiebra de éstos. Si, por ejemplo, repudia la deuda con bancos franceses y alemanes, pero no con bancos griegos, Grecia habrá roto con la preferencia comunitaria y estará de facto fuera de la UE. Dicho de otra forma, Islandia pudo hacer lo que hizo porque estaba fuera de la UE. Para poder hacer otro tanto, Grecia tendrá que salir de la UE. A ésta no le vendría mal, por otra parte, que desapareciera un obstáculo principal al ingreso de Turquía. (Otro es la oposición de Francia, pero sobre todo de su derecha; sin Grecia, Hollande tendría la oportunidad de dar en este tema un viraje histórico, de ésos que hacen brillar la «grandeur» francesa).

Fuera de la UE, Grecia sufrirá muchos problemas, y sobre todo financieros. Necesitará divisas para poder funcionar, y no está claro de dónde podrá sacarlas. Una situación así es la que sufre Argentina desde 2005, cuando dejó de pagar su deuda externa. Sin divisas, no se puede importar bienes y servicios necesarios para producir otros susceptibles de ser exportados. Es una suerte de círculo vicioso. No se exporta porque se carece de importaciones de calidad, y no se importa porque no se exporta como para obtener las necesarias divisas. Una pescadilla que se muerde la cola. Argentina empezó a salir del atolladero en 2009, cuando China reparó en que Argentina es el tercer productor de soja del mundo. Ahora ésta es un suministrador casi exclusivo de alimentos que adquiere aquélla. ¿Quién hará lo mismo por Grecia?

La respuesta es fácil: Rusia. Rusia, que, a punto de perder sus últimas bases navales en el Mediterráneo, que mantenía en Siria (y de ahí su apoyo al régimen en su agonía), tendrá que buscar otras de recambio, y el candidato ideal sería Grecia. Parece complicado, pero no lo es tanto. Grecia y Rusia comparten la misma religión mayoritaria, el cristianismo ortodoxo. (No olvidemos, a título de ilustración, que la Comunidad Europea la crearon Robert Schuman y Konrad Adenauer, un católico francés y un católico de Renania). Después de la segunda guerra mundial, la URSS traicionó la debida solidaridad entre correligionarios y dejó que las tropas británicas aplastaran una insurrección de comunistas griegos. Ahora, Rusia tiene la oportunidad de enmendar aquel desencuentro histórico. Grecia tiene todos los motivos para sentir una profunda decepción con Europa y la sociedad occidental. Con toda probabilidad, la salida de Grecia del euro supondrá su salida de la UE y de la OTAN, para entrar a orbitar en el glacis ruso. El realineamiento de Grecia frenará la aproximación de Serbia a la UE e introducirá serias dudas en el actual alineamiento de Bulgaria, otros dos países de mayoría ortodoxa amén de eslavos. De ahí la importancia que adquiere el partido comunista griego, al que los medios califican de «prosoviético». ¿Prosoviético? Es ridículo; los soviets ya no existen. Sencillamente, pro ruso. A medio plazo, su destino es convertirse en árbitro de la situación, no sólo en Grecia sino en todos los Balcanes.

Enrique Viaña. Catedrático de Economía Aplicada. Universidad de Castilla La Mancha 
Nueva Tribuna
http://www.nuevatribuna.es/opinion/enrique-viana/2012-05-16/consecuencias-geoestrategicas-de-grecia/2012051616451500773.html 

Hambre criminal y explosión demográfica

“La muerte de un niño por hambre es un asesinato”, afirma Jean Ziegler, ex relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación. Culpa de ello a los especuladores, a quienes se refiere como “criminales legales” por comerciar con el precio de los alimentos para generar fortunas en las cuentas de beneficios de grandes empresas. También acusa a los bancos y a los Gobiernos occidentales de “cómplices” porque no ponen los medios para acabar con la especulación alimentaria.

El profesor de la Universidad de Ginebra ha calificado de “vergüenza intolerable” que en un país “poderoso” y “democrático” como España un sólo niño pase hambre, después de conocer las cifras publicadas por UNICEF y en las que se advierte de que unos 2,2 millones de menores viven por debajo del umbral de la pobreza.

Con motivo de la presentación de su nuevo libro Destrucción Masiva. Geopolítica del hambre, de la Editorial Península, Ziegler ha explicado que un niño que es subalimentado durante meses está “condenado de por vida”, aunque su situación social mejore con los años, porque no se va a desarrollar de forma correcta, al ser la infancia “el periodo en el que las neuronas se desarrollan y necesitan mayor cantidad de nutrientes”.

Alerta de que “el hambre hace imposible la construcción de una sociedad pacificada” y señala que la crisis en el sur de Europa “puede acabar con la paz social”. En este conflicto, Ziegler ha querido diferenciar las víctimas de los verdugos. Así, se refiere al Fondo Monetario Internacional (FMI), a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y al Banco Mundial, como “los jinetes del Apocalipsis”.

Cada día mueren de hambre 57.000 personas, un niño menor de diez años cada cinco segundos. Esta es la situación absurda. Vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, con 500 multinacionales que controlan el 52 por ciento de la riqueza mundial, afirma Ziegler quien ha añadido que mil millones de personas viven en una situación de subalimentación grave y permanente. En este punto, se ha referido a los Objetivos de Desarrollo del Milenio y ha acusado a los jefes de Gobierno de una “hipocresía total” por no llevar a cabo las medidas necesarias para “combatir la especulación, acabar con el robo de las tierras, eliminar los agro carburantes y, en definitiva, hacer frente a las oligarquías financieras”.

Sostiene que las oligarquías del capital financiero deciden quién va a morir de hambre y quién no. Por tanto, estos especuladores financieros deben ser juzgados y condenados, reeditando una especie de Tribunal de Nuremberg.

