miércoles, 29 de junio de 2011

#syntagma (28-29 junio 2011) . Grecia. Imágenes sin comentarios

El retorno de los brujos

Los economistas conservadores han salido desprestigiados por la crisis. Después de todo, prometieron prosperidad, igualdad y hasta un mundo menos enfermo desde el punto de vista ambiental. Lo único que nos entregaron fue un colapso económico gigantesco, con desempleo y pobreza. Deberían estar escondidos, llenos de vergüenza.

Pero no es así. Todo lo contrario. Los economistas conservadores han tomado más fuerza. ¿Por qué? La razón es que los mitos en los que se fundan sus posturas están profundamente enraizados en una cosmovisión elemental de una gran cantidad de personas, por no decir de la mayoría de la gente.

En el arcón de mitos en los que se funda la economía conservadora o neoclásica existen tres particularmente importantes. No importa cuanta evidencia empírica en sentido contrario pueda usted encontrar, nunca podrá convencer a los fieles de estos dogmas. De todos modos, aquí les ofrecemos unas cuantas piedras para lanzar a las relucientes vitrinas de los que tienen estas creencias.

El primer mito está basado en la idea de que el mundo de lo económico forma un sistema autónomo que se regula a sí mismo. La metáfora más exitosa (y peligrosa) es que lo económico es una especie de máquina. Y como se autoregula, hay que dejarla trabajar sin estorbar su dinámica.

La teoría económica se ha pasado más de 200 años tratando de demostrar que efectivamente el sistema económico se auto-regula y que, por lo tanto, no necesita de la intervención del gobierno o de la esfera de la política. La evidencia de crisis recurrentes podía haber sido suficiente para demostrar lo contrario. Pero frente a las historias de crisis, los neoclásicos siempre podían argumentar que fueron provocadas precisamente por intervenciones irresponsables de los gobiernos.

El debate se desplazó al mundo de los modelos matemáticos. El programa de investigación de los economistas fue sencillo: construir un modelo matemático capaz de reproducir las condiciones bajo las cuales las fuerzas del mercado conducen al equilibrio. Pero el modelo más sofisticado y refinado de la teoría económica neoclásica ha demostrado que en general (salvo excepciones aberrantes) el sistema de mercado es inestable. Así que por donde lo vean: o historia económica, o modelos matemáticos puros, la verdad es que la idea de los mercados autoregulados que conducen al equilibrio no tiene ninguna base racional.

El segundo mito es que la economía de un gobierno es como la de un hogar. Y así como una familia tiene que medir su consumo, el gobierno también tiene que restringir su gasto para no rebasar el monto de sus ingresos. De esta visión procede la idea de que en tiempos de crisis, tal como lo haría una familia, hay que apretarse el cinturón. Es lo que recomiendan sin cesar los llamados halcones de la austeridad fiscal en el debate sobre política fiscal en todo el mundo.

La realidad es diferente. Para empezar, los hogares no pueden establecer gravámenes y recaudar ingresos a través de impuestos. Tampoco he visto familias que vivan cientos de años, que incurran en un déficit constante y que acumulen deuda, como hacen los gobiernos. Normalmente las deudas de los hogares tienen que resolverse de una u otra forma.

En el límite, los gobiernos pueden emitir moneda, algo que los particulares tampoco pueden hacer. Dirán algunos que precisamente para evitar abusos se le ha dado autonomía al banco central. Pero si se observa con cuidado el comportamiento de la Reserva federal en Estados Unidos, se puede constatar que la política monetaria no se parece en nada al comportamiento de una familia.

El tercer mito es que cada clase social o grupo recibe como remuneración lo que aporta a la economía. Esta creencia es la que está más profundamente enraizada en la gente y corta el espectro de todas las clases sociales. Parece que en alguna parte del imaginario colectivo habita la leyenda de que el ingreso de las personas es proporcional a su contribución al producto nacional. El corolario es que el orden económico es justo, pero la realidad es que nada en la teoría económica presta sustento a esta idea. La distribución del ingreso no está determinada por ninguna ley o mecanismo económico. Simple y sencillamente depende de relaciones de poder.

Lo anterior no quiere decir que las variables económicas no son importantes. Por el contrario. Son mucho más importantes de lo que se piensa cuando se coloca uno los lentes de esta mitología perniciosa que todo lo distorsiona. El saldo fiscal, la inflación, la creación monetaria y el nivel salarial, todo eso merece una atención cuidadosa, sin mitologías y creencias más relacionadas con la brujería que con el pensamiento racional.

