domingo, 14 de julio de 2013

¿Qué pasó con los BRICS?

Goldman Sachs, que fue uno de los bancos de inversión y valores más grandes del mundo, argumentó en su momento que el potencial económico de Brasil, Rusia, India y China era tal, que era muy probable que se convirtieran en las cuatro economías dominantes del mundo: fue una tesis propuesta por Jim O’Neill, economista del banco, en un ensayo titulado Building better global economic BRICs (2001). El terminajo fue adoptado por académicos y analistas, pues parecía resumir unos rasgos comunes: es un grupo de países muy poblados con economías ascendentes, clase media en expansión acelerada, crecimiento superior a la media global mundial, y una notable resistencia a la crisis financiera que se había dado inicio a fines de 2007.
 
Lo notorio no es que académicos y analistas hayan adoptado sin más la tesis de O’Neill, sino que los propios países incluidos en el acrónimo de marras, hayan oído esa cuasi solitaria voz proveniente de un banco gringo, para convertirla en un eje de su actuar inmediato, y constituirse en somos el polo dominante del futuro. Hasta ahí puede llegar una voz del país dominante del planeta.

El mundo de la economía global del presente, como estamos viendo, se mueve agitadamente sin cesar, provocando cambios acelerados y continuos, y probablemente la tesis de O’Neill (y de los aludidos) era por lo menos apresurada.

Todavía el informe del PNUD, Índice de Desarrollo Humano 2013, subtituló al documento El ascenso del sur, dando un lugar especial a los BRICS –ya había sido añadida Sudáfrica-, y se había argumentado que podrían haber entrado en los BRICS México y Corea del Sur, pero que no era necesario por cuanto eran parte de la OCDE.

Espero que el gozo no se haya ido al pozo, pero la cumbre que las cinco grandes economías emergentes (o BRICS) acaban de celebrar en Durban (Sudáfrica), comenzó con redoble de grandes tambores, y acabó en susurros. El convenio de canje de divisas suscrito previamente por China y Brasil aparecía como el comienzo de acuerdos de mucho mayor calado, en particular la creación de un banco de desarrollo que sirviera de contrapeso al Banco Mundial y al FMI.

La iniciativa, aprobada por los BRICS desde el año pasado en Nueva Delhi, se había presentado como la base de un nuevo orden financiero mundial: un banco sur-sur que ayudara a los países en desarrollo y desafiara a los organismos dominados por las potencias occidentales. Los BRICS, sin embargo, no pudieron crear en Durban su primer gran organismo financiero. No hubo acuerdo en cómo financiar el banco, ni dónde situar su sede, ni cómo articular la toma de decisiones. Ojalá y esas dificultades puedan ser superadas en el futuro, pero la coyuntura apunta más bien a mayores dificultades.

Ahora, la agencia Standard & Poor’s calificó hace unos dos meses la deuda soberana de India en BBB- (el grado de inversión más bajo posible y la más baja nota entre los BRICS). India enfrenta casi todos los retos que una economía emergente puede afrontar. Su gobierno está liderado por una pequeña élite dividida por disputas que paraliza casi todos los intentos de reforma económica.

Brasil afronta problemas económicos y políticos crecientes, de corto y de mediano plazo, a los que nos hemos referido en este espacio, al mismo tiempo que tomado compromisos internacionales de gran envergadura. En Rusia el propio Putin ha expresado serias dudas sobre el futuro de los BRICS. Este país está entrando gradualmente a una etapa recesiva de la que no le será fácil salir. Una de las patas del tripié ruso son sus elevadas exportaciones de petróleo y gas a la Unión Europea, y la ya larga recesión europea ha asestado sucesivos golpes a la balanza de pagos rusa, que ya no registra los volúmenes de divisas que recibía hasta hace pocos años. También ha hecho esfuerzos importantes, pero no ha podido controlar una burbuja inmobiliaria que crece, no a velocidad gringa, pero no deja crecer.

Sólo China sigue en pie. En una nota reciente Standard and Poor’s se refirió, con esa delicadeza diplomática de tantos funcionarios gringos que operan a nivel internacional, a China y los BRI.

De modo que ver en los BRICS el núcleo dominante del futuro, o en un mejor escenario, la constitución de potencias que efectivamente empiecen a configurar un mundo multipolar más o menos equilibrado, se ve como el vagón de cola de un tren que parte velozmente delante de nosotros: se achica rápidamente ante nuestros ojos.

No por todo ello Estados Unidos está en una vía de recuperación de su hegemonía de la posguerra. Por el contrario, esa hegemonía se vuelve más y más evanescente. El sentimiento antiestadunidense crece –¡aún más!– en el mundo entero. Ahora hasta la alianza atlántica está herida por el espionaje estadunidense y (entre paréntesis, qué irónico resultaría que los drones que se fabrican en México –como El Gavilán–, diseñado expresamente para vigilancia de multitudes, fuera el instrumento para vigilar la frontera norte por nuestros vecinos: este dron se comercializa por Hydra Technologies de México).

Estados Unidos, sí, continuará siendo el país dominante, por su pura fuerza militar y tecnológica; y si el mundo no gringo no logra crear un mundo multipolar equilibrado, nos amenaza una dictadura militar mundial estadunidense, que es el american dream del Partido Republicano.