Sin embargo, es llamativo que no denuncie la explosión demográfica como una de las primeras causas de este crecimiento exponencial del hambre y de sus secuelas. No son más que datos objetivos y contrastables: en 1914, cuando el desastre de Sarajevo que dio origen a la Gran Guerra, se estima que la población del mundo no sobrepasaba los mil doscientos millones de personas. En ese mismo siglo, en 1991, y en Sarajevo, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, sostenía en sus manos al recién nacido que simbólicamente hacía el número seis mil millones de habitantes. En menos de un siglo, la población mundial se incrementó en casi cinco mil millones de seres humanos.

En sólo una década, la población mundial se ha disparado hasta siete mil millones de habitantes. Con sus consecuencias de hambre, enfermedad, desnutrición, deterioro del medioambiente, agotamiento de los bienes naturales, desertización, erosiones irreparables. Y una sensación, cada vez más incontrolable, de desesperanza y de una razón para un vivir que tenga el menor sentido. No sin causa, el número de suicidios no hace más que incrementarse de forma galopante.

Ante esta bomba de destrucción masiva que es la explosión demográfica no hay otro camino que la educación pública y gratuita. Lo demuestra que, en todos los países miembros de la OCDE, en donde las mujeres tienen el mismo acceso a la educación y a los puestos de trabajo que los hombres, no existe explosión demográfica. Al contrario, el más grave problema es el envejecimiento de la población que, en menos de 20 años, será superior al número de población activa. De cada cinco ciudadanos, sólo cerca de dos trabajarán.

La clave no está sólo en distribuir más y mejor los alimentos sino en crear un nuevo orden social más justo y solidario. Crear condiciones de vida para comunidades capaces de vivir con dignidad.
 
*José Carlos García Fajardo. Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) 
Adital

jueves, 24 de mayo de 2012

Fuera de las turbias aguas del G-8

Crecimiento con austeridad a rajatabla es el oxímoron del 2012 producido en las pocas horas de reunión informal en Camp David por los gobernantes del G-8.
 
La “gran misa” anual del G-7 es más que un evento mediático. En el fondo es un asunto serio porque desde hace casi cuatro décadas sirve a Estados Unidos para hacer avanzar sus objetivos geopolíticos, y al conjunto de los países desarrollados para implantar el sistema neoliberal que está en crisis actualmente.
 
Pero la contradicción más importante, que los grandes medios ignoran deliberadamente, es que desde hace más de una década estos gobernantes se reúnen y se comportan como si aun tuviesen algún poder de decisión sobre las palancas esenciales de la economía, como fijar el valor de su moneda, la tasa de inflación y de interés; adoptar políticas fiscales para crear empleos o formular políticas industriales y comerciales en situaciones de crisis económicas o financieras, o ambas como en estos momentos.
 
Un poco de actualidad sobre la cuadratura del círculo
 
Este miércoles 23 de mayo, días después de las cumbres del G-8 y de la OTAN, ambas en Estados Unidos (EE.UU.), tendrá lugar una “reunión de urgencia” de los 27 países miembros de la Unión Europea (UE) para tratar el caso de Grecia, cuya eventual salida de la zona euro (ZE) ha dejado de ser tabú en las discusiones oficiales y oficiosas de la UE. Los analistas políticos y los economistas respetables discuten ahora sobre el cuándo y cómo de esta salida, de si será o no desordenada, de cuánto costará a la UE para salvar a sus bancos privados, que es el único punto nunca mencionado pero constituye el principal interés de los políticos gobernantes.
 
Es en este contexto que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó su informe semestral, en el cual señala que la coyuntura de la UE sigue marcada por el “riesgo de un incremento del circulo vicioso” creado por “la alta y creciente deuda soberana, los débiles sistemas bancarios, la excesiva consolidación fiscal y el bajo crecimiento”, un escenario que podría tener serias consecuencias para la economía global.
 
La OCDE advierte que en los países de la zona euro donde están siendo aplicados los programas de austeridad, “la tolerancia para los ajustes fiscales está quizás alcanzando su límite” y con esos países en recesión en el 2012 y el 2013 “una combinación de prolongada fragilidad financiera, aumento del desempleo y malestar social podría disparar el contagio político y una negativa reacción de los mercados”.
 
Antes de que la OCDE diese a conocer su sabia advertencia a los dirigentes de la UE, el presidente del gobierno español Mariano Rajoy dijo en Chicago, al margen de la Cumbre de la OTAN, “que los problemas del momento pasan por seguir reduciendo el déficit público, por seguir haciendo reformas en casa y por garantizar la estabilidad financiera y la sostenibilidad de la deuda fuera; eso es hablar en serio”. Sobre la “austeridad y crecimiento”, según la cita del diario argentino Página/12, para el presidente español tales principios “están íntimamente unidos: el crecimiento es el objetivo y la austeridad es uno de los instrumentos para alcanzarlos”.
 
También en Chicago, según las agencias de prensa, el Presidente estadounidense Barack Obama recomendó a la UE una estrategia de crecimiento, acompañada de disciplina fiscal y de una política monetaria que promueva la capacidad de crecimiento en países como España e Italia, que están aplicando rigurosos programas de ajuste fiscal.
 
Por su parte el resumen cotidiano de la prensa europea de Eurointelligence.com destaca que el diario británico Financial Times (FT) da a conocer este martes 22 los detalles de hacia donde se dirigen las discusiones sobre las obligaciones en euro para financiar el crecimiento que piden tanto el conservador Rajoy como el recientemente electo presidente de Francia, el socialista François Hollande.
 
Según el FT, las discusiones en Bruselas a nivel de embajadores no contemplan las euro-obligaciones aun cuando se habla de tales. En realidad se refieren a un proyecto de obligaciones que comenzará con una emisión piloto por 230 millones de euros, una suma –resalta Eurointelligence- que es insignificante en términos macroeconómicos para un país, y más aun para varios países de la UE. Y la idea es asignar esos 230 millones al financiamiento de proyectos tales como el transporte transfronterizo, comunicaciones e infraestructura energética. Y aun tratándose de una suma insignificante, hay países como Alemania, Holanda y Finlandia que están descontentos.
 