Los mitos sobre la economía, que se han ido perpetuando en las escuelas y facultades de economía, se fundieron con las creencias más ingenuas y peligrosas de nuestros tiempos. Quizás esas creencias tienen más que ver con aquellas Forze elementari sobre las que escribió Gramsci en su análisis sobre el fascismo.

Alejandro Nadal. La Jornada


martes, 28 de junio de 2011

Crisis de representación o crisis del Estado ¿Hay salidas?

Profundas preguntas alimentan los debates en un tiempo, el actual, plagado de banalización, traición y corrupción de los poderes constituidos, desconfianza razonable, malestar ciudadano, incertidumbre, desafección y pérdida de sentido: ¿Época de cambios o cambio de época? ¿Crisis económica o crisis del sistema? Voy a plantear una nueva que a mi entender puede ayudar a situar la realidad en que vivimos, que se está construyendo paralela a la ruina de los sueños de la modernidad. Cuando la indignación ciudadana llena calles y plazas exclamando ¡No nos representan!, es preciso preguntarse ¿pueden representarnos nuestros gobiernos? ¿hay una crisis de representación o la crisis ataca los propios fundamentos del Estado?


El Estado vigente, el liberal democrático moderno, fue erigido sobre la premisa del estado árbitro del bienestar general de la comunidad política, que adaptado al contexto económico y social originario del S. XVIII, vendría a ser una primera instancia de regulación mediadora y equilibradora entre el mercado y la sociedad, entre el capital y el trabajo, ello construido en base a una supuesta lealtad social a la comunidad política que los Estados representaban.


Sin embargo esta representación del Estado fue desmitificada durante los siglos XIX y XX por una mayoría de ciudadanos y ciudadanas desposeídos de los derechos que las clases privilegiadas ostentaban. En realidad quedaba patente la esencia del Estado liberal, que, más allá del corpus y declaraciones políticas, estaba sujeto a las reglas del liberalismo económico que hacían prevalecer los intereses de la clase adinerada, sobre la que recaía el poder del Estado. En este sentido, el Estado liberal no es una institución neutral, sino que reproduce la relación de poder de las clases altas y adineradas sobre el resto de la ciudadanía. Es lo que muchos han llamado la función reproductiva del Estado.


Durante dos siglos se dieron revueltas y movimientos sociales que reclamaron y lucharon por la igualdad y justicia social dentro del sistema liberal-capitalista. Estos movimientos emancipatorios consiguieron que después de la 2ª Guerra Mundial el Estado liberal guardián del liberalismo económico, como doctrina que sustenta el sistema capitalista, evolucionara hacia un Estado democrático y social de derecho, en el que los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales proporcionaran un estatus igualitario de ciudadanía a todos los miembros de la sociedad.


El cambio dentro del sistema capitalista hacia este modelo social-democrático de derecho, llevaba aparejada una segunda función del Estado que es la función de legitimación. Esta es paralela al logro de una cierta cohesión social necesaria para la paz social y que lleva al estado a respetar y proveer el estatus de ciudadanía propio del Estado de derecho. El pacto social de post-guerra plasmado en las políticas de concertación entre el Estado y los agentes de representación del trabajo y del capital, los acuerdos de Bretton Woods, las políticas keynesianas adoptadas y la necesidad de re-construir e industrializar el mundo de post-guerra posibilitaron en Europa y América del Norte una época prolongada de crecimiento y bienestar que hacía a algunos pensar que el capitalismo había encontrado su rostro humano.


Sin embargo, como era de esperar, el modelo capitalista basado en el beneficio y la acumulación hizo tope. Ya a partir de finales de los 60 la tasa de ganancia del capital hace tope y se resiente definitivamente con las crisis del petróleo. En este punto el capital empieza a ver el agotamiento del sistema y adoptando políticas económicas de carácter monetarista da un cambio de rumbo en función de maximizar el beneficio.


El llamado modelo de bienestar basado en el pleno empleo y las diversas pensiones y prestaciones públicas, empieza a cuestionarse. Las dos crisis del petróleo provocan recesión y paro, sin embargo un conjunto de medidas estaban ya en la recámara del sistema.


