domingo, 10 de octubre de 2010

Promesas incumplidas

En 2000, los dirigentes del mundo se reunieron en Nueva York e hicieron pública una Declaración del Milenio, en la que se prometía reducir a la mitad la proporción de personas que padecen pobreza extrema y hambre en 2015. También prometieron reducir a la mitad las personas que carecen de agua potable y saneamiento, avanzar hacia la escolarización primaria completa y universal de los niños de todos los países, reducir en dos terceras partes la mortalidad infantil y en tres cuartas partes la mortalidad materna y luchar contra el sida, el paludismo y otras enfermedades. Esas promesas, reformuladas como objetivos concretos y mensurables, pasaron a ser los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Los países ricos han prometido reducir la pobreza, pero no han adoptado las medidas adecuadas

El mes pasado, 10 años después, los dirigentes del mundo volvieron a Nueva York para celebrar una cumbre de Naciones Unidas que aprobó un documento titulado Mantener la promesa, en el que se reafirmó el compromiso de alcanzar dichas metas de aquí a 2015. ¿Qué posibilidades tenemos de mantener las promesas?

Como ha señalado el filósofo de Yale Thomas Pogge, la tarea se ha vuelto más fácil reduciendo los objetivos. Como la población del mundo está aumentando, reducir a la mitad la proporción de personas que padecen hambre significa que no se reducirá su número a la mitad. Pero algo peor iba a venir. Cuando se reformuló la Declaración del Milenio, la base para el cálculo de la proporción que reducir a la mitad no se fijó en 2000, sino en 1990, lo que significaba que los avances ya logrados podían contribuir a la consecución del objetivo y este pasó a ser el de reducir a la mitad "la proporción de personas del mundo en desarrollo", lo que constituye una gran diferencia, porque la población del mundo en desarrollo está aumentando más rápidamente que la población del mundo en conjunto.

El efecto neto de todos esos cambios, según los cálculos de Pogge, es que, mientras que en 1996 los dirigentes mundiales prometieron que en 2015 podrían reducir el número de personas desnutridas a no más de 828 millones, ahora solo prometen reducir a 1.324 millones el de las que padecen pobreza extrema. Como la pobreza extrema es la causante de una tercera parte, aproximadamente, de todas las muertes humanas, esa diferencia significa que todos los años morirán unos seis millones de personas más por causas relacionadas con la pobreza que si se hubiera mantenido la promesa original hecha en Roma.

En cualquier caso, según un reciente informe de Banco Mundial / Fondo Monetario Internacional, no vamos camino de conseguir siquiera el objetivo mundial inferior de reducir a la mitad la proporción de personas hambrientas. El aumento de los precios de los alimentos el año pasado hizo que el número de personas que padecen hambre rebasara los 1.000 millones. Que así sea, mientras las naciones desarrolladas despilfarran toneladas de cereales y soja alimentando a animales y la obesidad alcanza proporciones epidémicas, socava nuestras afirmaciones sobre el valor igual de toda la vida humana.

El objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas que padecen pobreza extrema está al alcance, pero principalmente por el progreso económico habido en China y la India. En África, un decenio de crecimiento económico alentador está reduciendo la proporción de la población que vive en la pobreza extrema, pero no con la suficiente rapidez para reducirla a la mitad de aquí a 2015.

Son mejores las noticias sobre la consecución de la paridad sexual en la educación. También tenemos grandes posibilidades de alcanzar el objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas de los países en desarrollo que carecen de agua potable, pero lograrlo también en el caso del saneamiento ha resultado más difícil.

Sin embargo, respecto de los objetivos relativos a la salud ni siquiera nos acercamos. La mortalidad materna está disminuyendo, pero no con la suficiente rapidez. Más personas con sida están consiguiendo los antirretrovirales baratos y su esperanza de vida ha aumentado, pero el acceso universal sigue quedando lejos y la enfermedad se está extendiendo, aunque más lentamente. Se han logrado avances en la reducción del paludismo y del sarampión y la tasa de mortalidad infantil ha bajado, pero no se alcanzará el objetivo de su reducción en dos terceras partes.