Las divisiones son tales entre los países que se discute sobre si este proyecto piloto de obligaciones debe ser algo permanente o una medida aplicable una sola vez, como quiere Alemania. Todo esto, para Eurointelligence.com, apunta a que la UE sigue sin tener “una estrategia para resolver la crisis”.
 
Prueba de esto es la afirmación del mandatario español, para quien -según la agencia Reuters-, las euro-obligaciones no resolverán la crisis porque (su impacto) será a largo plazo. Y retornando a la estabilidad financiera Rajoy dijo que “puede ser lograda rápidamente, sin necesidad de debates o largas discusiones o estudios ni regulaciones, lo que tomaría dos o tres años para producir efecto. Esta es una decisión que puede tener efecto dentro de 24 horas”. Ante lo cual Eurointelligence se pregunta si el presidente español “encontró el ingrediente mágico o si sabe de lo que está hablando”.
 
Y ahora de retorno al G-7 y el neoliberalismo
 
En sus comienzos, a mediados de los 70 y hasta comienzos de los años 80, cuando la primera ministra británica Margaret Thatcher introdujo la agenda neoliberal (1), el G-7 tenía un potencial poder real de coordinar respuestas monetarias, fiscales o comerciales a las crisis.
 
Como olvidar, para este periodista que en Canadá cubrió desde 1975 en adelante algunas de estas cumbres directamente, y las demás gracias a las  excelentes sesiones de información de los altos funcionarios canadienses (algo que dejó de existir desde la llegada del conservador Stephen Harper al gobierno de Ottawa, en 2005), que fue este “club de países ricos” el que impulsó las políticas tendientes a reducir el papel de los Estados en la economía.
 
El G-7 ha sido una instancia clave para adoptar los principios que en otros foros llevaron a despojar a los Estados de los instrumentos que le permitieron jugar un papel rector en la economía y en la sociedad, como había influenciado a nivel de los países capitalistas la política del New Deal de Franklin D. Roosevelt y los acuerdos de Bretton Woods a finales de la segunda Guerra Mundial.
 
Cómo no recordar a esos ministros y funcionarios del G-7 que desde mediados de los años 80 nos confiaban. a los periodistas que seguíamos las negociaciones para el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Canadá y EE.UU., las negociaciones comerciales multilaterales en el marco del GATT (Acuerdo general sobre tarifas y aranceles), y más tarde las negociaciones para incorporar a México en el TLC, que el objetivo final de todas estas negociaciones era establecer un “sistema de derecho universal”, para la economía, las finanzas, el comercio internacional y los derechos de propiedad, y crear las reglas y los mecanismos para castigar a los países que no las respetasen. O sea la definición misma de la utopia neoliberal.
 
No, ya no tienen ese poder porque desde mediados de los años 80 los gobiernos del G-7 comenzaron a adoptar consensos y decidieron coordinar decisiones en ese foro informal, y formalmente a nivel bilateral y multilateral, dentro de las instituciones multilaterales existentes (FMI, Banco Mundial, GATT) y las creadas más adelante para liderar el proceso de liberalización y liberalizar concretamente los mercados (Organización Mundial del Comercio, las organizaciones regionales para fomentar el libre comercio y otros mecanismos destinados a fijar los parámetros de la liberalización), para ceder a las fuerzas del mercado los poderes monetarios, fiscales, de comercio exterior y de política industrial de los Estados.
 
Así fueron creando e imponiendo al resto del mundo las políticas de apertura de los mercados acompañadas de las políticas de austeridad y de reducción del papel de los Estados en las economías, que tanto daño y despojos causaron en América latina, tierra de experimentación. Y fueron afinando los acuerdos de libre comercio con la inclusión de anexos para la “protección de las inversiones”, para garantizar el libre flujo financiero y reforzar los derechos de propiedad física que necesitan las empresas transnacionales para mantener el control sobre los recursos naturales y perpetuar el modelo extractivo en los países en desarrollo y emergentes. Y el “respeto de la propiedad intelectual” para mantener el total control sobre las nuevas tecnologías y los avances científicos patentados, y de paso legalizar con el sistema de patentes el robo del patrimonio genético de plantas, animales y hasta seres humanos de otras regiones y países.
 
Cómo olvidar que desde los años 90, bajo el gobierno del Demócrata Bill Clinton, se derribó el muro que separaba los bancos de inversiones de los bancos de depósitos, una medida adoptada por casi todo el resto del mundo capitalista (salvo Canadá) para liberar el potencial especulativo del sistema financiero, y que simultáneamente Washington y los países de la UE idearon e implantaron la “independencia” de los bancos centrales de los Estados, que  establecieron la quimera de la estabilidad monetaria y financiera, y fijaron una política de coordinación de estos bancos centrales fuera del alcance de los gobiernos, en el Bank of International Settlements, el “banco central de los bancos centrales”.
 
Los gobernantes del G-8, y en especial los gobiernos de la UE que están bajo la férula del Banco Central Europeo y del celoso defensor de la estabilidad monetaria y financiera que es el Bundesbank, el Banco Central de Alemania, no pueden ignorar que la política monetaria y fiscal responde ante todo al sector financiero privado, y que los Estados nacionales carecen, como muestra descarnadamente la crisis del euro, de un poder capital, el de formular y decidir sus políticas monetarias y fiscales, y por lo tanto de sus políticas económicas, industriales y comerciales.
 
Quiénes sino los gobernantes de los principales países capitalistas fueron los responsables de dejarle a “la mano invisible de los mercados” todo el poder para aplicar sistemáticamente, como la define el BIS, una “política de estabilidad monetaria y financiera”, o dicho en otros términos, las políticas antiinflacionistas destinadas tanto a bajar los salarios como a garantizarle la seguridad de sus capitales a los acreedores y especuladores del mundo financiero.
 