En 1971 Richard Nixon acaba con la paridad dólar-oro, que era una medida que beneficiaba al dólar como moneda dominante, pero que globalmente significaba estabilizar la economía. Cuando se acaba con la paridad, la flotabilidad de las monedas significa inestabilidad y especulación, procesos que habían sido controlados mediante las regulaciones propias de Bretton Woods. Es el principio de la desregulación financiera y posiblemente de la globalización, que ha sido el gran proyecto del capital y que ha significado en principio romper la solidaridad que se dio entre el capital y las fuerzas del trabajo a nivel estatal durante los años “dorados” de post-guerra.


Las teorías neoliberales de Hayek y M.Friedman fueron adoptadas a partir de 1978 por Ronald Reagan y M. Thatcher y ello significó un gran impulso a los conservadores anglosajones y la expansión del neoliberalismo. El problema era el Estado y había que adelgazarlo. Aunque el auténtico problema para ellos no era un Estado que utilizaban para someter a las poblaciones al imperio de la ley aceptando la involución social de sus propuestas, sino el Estado social y democrático de derecho.


Las desreglamentaciones, liberalización de los mercados y privatizaciones pasan a ser pecata minuta de las políticas anglosajonas, mientras en Europa el Estado del bienestar entra en crisis por vía de la saturación de los mercados y el paro que junto a la regresión en las políticas fiscales, supone una crisis fiscal del Estado.


Pero en Europa las políticas de la llamada tercera vía introducidas desde Gran Bretaña por Toni Blair y recogidas por Schroeder en Alemania, introducen, con la etiqueta de social-liberalismo, el neoliberalismo en Europa, que a partir de Mastrich en 1992 va asentándose, haciéndolo definitivamente con la firma del antidemocrático y neoliberal Tratado de Lisboa por parte de los 27 Jefes de estado y de gobierno de los países de la actual Unión Europea.


Todo se desregula en virtud de la maximización de la tasa de ganancia, la circulación de capitales, el control de la banca, las barreras tarifarias y arancelarias, los intereses. El mercado laboral ha de tener como referente la flexiseguridad y para ello también se trata de socabar la negociación colectiva. La independencia de los bancos centrales de los Estados los convierte en aliados de la banca. Las políticas monetaristas tienden a supeditar la lucha contra el paro a la lucha contra la inflación. La fiscalidad se hace cada vez más regresiva, gravando más a las rentas del trabajo que a las del capital y favoreciendo la evasión y el fraude fiscal vía paraísos fiscales.


Todo en función del traslado de las rentas del trabajo hacia el capital, que ya descargado del lastre estatal se mueve alrededor del mundo buscando el máximo beneficio allí donde puede. En 1998 el presidente Clinton abole la ley de Glass-Steagall que mantenía la banca comercial lejos de las frivolidades de la banca de inversión, este significa un hito que ha supuesto la apertura de toda la banca internacional a los procesos de inversión internacional de corte especulativo.


También es patente que el capital deja de invertir los beneficios en el sistema productivo y pasa a alimentar su avaricia con las sustanciosas ganancias que en el corto plazo le proporciona la especulación sobre todo tipo de activos – valores, divisas, bonos hipotecarios, bonos y obligaciones del Estado, mercados de futuros de los alimentos, productos derivados…etc. A los procesos de desposesión propios a nivel histórico del capital sobre la ciudadanía: apropiación, expoliación, explotación de la mano de obra, usura y creación de dinero por la banca, expropiación… hay que añadir con la globalización de los mercados de capital dos procesos que se desarrollan a nivel global y que significan la desvinculación total de los capitales de todo lastre de lealtad a los Estados. Las diferentes carteras de inversión recorren el globo invirtiendo sin escrúpulos allí donde obtienen mayor beneficio. El otro proceso es la opacidad propia de los paraísos fiscales, que impide que los Estados y la justicia internacional puedan seguir el rastro de la delincuencia fiscal y financiera y del crimen organizado. Estos dos procesos, junto a los anteriores, convierten al capitalismo en su fase financiera en un sistema criminal y depredador de la ciudadanía e incompatible con la democracia entendida como libertad, equidad y justicia social.


Pero no solo como libertad, equidad y justicia social, sino como gobierno del pueblo, ya que a la ciudadanía no le es dado sino participar cada 4 años depositando su voto, un voto que a la postre no sirve a la representación de la ciudadanía, ya que el poder tiránico de los mercados han acabado desplazando a los representantes electos de las decisiones importantes, cuando no incorporándolos directamente a su propio proyecto.