Durante mucho tiempo, los países ricos han prometido reducir la pobreza, pero sus palabras no han ido acompañadas de las medidas adecuadas. Para lograr avances sostenibles en la reducción de la pobreza extrema, harán falta mejoras en la cantidad y la calidad de la ayuda. Solo unos pocos países -Dinamarca, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega y Suecia- han alcanzado o superado el modesto objetivo del 0,7% del PIB para la ayuda extranjera al desarrollo, pero, sin una reforma del comercio y medidas contra el cambio climático, una ayuda mayor y mejor no bastará.

De momento, parece muy probable que, cuando llegue 2015, los dirigentes del mundo no habrán cumplido sus (atenuadas) promesas, por lo que serán responsables de permitir las muertes innecesarias, todos los años, de millones de personas.

Peter Singer es profesor de Bioética en la Universidad de Princeton. © Project Syndicate, 2010. Traducido por Carlos Manzano.

Fuente: El País

jueves, 7 de octubre de 2010

Jean Ziegler: “La solución al hambre no es dar más, sino robar menos”. Entrevista

Haber nacido en Suiza –un país cuya “única materia prima es el dinero de los demás”– y una larga relación con la ONU no implica directamente la defensa del capitalismo financiero que esos dos datos harían sospechar. Ziegler es un anciano antiprototípico capaz de articular un libro sobre esta premisa: “Pocas veces los occidentales han dado tales muestras de ceguera, indiferencia y cinismo como ahora. Su ignorancia de las realidades es impresionante. Y así es como se alimenta el odio“.

Es una acusación bastante dura, ¿no le parece?

Vivimos en un orden caníbal del mundo: cada cinco segundos muere un niño de menos de 6 años; 37.000 personas fallecen de hambre cada día y más de mil millones (casi una sexta parte de la humanidad) sufre malnutrición permanente. Y mientras tanto, las 500 mayores multinacionales controlaron el año pasado el 53% del PIB mundial. Esta oligarquía del capital financiero organizado tiene un poder como jamás lo tuvo un papa, un rey o un emperador. Creo que la ceguera y la arrogancia de los occidentales es total.

La pasada semana hubo una reunión de la ONU, que es su casa, para tratar el asunto.

Sí. Y [el secretario general] Ban Ki Moon dijo que el hambre podría ser erradicada con 40.000 millones de dólares. Es una locura, porque el problema no es que haya poco dinero para los subsidios de cooperación (aunque siempre se puede hacer más), son las estructuras del orden criminal del mundo las que fabrican cada día la masacre cotidiana del hambre. La solución no es dar más, sino robar menos.

¿Cuáles son esas «estructuras del orden criminal»?

Las exportaciones a precios bajos destruye la agricultura africana

Este orden se basa en tres pilares. El primero es el dumping [exportar productos a un precio más bajo que en el propio país] agrícola: la UE exporta productos agrícolas a África a precios muy bajos, lo que destruye la agricultura africana. El segundo son los agrocarburantes: se queman millones de toneladas de trigo y maíz para proteger el planeta, para reducir las emisiones;es una razón comprensible, pero quemar alimentos en un planeta donde cada cinco segundos un niño muere de hambre es un crimen contra la humanidad…

¿Y el tercer pilar?

Es la especulación bursátil de los grandes hedge funds sobre el arroz, el trigo, el maíz, etcétera. La especulación sobre los alimentos de base. Después de la crisis financiera de 2008, los grandes hedge funds migraron desde los mercados financieros a los mercados de materias primas. Se dedicaron, legalmente, a especular e hicieron explotar los precios de los alimentos básicos.

La UE es responsable de algunas de estas políticas…

La hipocresía de los comisarios, inclusive españoles, es impresionante. Porque cuando los refugiados del hambre intentan venir a Canarias o a Lampedusa son rechazados por métodos militares.

Pero, ¿no existe un problema de sobrepoblación?