La clásica impotencia de los fines de régimen
 
En efecto, los gobernantes del G-8 ya no tienen el poder de adoptar reales políticas de desarrollo económico que no solo hagan crecer a la economía sino que proporcionen empleos y salarios decentes, ni tampoco el interés de recuperarlo.
 
A cuatro años de la Gran Crisis financiera y económica del 2008 la realidad no enturbiada por el poder mediático del G-8 nos muestra que el conjunto de los países capitalistas no se ha recuperado de la grave situación financiera creada por el endeudamiento fiscal para enriquecer aun más a los ricos y salvar a sus bancos. El desempleo real en EE.UU. y en la UE, no el que nos dan las maquilladas estadísticas oficiales, está en niveles nunca alcanzados en las anteriores crisis de los últimas seis décadas en términos de porcentajes de la población en capacidad laboral y de duración del desempleo.
 
En el caso de la generación de jóvenes entre 15 y 24 años ya se puede hablar de una generación que tendrá una bajísima incorporación al mercado laboral. Las cifras de la Organización Internacional del Trabajo son aterradoras: 75 millones de jóvenes sin trabajo en el mundo. En España es el 46.4 por ciento de estos jóvenes, que en su mayoría tienen sin duda los más elevados niveles de educación y capacitación de la historia de ese país, que están sin empleos. En varios países de la UE –Grecia, Croacia, Eslovaquia- la tasa supera el 30 por ciento.
 
Y la OIT enfatiza el aumento del porcentaje de los jóvenes que “ni trabajan ni estudian”, los “ni-ni”. En el 2010 los “ni-ni” constituían el 15.6 por ciento de los jóvenes en EE.UU., país donde los jóvenes deben endeudarse para estudiar y, por lo tanto, en muchos casos no pueden seguir estudiando si no tienen un trabajo o un ingreso. La deuda de los estudiantes estadounidenses alcanzó el billón de dólares (un millón de millones) en marzo pasado, según la agencia Bloomberg.
 
En el conjunto de la UE los “ni-ni” constituyen casi el 13 por ciento de la juventud, y más del 15 por ciento en Bulgaria, Italia, Irlanda, Letonia, Rumania y España. Y como apunta la OIT, en el mundo desarrollado los “ni-ni” suelen tener un bajo nivel de educación, bajo ingreso familiar o ser de origen inmigrante.
 
Crecimiento con austeridad es una formula vacía o una quimera como la “estabilidad monetaria y financiera”. El capitalismo es inestable por naturaleza, y esa inestabilidad produjo tanto las crisis como los ciclos de renovación a lo largo de los últimos dos siglos.
 
La estabilidad monetaria y financiera es una formula que ha servido para definir los periodos de liberalización comercial y de retorno al maternal seno de la renta mercantilista, que actualmente proviene tanto del transnacionalizado capitalismo industrial -dominado por los financieros y los accionistas-, que para extraer plusvalía se mudó a la periferia, a los países emergentes y en desarrollo, como de la privatización y tarificación de los servicios públicos gracias a las estimuladas (por los países del G-7, una vez más) Public–private partnership (PPP), en español las famosas y costosas “colaboraciones público-privadas”, que nos han hecho retroceder al feudal sistema de “peaje”, de tener que pagar desde el derecho al tránsito en las carreteras hasta los tarificados servicios de utilidad pública que fueron entregados al sector privado.
 
Ahí estamos ahora y nada permite creer que el capitalismo de tipo industrial, ese que tenía el “ascensor social” que llevaba al cielo del empleo estable y a la clase media, pueda jamás ser reparado y puesto en servicio.
 
La Vèrdiere, Francia.
 
1.- La agenda de la Cumbre del G-7 de 1984 en Londres fue sin duda una de las más transformadoras, como deja ver la lista de los principales asuntos tratados a pedido de la conservadora anfitriona, Margaret Thatcher: Problemas económicos, perspectivas y oportunidades para nuestros países y el mundo; la recesión mundial; un crecimiento duradero y la creación de nuevos empleos; creciente tensión en los gastos públicos; desempleo; retos políticos y económicos para los países en desarrollo; el fardo de la deuda para los países en desarrollo y el papel de FMI; políticas para reducir la inflación, tasas de interés; estabilidad económica y gestión; la deuda del Tercer Mundo; liberalización comercial; pobreza y sequías; petróleo y el Golfo (pérsico); el Bloque del Este; innovaciones en la creación de empleos en Italia; medio ambiente; la estación espacial tripulada.
 
En la Cumbre del G-7 de 1988 en Canadá, cuando ya estaba en negociación el TLC entre Canadá y EE.UU. se trataron varios aspectos claves: La cooperación económica internacional; el sistema de comercio multilateral (la Ronda Uruguay del GATT); las nuevas economías industrializadas; los países en desarrollo y sus deuda externas, y un “anexo sobre las reformas estructurales” que da la perspectiva de la implantación del neoliberalismo en ese momento:
 
 
Alberto Rabilotta es periodista argentino - canadiense.
ALAI (Agencia Latinoamericana de Información)

miércoles, 23 de mayo de 2012

Un mundo en transición

La crisis económica que sacude a los países desarrollados amenaza a las democracias y trastoca las relaciones de fuerza internacionales. Las potencias emergentes, con China a la cabeza, esbozan un nuevo orden multipolar y se refuerzan militarmente. Geopolítica y economía de una era incierta. 

Al carcomer el centro neurálgico del capitalismo, la multibillonaria estafa piramidal que derivó en la actual crisis financiera y económica global ha tenido por lo menos el mérito de dejar en evidencia que las falencias del neoliberalismo no se deben a unas cuantas manzanas podridas: son las raíces mismas del árbol las que están corrompidas. En un mundo sujeto a profundos cambios, afrontar este problema es vital para el futuro de la democracia. 