José Blanco
La Jornada

jueves, 4 de julio de 2013

La globalización contra-hegemónica

Estamos siendo testigos de la irrupción de los ciudadanos de innumerables países, que protestan indignados contra la realidad de un mundo cada vez más injusto, más inseguro y donde la democracia real se ha vuelto una ilusión. Se trata de un fenómeno inédito. Las nuevas tecnologías de la información y la telecomunicación permiten ya no sólo transmitir el malestar, sino organizar expresiones masivas por canales no controlados ni por el poder político (gobiernos y partidos) ni por el poder económico (empresas y corporaciones). Estas rebeliones ciudadanas, ocurridas de manera espontánea en regiones tan diferentes como el mundo árabe (Egipto, Túnez, Argelia, Marruecos), Europa (Islandia, Grecia, Portugal, España) o América Latina (Chile, México, Brasil), han logrado detener o anular medidas coercitivas, cambiar leyes o derrocar regímenes autoritarios. Son reacciones a la crisis de la civilización moderna. Sin embargo, ahí donde parece que todo termina, es donde todo comienza. Si la protesta callejera, por más impactante que sea, no se transforma en organización autónoma de la sociedad civil, su efecto tenderá a desvanecerse o apagarse y a terminar recluida en el baúl de los recuerdos. ¿Cómo convertir la protesta en una fuerza real de transformación social?
 
Debemos al pensador lusitano Boaventura de Sousa Santos la expresión de globalización contra-hegemónica. Bajo este título agrupa los proyectos, iniciativas y procesos de carácter alternativo que, creados y ejecutados por la sociedad civil, representan fisuras en el modelo dominante de la civilización industrial o moderna. Su importancia es nodal, porque muestra que existen ejemplos y casos exitosos de la vida real construidos sobre valores no sólo alternativos, sino opuestos a los que hoy dominan. Se trata de experiencias autónomas e independientes de los poderes políticos y económicos inspirados en el apoyo mutuo y la cooperación y basados en una economía que es moral, ecológica y solidaria. Hagamos un brevísimo recuento.

Es posible que el rasgo clave de estas experiencias sea el espíritu solidario, cooperador o altruista de quienes participan en ellas. Ello las sitúa de raíz como antípodas de la competencia y del individualismo. Sobre ese valor se construyen entonces instituciones verdaderamente democráticas, horizontales e igualitarias que surgen en paralelo a los proyectos. En esta perspectiva el primer baluarte lo conforman las cooperativas y las redes de muy diferente tipo. Las cooperativas, que son modalidades de empresas sin patrones donde los trabajadores son todos socios con derecho a voz y voto, no sólo existen y subsisten sino que se expanden por todo el mundo. Las redes de producción y consumo igualmente crecen, especialmente las de los productos orgánicos.

La cooperativa es y será cada vez más el modelo productivo que habrá de remplazar a las empresas y corporativos privados. La cooperativa surgió en 1844 en Inglaterra cuando 28 trabajadores despedidos decidieron fundar su propia empresa. Si usted, lector, explora por Internet el tema, encontrará más de 3 millones de respuestas y se enterará que existe la Alianza Internacional de Cooperativas, fundada en 1895. El modelo cooperativo está presente en los principales proyectos contra-hegemónicos.

Ya hace más de cuatro décadas que en Japón surgió el Tekei, redes que conectan cooperativas de productores y consumidores de alimentos, en su mayoría orgánicos. Se estima que hacia 2004 participaban unos 22 millones de ciudadanos. El Tekei japonés se considera una experiencia emblemática que ha inspirado muchas otras experiencias similares en numerosos países. En India, el influyente legado filosófico de Mahatma Gandhi, que incluye conceptos de gran importancia como el swaraj (autogobierno) y la swadeshi (control popular de los procesos) y las notables resistencias ecológicas, como el movimiento Chipko (mujeres defendiendo los árboles) o la protesta de Bophal, han inducido unas 30 mil iniciativas sociales emancipadoras conocidas como micromovimientos. También está el caso del estado de Kerala, en el extremo sur, donde gobiernos de izquierda, a contracorriente de lo que habitualmente sucede, han gestado un extenso movimiento de democracia participativa, que ha llegado a sus mil 214 municipios. Kerala mantiene una población, equivalente a la de España, de casi 40 millones. En México existe un registro de un millar de experiencias locales, de inspiración ecológica, realizadas por empresas sociales, casi todas indígenas, distribuidas principalmente por el centro y sur del país. En España el cooperativismo tiene una alta presencia en la economía; su experiencia emblemática es Mondragón, con 100 mil socios, y frente a la crisis se han constituido nuevas cooperativas integrales en Barcelona, Madrid y Andalucía.

La información disponible, por lo común dispersa, revela que en Cuba un movimiento ciudadano de carácter agroecológico logró remontar la crisis alimentaria provocada por la ausencia de petróleo, tras la caída de la Unión Soviética, más allá del aparato político de la isla; que en Brasil, las tres principales confederaciones campesinas se plantean no sólo el reparto agrario, sino el modelo agro-ecológico y la soberanía alimentaria; y que en Europa el movimiento de las Transition Towns, poblaciones que buscan vivir sin petróleo bajo un modelo sustentable rebasan, las 200.

Es posible que toda esta gama de proyectos ciudadanos no alcance aún a conformar un proceso global. Pero todo apunta hacia allá. Mientras que la Alianza Cooperativa Internacional reúne a 800 millones de socios, la Vía Campesina es ya una organización global, con 200 millones de miembros. En escasas dos semanas el movimiento ambientalista logró sacar a la calle a más de 2 millones en 435 ciudades para protestar contra Monsanto y los alimentos transgénicos. El día del orgullo gay igualmente convoca cada año a cientos de miles a manifestaciones callejeras. Quienes se dedican a la teoría de redes, saben que una vez consolidada una red en un nivel, el siguiente paso es su articulación con otras más y así sucesivamente. Conforme se vaya consolidando este proceso trans-escalar se habrá de pasar a la formulación de contenidos teóricos para buscar una civilización diferente, o una modernidad alternativa. La frase del pensador alemán Bertolt Brecht resulta significativa: La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer.

Victor M Toledo
La Jornada