260 millones de personas fueron pasan hambre a causa de la especulación

La FAO, que cada año da en su informe anual unas cifras respetadas por todos, dice que la agricultura actual podría alimentar a 12.000 millones de personas. Es, prácticamente, el doble de la humanidad. Y el Banco Mundial dice que al menos 260 millones de personas más fueron empujadas en 2009 al abismo del hambre por causa de la especulación.

¿Y la culpa de todo ello es de Occidente?

Occidente es ciego, arrogante, no comprende la memoria herida de la esclavitud, de las masacres coloniales;no entiende que hoy en día todo eso se transforme en conciencia política, en reivindicación de perdón y de reparación.

Pero hablar de odio en el título es bastante agresivo.

Ésta es la 14.ª edición del libro en el extranjero y funciona muy bien

Este libro es un libro de esperanza. Ésta es la 14.ª edición en el extranjero y funciona muy bien. Siempre los editores dicen que el título no es muy bueno, porque la palabra odio impresiona mucho. Pero hay dos tipos de odio: el patológico, que es el del terrorismo, el de Al-Qaeda, que no tiene justificación y tiene que ser combatido con todas las medidas democráticas; pero existe otro: el odio razonado, que es el que se ve en Bolivia, en Caracas, en otras partes. Es la transformación, postergada, de esa memoria herida de la esclavitud en una fuerza política. En Bolivia, por primera vez en el subcontinente, es un campesino, un cocalero, un aymara –no un intelectual de izquierdas– quien gobierna.

¿Cómo se produce esta transformación?

Estos países están viviendo un renacer identitario y la fuerza política y social generada es capaz de hacer frente a las multinacionales (con las expropiaciones del petróleo, el gas, las minas…).

¿Y cuál es el papel de Europa?

Las multinacionales son el poder principal en España, Francia y en todas partes. Los Estados de Europa son verdaderas democracias, donde los derechos humanos son respetados. Pero, fuera de Europa practican el fascismo externo, la ley de las multinacionales, que maximizan los beneficios con la explotación máxima de los recursos ajenos. Pero aquí, en el cerebro del monstruo, el pueblo existe con todos sus derechos: una sociedad civil con conciencia puede forzar la prohibición de quemar alimentos para fabricar biocarburantes, puede reformar la Bolsa, prohibir la especulación con materias primas…

¿Y el de la ONU?

El libro se publica con la esperanza de quebrar el orden caníbal del mundo

Naciones Unidas ha terminado. En su momento fue muy importante, pero ya no funciona. Los países del Sur quieren relaciones internacionales, organismos, de justicia e igualdad, que no existen. Si es posible construir un frente de solidaridad planetaria entre la nueva sociedad civil aquí y los nuevos movimientos del Sur, se podría quebrar el orden caníbal del mundo. El libro se publica con esta esperanza.

  • Ziegler es escritor, sociólogo, analista político y anticapitalista.
  • Participa en el comité consultivo del Consejo de Derechos Humanos.
  • El sociólogo suizo publica su libro, ‘El odio a Occidente’ (Península).
  • “La ONU ya no funciona. El Sur quiere relaciones de igualdad”.
  • “Hay dos tipos de odio: el patológico (el de Al-Qaeda) y el razonado”.
David Rojo.
20 minutos.es

martes, 5 de octubre de 2010

20 países no deben decidir el destino del mundo entero

Más de 100 organizaciones sociales de todo el mundo, entre las que se encuentran ATTAC España y otros ATTAC nacionales, han hecho un llamamiento para protestar contra las falsas soluciones a la crisis global que plantea el G-20, que se reunirá el próximo noviembre en Seúl.

Con el lema “20 países no deben decidir el destino del mundo entero”, organizaciones de los cinco continentes señalan en un documento que las reformas financieras planteadas no imponen ningún control real para bancos que originaron la crisis, y que el G-20 no propone salidas de fondo a la grave situación que afronta el planeta.

Para estas organizaciones, el G-20 es un espacio que representa a las corporaciones y no a los pueblos que sufren los efectos de la crisis, y que garantiza las ganancias de los inversionistas antes que la solución del grave problema de empleo e impacto del cambio climático que enfrentan hoy el mundo.

Puedes descargar el llamamiento en este enlace.