Como bien recuerda el historiador Eric Hobsbawm, “no existe un vínculo necesario o lógico entre los distintos componentes del conglomerado ‘democracia-liberal’” (1). Por el contrario, las tensiones entre ambos son cada día más manifiestas; el liberalismo en su peor expresión, la del libre flujo de capitales, está poniendo a prueba a la democracia. Porque –continúa Hobsbawm sin rodeos– “el ideal de la soberanía del mercado no es un complemento de la democracia liberal, sino una alternativa a este sistema”. En efecto, para los grandes patrones del mundo devenidos en una nueva aristocracia, la democracia y el Estado de Derecho no constituyen más que trabas en su búsqueda desesperada de ganancia y de imposición de las leyes del libre comercio a todos los ámbitos de la vida. 

La entronización de las finanzas, iniciada en la década de 1970, consolidada por el gobierno de Ronald Reagan y desbocada a partir de la derogación en Estados Unidos, en 1999, de la Banking Act (2), fue impuesta tras la caída del Muro de Berlín a todo el planeta como un “Consenso” –aunque sólo fuera el de Washington– a través de los organismos multilaterales de crédito, por medio de relaciones incestuosas con los poderes políticos vernáculos. De la mano de la revolución de las telecomunicaciones, la fuerza centrípeta de los mercados fue arrasando con sus espejitos de colores a la periferia –Tailandia, Corea del Sur, México, Brasil, Rusia, Turquía, Argentina–, recortando salarios, deslocalizando trabajo hacia países con mano de obra esclava. Destruyó bienestar y acentuó desigualdades hasta que se le fueron achicando los espacios y no le quedó más que volverse sobre sí misma. En septiembre de 2008 hizo implosión y provocó una profunda recesión en los países desarrollados. 

Las consecuencias globales de este estallido son aún inciertas, pero se perciben signos de una deriva autoritaria. A la naturalización de la presencia de la extrema derecha en la vida política europea y estadounidense, se suma la erosión lenta, sigilosa, del sistema de libertades y derechos sociales, individuales y políticos que constituyó el orgullo del mundo occidental de posguerra. Con sus resultados a la vista de todos, este capitalismo del desempleo no puede más que imponerse a través de la fuerza. Entonces, armados de un discurso securitario, los representantes de las finanzas avanzan sobre las conquistas de los ciudadanos. Mientras éstos, bombardeados por los medios de comunicación masiva, estrangulados por sus penurias económicas, se someten ante la espada de Damocles cotidiana que constituyen los índices bursátiles y las calificaciones de riesgo país. 

A fines de 2011, el presidente estadounidense Barack Obama firmó la National Defense Authorization Act, una ley que refuerza la nefasta Patriot Act de George W. Bush, y que permite que en la “tierra de los libres” todo ciudadano sospechado de terrorismo sea encarcelado en prisiones militares, por tiempo indeterminado, sin derecho a defensa (3). En España, ante la creciente indignación social, el presidente Mariano Rajoy anunció su intención de considerar “delito de pertenencia a organización criminal la convocatoria a través de cualquier medio de comunicación de actos que alteren gravemente el orden público” (4). En Italia –que reinstaló leyes raciales propias del régimen fascista– y en Grecia, virtuales golpes de mercado instalaron en el poder a tecnócratas provenientes del mundo de las finanzas. El Reino Unido, por su parte, prevé controlar por ley todas las comunicaciones por internet. Lo que una vez fuera el Primer Mundo se encuentra en vías de subdesarrollo. 

En este panorama, el auge de las grandes empresas tecnológicas, cuyo valor bursátil crece en la misma medida que su capacidad de almacenar información de los ciudadanos, constituye la nueva apuesta del capitalismo (Schiller, pág. 38). Convertidas en una nueva divinidad por parte de los consumidores compulsivos del planeta, las tecnologías móviles digitales serán las futuras armas de las luchas sociales. De liberación para los dominados, de control para los poderosos.

Cooperación y armamentismo 

La política belicista estadounidense, respaldada por su Alianza Atlántica, y su embestida contra los principios fundamentales del derecho internacional de posguerra constituyó la otra cara de esta fuga hacia adelante del capitalismo. Obnubilado por su condición de única potencia global tras el derrumbe de la Unión Soviética, Washington buscó en la cruzada civilizatoria contra el mundo musulmán, el poder –interno y externo– y los recursos que la economía le empezaba a retacear. Creyó en el uso de la fuerza como única ratio y fracasó, dilapidando en el transcurso de una década su poder unilateral. Pero Estados Unidos sigue siendo aún por lejos la mayor potencia económica y militar mundial y mantiene a una extensa porción del planeta, que se extiende del Cuerno de África a Pakistán, pasando por Irak y Afganistán, sumida en la guerra, sin que nadie lo moleste, a excepción de los pueblos árabes. 

En este contexto, un grupo heterogéneo de países sacó provecho de los resquicios de la globalización para desarrollar sus economías. En primer lugar, China, que tomó la decisión a fines de los 70, de llevar sus aspiraciones al nivel de sus dimensiones geográficas y a la altura de su historia. Explotando a sus trabajadores socialistas, el gigante asiático produjo la mayor revolución industrial contemporánea, “combinación de rápido desarrollo capitalista y dictadura política” (5). Hoy aspira a destronar a la potencia norteamericana, y amenaza su hegemonía monetaria, comercial, militar y cultural. 

India, la mayor democracia del planeta, sigue sus pasos, al igual que Rusia, potencia en suspenso tras el colapso soviético, y un grupo de países aleccionados por su experiencia neoliberal, como es el caso de Brasil –y Argentina– o incluso de Turquía. Denominadas “potencias emergentes” y agrupadas en distintos foros regionales e internacionales que buscan potenciar su voz en la escena internacional –entre ellos, el BRICS–, estos países se atreven hoy a reclamar el poder político que corresponde al peso de su población y a su participación creciente en el producto mundial, y defienden un nuevo orden internacional multipolar. 

