Goldman Sachs, que fue
uno de los bancos de inversión y valores más grandes del mundo,
argumentó en su momento que el potencial económico de Brasil, Rusia,
India y China era tal, que era muy probable que se convirtieran en las
cuatro economías dominantes del mundo: fue una tesis propuesta por Jim
O’Neill, economista del banco, en un ensayo titulado
Building better global economic BRICs(2001). El terminajo fue adoptado por académicos y analistas, pues parecía resumir unos rasgos comunes: es un grupo de países muy poblados con economías ascendentes, clase media en expansión acelerada, crecimiento superior a la media global mundial, y una notable resistencia a la crisis financiera que se había dado inicio a fines de 2007.
Lo notorio no es que académicos y analistas hayan adoptado sin más la
tesis de O’Neill, sino que los propios países incluidos en el acrónimo
de marras, hayan oído esa cuasi solitaria voz proveniente de un banco
gringo, para convertirla en un eje de su actuar inmediato, y
constituirse en
somos el polo dominante del futuro. Hasta ahí puede llegar una voz del país dominante del planeta.
El mundo de la economía global del presente, como estamos viendo, se
mueve agitadamente sin cesar, provocando cambios acelerados y continuos,
y probablemente la tesis de O’Neill (y de los aludidos) era por lo
menos apresurada.
Todavía el informe del PNUD, Índice de Desarrollo Humano 2013, subtituló al documento
El ascenso del sur, dando un lugar especial a los BRICS –ya había sido añadida Sudáfrica-, y se había argumentado que podrían haber entrado en los BRICS México y Corea del Sur, pero que no era necesario por cuanto eran parte de la OCDE.
Espero que el gozo no se haya ido al pozo, pero la cumbre que las
cinco grandes economías emergentes (o BRICS) acaban de celebrar en
Durban (Sudáfrica), comenzó con redoble de grandes tambores, y acabó en
susurros. El convenio de canje de divisas suscrito previamente por China
y Brasil aparecía como el comienzo de acuerdos de mucho mayor calado,
en particular la creación de un banco de desarrollo que sirviera de
contrapeso al Banco Mundial y al FMI.
La iniciativa, aprobada por los BRICS desde el año pasado en Nueva
Delhi, se había presentado como la base de un nuevo orden financiero
mundial: un
banco sur-surque ayudara a los países en desarrollo y desafiara a los organismos dominados por las potencias occidentales. Los BRICS, sin embargo, no pudieron crear en Durban su primer gran organismo financiero. No hubo acuerdo en cómo financiar el banco, ni dónde situar su sede, ni cómo articular la toma de decisiones. Ojalá y esas dificultades puedan ser superadas en el futuro, pero la coyuntura apunta más bien a mayores dificultades.
Ahora, la agencia Standard & Poor’s calificó hace unos dos meses la deuda
soberanade India en BBB- (el grado de inversión más bajo posible y la más baja nota entre los BRICS). India enfrenta casi todos los retos que una economía emergente puede afrontar. Su gobierno está liderado por una pequeña élite dividida por disputas que paraliza casi todos los intentos de reforma económica.
Brasil afronta problemas económicos y políticos crecientes, de corto y
de mediano plazo, a los que nos hemos referido en este espacio, al
mismo tiempo que tomado compromisos internacionales de gran envergadura.
En Rusia el propio Putin ha expresado serias dudas sobre el futuro de
los BRICS. Este país está entrando gradualmente a una etapa recesiva de
la que no le será fácil salir. Una de las patas del tripié ruso son sus
elevadas exportaciones de petróleo y gas a la Unión Europea, y la ya
larga recesión europea ha asestado sucesivos golpes a la balanza de
pagos rusa, que ya no registra los volúmenes de divisas que recibía
hasta hace pocos años. También ha hecho esfuerzos importantes, pero no
ha podido controlar una burbuja inmobiliaria que crece, no a velocidad
gringa, pero no deja crecer.
Sólo China sigue en pie. En una nota reciente Standard and Poor’s se
refirió, con esa delicadeza diplomática de tantos funcionarios gringos
que operan a nivel internacional, a
China y los BRI.
De modo que ver en los BRICS el núcleo dominante del futuro, o en un
mejor escenario, la constitución de potencias que efectivamente empiecen
a configurar un mundo multipolar más o menos equilibrado, se ve como el
vagón de cola de un tren que parte velozmente delante de nosotros: se
achica rápidamente ante nuestros ojos.
No por todo ello Estados Unidos está en una vía de recuperación de su
hegemonía de la posguerra. Por el contrario, esa hegemonía se vuelve
más y más evanescente. El sentimiento antiestadunidense crece –¡aún
más!– en el mundo entero. Ahora hasta la alianza atlántica está herida
por el espionaje estadunidense y (entre paréntesis, qué irónico
resultaría que los drones que se fabrican en México –como El Gavilán–,
diseñado expresamente para vigilancia de multitudes, fuera el
instrumento para vigilar la frontera norte por nuestros vecinos: este dron se comercializa por Hydra Technologies de México).
Estados Unidos, sí, continuará siendo el país dominante, por su pura
fuerza militar y tecnológica; y si el mundo no gringo no logra crear un
mundo multipolar equilibrado, nos amenaza una dictadura militar mundial
estadunidense, que es el american dream del Partido Republicano.
José Blanco
La Jornada