Hicieron sus primeras armas en la OMC, donde el principio “un Estado, un voto” les permitió contrarrestar el avance de los países industrializados. Hoy, exigen la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU –principal bastión del statu quo internacional– y mayor poder de decisión en los organismos financieros internacionales. Aspiran a que la nueva relación de fuerzas quede reflejada en los órganos de gobernanza mundial. Integran asimismo el G20, el grupo de países que reemplazó al G7 como foro de debate internacional, aunque por ahora su rol en este ámbito parece ser el de otorgar legitimidad a los países centrales.

Como el poder no se regala, las principales potencias emergentes, integrantes del selecto club de potencias nucleares –a excepción de Brasil–, reafirman sus ambiciones a través de una nueva carrera armamentista. Buscan así proteger sus vías comerciales y su provisión de recursos alimenticios y energéticos. En el Sudeste Asiático, nuevo centro del comercio y de las finanzas internacionales, tanto China como Estados Unidos están desplegando sus piezas. 

América del Sur, con Brasil a la vanguardia, tiene un rol importante que cumplir en esta reconfiguración. Los principios que guían su Unión de Naciones Suramericanas –resolución pacífica de los conflictos, cooperación, defensa de la democracia y de los derechos humanos, justicia social, no proliferación nuclear– constituyen una utopía a nivel internacional. Pero mientras sigan vigentes las leyes de la realpolitik, la región deberá contar con un gran poder de convicción para hacerse fuerte en base a su modelo, empezando por materializar esos principios a nivel interno. Por las dudas, Brasil sigue el ejemplo de las otras potencias fabricando submarinos nucleares y realiza lanzamientos de prueba de misiles con tecnología propia (6). 

“Revisionismo moderado” 

La nueva multipolaridad que se esboza no expone por ahora más que la voluntad de un grupo de naciones de sentarse a la mesa del poder mundial y repartirlo más equitativamente. En contraposición a la Guerra Fría, ninguno de los poderes emergentes cuestiona hoy los fundamentos del modelo capitalista ni propone una ideología global superadora. Se trata en definitiva de un “revisionismo moderado” (7). Detrás de las promesas de cooperación, los nacionalismos están nuevamente en auge. Los Estados siguen defendiendo sus intereses: buscan asegurarse los recursos energéticos necesarios para su desarrollo y capturar porciones de mercado. Y los millonarios préstamos chinos, resultan tener sus propias condicionalidades. En ese marco, el continente africano aparece como la joya más preciada.

¿Será el nuevo consenso el de Pekín (Halimi, pág. 40)? Algunas empresas comienzan un proceso de relocalización en Occidente: la moderación de los salarios y de los sindicatos ante la competencia asiática vuelve nuevamente atractivos algunos negocios. Al cierre de esta edición, China, Japón y Corea del Sur anunciaban su intención de crear una inmensa área de libre comercio… 

Mientras tanto, las soluciones a los problemas globales –especulación financiera, hambruna, miseria, calentamiento climático, migraciones masivas, proliferación armamentística, crimen organizado– siguen esperando. 

El mundo se encuentra en plena transición. Su resolución es aún una incógnita. Resta saber si será pacífica.

1. Eric Hobsbawm, Guerra y paz en el siglo XXI, Crítica, Barcelona, 2007.
2. Derogada para permitir la constitución del Citigroup, esta ley promulgada por Franklin D. Roosevelt en 1933, conocida como Glass-Steagall, imponía la separación entre la banca de depósitos y la banca de inversión para controlar la especulación.
3. Erik Kain, “President Obama signed the National Defense Authorization Act. Now What?”, www.forbes.com, 2-1-12.
4. www.elpais.com, 11-4-12.
5. Maurice Meisner, La China de Mao y después, Comunicarte, Córdoba, 2007.
6. La Nación, Buenos Aires, 10-5-12.
7. Carlos R. S. Milani, “¿Están cambiando el orden mundial las potencias ‘emergentes’?”, El estado del mundo 2011, Akal, Madrid, 2010.


Pablo Stancanelli
El Diplo
http://www.eldiplo.org/notas-web/un-mundo-en-transicion/

El ideario neoliberal en la era de la superchería

La crisis en Europa ha atravesado varias etapas y ahora ha llegado la fase de la discusión política. Es la fase que más temen el establishment, el sistema bancario y las grandes corporaciones y centros de poder. Se nota en la prensa internacional de negocios. Esta es la etapa más importante porque en ella se abre la controversia política y los pueblos comienzan a deliberar sobre su futuro. Recuperan la palabra, la conciencia histórica y piensan su destino. Al poder establecido le repugna este momento democrático y buscará distorsionarlo y corromperlo de mil maneras.
 
Cuando la crisis comenzó con el colapso inmobiliario en Estados Unidos, la economía europea fue la primera en sufrir el coletazo. La bursatilización de activos tóxicos estadounidenses había sido el medio de contagio en el sistema bancario y financiero europeo. El primer síntoma fue el colapso de los bancos BNP Paribas (septiembre 2007) y Northern Rock (nacionalizado en febrero 2008). El congelamiento en el mercado de dinero interbancario hizo lo demás: la correa de transmisión condujo a una caída en la inversión y la demanda final. La corrosión en el sector financiero fue seguida de un freno en la actividad de la economía real (no financiera).

La segunda fase de la crisis arranca con la caída en el nivel de actividad y la reducción en los ingresos tributarios. Al mismo tiempo, la coordinación en el seno del G-20 llevó a un aumento en el gasto público para estimular la economía y mitigar el efecto de la caída en la demanda agregada. La contracción en los ingresos tributarios y la expansión en el gasto público se combinaron para incrementar fuertemente el déficit fiscal. Y como la arquitectura de la unión monetaria impide al Banco central europeo (BCE) financiar a los gobiernos de la zona euro, no quedó más remedio que acudir a los mercados financieros, en cuyas aguas los tiburones están cebados. Por eso esta segunda etapa de la crisis se presenta para muchos como una crisis de endeudamiento de los gobiernos. Pero esa no es su verdadera naturaleza.

La evolución de la crisis no es lineal. Las diversas caras de la crisis coexisten: la nacionalización de Bankia en España confirma que el sistema bancario en Europa está dañado y tendrá que seguir en cuidados intensivos. La primera fase de la crisis no pasó en vano, y la austeridad no sólo no arregla nada sino que agrava las cosas. La restricción fiscal ya condujo a la recesión y ahora viene la movilización política para evitar que los daños lastimen a la población europea.

Mucho se ha escrito sobre el triste estado de la teoría económica convencional. No pudo prever la crisis porque es esencialmente un discurso ideológico y para hacer la apología del régimen neoliberal lo que menos se quería era hablar de la inestabilidad intrínseca del capitalismo. Confrontada con el fenómeno del desempleo esa misma teoría estándar siempre insistió en que la culpa la tenían los sindicatos y cualquier forma de protección laboral. Es el mito de la rigidez de precios que sigue siendo el arma predilecta de propaganda política neoliberal. Por eso, pasada la primera sorpresa los portavoces del poder neoliberal recuperaron la iniciativa y relanzaron su discurso en contra del gasto público y a favor de las reformas estructurales. El neoliberalismo reconoció rápido la oportunidad para una nueva guerra contra el estado de bienestar. La contraseña en esta nueva ofensiva es la palabra austeridad.

Los economistas saben desde hace mucho tiempo que aplicar un régimen de austeridad en una contracción económica es la mejor receta para hundir una economía en una depresión. Pero aquí no importa que el diagnóstico sea equivocado y que la medicina de la austeridad esté contraindicada. Los poderes en la Unión Europea, en el BCE y en el Fondo monetario internacional (FMI) sólo piensan en rescatar el programa neoliberal. El castigo contra los pueblos de Grecia, España, Portugal e Italia muestra claramente la naturaleza podrida de su proyecto. A los poderes establecidos no les interesa la democracia, ni los ciudadanos de la Unión Europea. El pueblo es material gastable porque lo único que cuenta en este momento es salvar el proyecto neoliberal.

De cara a las elecciones del 17 de junio, Alexis Tsipras, dirigente de la formación de izquierda radical Syriza, tiene razón al señalar que el fundamento de Europa es la democracia y la solidaridad, no un pacto organizado alrededor de los dogmas de la austeridad fiscal y la estabilidad de precios. No hay que equivocarse, ésta es la crisis de un modelo económico basado en la especulación y la explotación, no la crisis del estado de bienestar. La lucidez de los pueblos acabará con la superchería neoliberal. La moneda única debe tener otro fundamento y, en todo caso, no se va a salvar con el dogma de la austeridad neoliberal y la destrucción del estado de bienestar en Europa. En América y en Europa, una nueva economía debe construirse sobre las ruinas del proyecto neoliberal.

Alejandro Nadal
La Jornada

sábado, 5 de mayo de 2012

Las "estrategias de superación del hambre" según el Banco Mundial

En 2011 se desató una terrible hambruna en el Cuerno de África que amenazó las vidas y los medios de subsistencia de más de 12 millones de personas, principalmente en Somalia, Yibuti, Etiopía y Kenia, aunque la situación se extendió a Sudán y a ciertas regiones de Uganda. Se han relatado situaciones caóticas y las muertes por inanición se calculan entre 50.000 y 100.000, según Oxfam y Save the Children. 1 La situación estaba mejorando ligeramente en la región, gracias la acción humanitaria y a las lluvias que tuvieron lugar a finales de 2011, 2 pero a pesar de todo, 8 millones de personas siguen recibiendo atención humanitaria y la FAO ha lanzado una alerta porque el pronóstico para la próxima temporada de lluvias parece indicar que lloverá menos de lo previsto. 3 

La crisis está lejos de solucionarse y en los últimos meses se ha extendido a ocho países del Sahel, donde se calcula que hay aproximadamente quince millones de personas en riesgo grave de inseguridad alimentaria. Los estados más afectados son Níger (5,4 millones, 35% de la población), Chad (3,6 millones, 28% de la población), Malí (3 millones, 20% de la población), Burkina Faso (1,7 millones, 10% de la población), Senegal (0,85 millones, 6% de la población), Gambia (0,71 millones, 37% de la población) y Mauritania (0,7 millones, 22% de la población), aunque la zozobra también se ha propagado a Camerún y Nigeria. 4 

El incremento de los precios de los alimentos
Para diversos organismos la causa de las tragedias en el Cuerno de África y en el Sahel ha tenido su origen en el aumento de los precios de los alimentos, en la sequía existente en la región y en las malas cosechas. La realidad es que junto a los motivos coyunturales como la sequía o la reducción de las siembras, habría que añadir otros “históricos” como la desestructuración de las comunidades y de sus tradiciones agrícolas, una deficiente política agraria, fomento de la agroexportación en detrimento de la soberanía alimentaria y la agricultura campesina para consumo propio y venta en mercados nacionales, etc. 

Todo ello ha ocasionado que muchos países africanos dependan de las importaciones de comida, y con ello, de unos precios internacionales de los alimentos que se han duplicado en menos de una década. Inicialmente este aumento se quiso vincular, perversamente, con la oferta y la demanda de alimentos y materias primas agrícolas (sobre todo cereales). Pero con el paso del tiempo se ha reconocido que este incremento guarda más relación con la inversión financiera en los mercados alimentarios de futuros, como se puede ver en la gráfica. 
 

Elaboración propia con datos de GRAIN, FAO e Instituto Internacional de Finanzas.

De esta forma el Parlamento Europeo reconocía en enero de 2011 que “…estos acontecimientos están sólo en parte provocados por principios básicos del mercado como la oferta y la demanda y que en buena medida son consecuencia de la especulación (…) los movimientos especulativos son responsables de casi el 50 % de los recientes aumentos de precios…”. 5 En la misma dirección, Olivier de Schutter, relator de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, manifestaba en septiembre que “El apoyo a los biocombustibles, así como otros aspectos relacionados con la oferta [como las malas cosechas o la suspensión de exportaciones] son factores de una importancia relativamente secundaria, pero en el tenso y desesperado estado de las finanzas mundiales desencadenan una gigantesca burbuja especulativa”. 6 

Durante décadas se promovió una agricultura exportadora de alimentos y materias primas creando a su vez dependencia hacia las importaciones, lo que ha originado dinámicas desastrosas como la anunciada por la FAO a inicios de 2011, que supuso la antesala a la actual crisis alimentaria que vive África: “…los países de bajos ingresos y déficit de alimentos han sido golpeados con dureza por las subidas de los precios en los últimos años. Debido a esta alza, muchos de estos países han tenido que pagar facturas más elevadas por la importación de alimentos. Casi todos los países africanos son importadores netos de cereales. Las personas más afectadas por el alza de precios son los compradores netos de alimentos, como los residentes urbanos y los pequeños campesinos, pescadores, pastores y trabajadores agrícolas que no producen alimentos suficientes para cubrir sus necesidades. Los más pobres de entre ellos destinan más del 70-75 por ciento de sus ingresos en la compra de alimentos.”. 7 

Las estrategias de superación
En un reciente informe del Banco Mundial, se mencionan las denominadas “estrategias de superación” para combatir el hambre. Estas mal llamadas “estrategias” no son más que sacrificios que, de manera obligatoria ante una situación de crisis alimentaria, deben realizar las personas para saciar mínimamente sus necesidades nutricionales. Para dar más luz sobre este controvertido tema, el propio organismo indica que “Los mecanismos de superación no son universales, pero normalmente involucran respuestas comunes entre las familias y los países. En primera instancia, la respuesta implica alguna forma de ajuste en el consumo (comer alimentos más baratos y reducir el tamaño y la frecuencia de las comidas) y conductas de normalización del consumo (pedir dinero prestado, comprar alimentos a crédito, vender activos y buscar más empleo)…”.

En principio se podría creer que el Banco Mundial únicamente informa sobre algunas actuaciones desesperadas que aplica la gente en momentos de emergencia. Pero realmente esta corporación llega a justificarlas y las ve como una herramienta más para paliar el hambre, aseverando que “Las estrategias de superación pueden atenuar algunos de estos riesgos, con opciones que generen impactos muy positivos en el bienestar…”

El organismo multilateral acepta estas conductas, aunque no tiene más remedio que confesar la realidad y reconocer que, el menor consumo de alimentos y la incapacidad de costear una dieta equilibrada conducen a una ingesta menor de micronutrientes. Asimismo confiesa que los niños, las embarazadas y los enfermos crónicos requieren una alimentación más nutritiva y variada, y por tanto disponen de menos mecanismos de superación. Sin embargo el Banco Mundial, milagrosamente complementa sus “estrategias de superación” con la caridad de los estados nacionales: “…las intervenciones públicas deben considerar las conductas de superación, complementar sus efectos positivos y mitigar sus deficiencias. Por ejemplo, los programas de alimentación escolar pueden reducir el incentivo de los padres de sacar a sus hijos de la escuela para que trabajen, al igual que las transferencias en efectivo condicionadas. Gracias a estas remesas puede no ser necesario saltarse comidas y con programas nutricionales bien focalizados, se logra reducir la insuficiencia de micronutrientes debido a la falta de comidas.”. 8 

En definitiva, algunas de las posibles soluciones propuestas por el Banco Mundial ante las actuales crisis alimentarias, pasan por una reducción en la ingesta de comida, el préstamo de dinero para comprarla y la caridad a través de la ayuda alimentaria como complemento a las “estrategias de superación”. Pocas cosas pueden añadirse a semejante declaración de principios. Los especuladores que sigan incrementando sus réditos en los mercados de futuros, los acaparadores que perpetúen la colonización de los países empobrecidos y las multinacionales del agronegocio que mantengan el control sobre la cadena alimentaria. Que sigan siendo las personas y las naciones las que se sacrifiquen siempre. Los otros que mantengan sus lucrativos negocios. 

1 SAVE THE CHILDREN y OXFAN: “Un retraso peligroso”, 18 de enero de 2012.
2 FAO: “Termina el hambre en Somalia pero la situación sigue siendo muy grave”, Nairobi, 3 de febrero de 2012.
3 FAO: “Llamamiento urgente de la FAO para el cuerno de África”, Roma, 23 de marzo de 2012.
4 FAO: “Urge ayudar a los agricultores y criadores de ganado afectados por la sequía en el Sahel”, Roma, 9 de marzo de 2012.
5 http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//TEXT+TA+P7-TA-2011-0006+0+DOC+XML+V0//ES&language=ES
6 KNAUP, H., SCHIESSL y M., SEITH Y.A.: “El hambre cotiza en bolsa”, en El País, Madrid, España, 4 de septiembre de 2011.
7 FAO: “Guía para los países afectados por el alza de los precios alimentarios”, Roma, 15 de enero de 2011.
8 BANCO MUNDIAL: “Tendencia en los precios mundiales”, febrero 2012, en: http://www.bancomundial.org/temas/preciosalimentos/alerta/enero-2012.htm


Vicente Boix
Elparquedelashamacas.
http://www.elparquedelashamacas.org/html/banco_mundial.html