Así que tenemos un Estado desposeído en lo social, pero fuerte en los sistemas de intimidación social y que puede utilizar el “legítimo monopolio de la violencia” para defender los ilegítimos intereses del mercado. El Estado cumple en la actualidad bien su función de reproducción, pero su función de legitimación está más que cuestionada y eso es lo que supone de nuevo conflictividad social y cuestionamiento de sus instituciones pretendidamente democráticas.


El Estado Nación ya no significa una base sólida desde la que continuar edificando el edificio de la modernidad, ha sido ninguneado en sus atribuciones y deslegitimado por los ciudadanos. No obstante si echamos una rápida mirada histórica retrospectiva podremos observar como se han ido construyendo y deconstruyendo las unidades políticas: La ciudad- Estado griega, el feudo medieval, las ciudades Estado italianas, el Estado nación moderno; todas estas representaciones obedecen a momentos históricos que han evolucionado hacia nuevas formas sociales y políticas. Hoy la unidad política del Estado Nación ya no responde adecuadamente a las necesidades de su comunidad política, está en un claro proceso de deslegitimación en el momento actual de globalización y la sociedad habrá de buscar nuevos constructos políticos, el Estado Nación no sirve hoy a las necesidades de la ciudadanía democrática.


Es en estos momentos que la ciudadanía se da cuenta que las instituciones y sus servidores no le representan, que representan servilmente a los poderes establecidos y si bien la limitación y ajustes del pingüe Estado social existente no le proporcionan un adecuado estatus de ciudadanía, su deseo de participación activa le imprime el valor para desprenderse de sus miedos y luchar solidaria, no violenta y activamente por el ejercicio de su soberanía en una posible y auténtica democracia. Los métodos no pueden ser otros que la unión y la solidaridad, la resistencia activa, la búsqueda de nuevos procesos de intercambio y la desobediencia civil. Nadie está en su sano juicio si quiere enfrentarse al poder en su campo y especialidad: el uso de la fuerza.


Por otra parte hay que huir como de la peste de antiguos mitos nacionalistas, tanto de las patrias reales, como de las imaginarias. Combatir la actual globalización ha llevado a algunos a hablar de la necesaria des-globalización. Soy de los que piensan que la globalización es un hecho, que es capitalista, pero es un hecho. Lo que hay que plantearse desde el altermundismo es organizar las resistencias a nivel global y re-mundializar social, ambiental y solidariamente. La des-globalización no es posible, y si lo fuera probablemente nos llevaría a un proceso de paulatina re-nacionalización y autarquía, en donde los capitales patrios, alejados de la competencia global por la guerra económica volverían, como no, a optar por la guerra física como medio de conquista y enriquecimiento, la vuelta de los viejos y terribles imperialismos estaría a la vuelta de la esquina.
El mundo se está haciendo multipolar, pero dentro de la competencia. La adscripción a proyectos de modernización exclusivamente nacionales no conduce a ninguna parte. ¿Qué interés podemos tener en que los BRIC se desarrollen y crezcan a un ritmo del 8 al 10 % anual si lo hacen siguiendo modelos económicos y tecnológicos que degradan el medio ambiente o reproducen las desigualdades?. ¿Qué interés podemos tener en haber pasado del G-7 al G-20? Nuestro interés sería recuperar unas Naciones Unidas con competencias en la gobernabilidad mundial y auténticamente democráticas.


Creo firmemente que no hay más remedio que optar por el internacionalismo solidario a ultranza, la ciudadanía global y por un proceso hacia una gobernabilidad mundial. Comencemos por recuperar Europa del secuestro de los grupos financieros y extendamos un modelo social, ecológico y solidario al resto del mundo. Ello solo es posible si desterramos del globo la competencia como factor fundamental de los poderes establecidos para mantener desunida y subyugada a la ciudadanía. Contra la competencia la cooperación entre Estados y solidaridad entre los pueblos.


Las redes cibernéticas y las capacidades actuales permiten realizar este sueño humano de convertirse al fin en especie solidaria consigo mismo y con el planeta. Todas las políticas deben hoy pensarse en función del bien común de la humanidad y lejos del bien particular de naciones, religiones, clases o grupos de poder. La política ha de transcender fronteras y completar el proyecto de modernidad de manera cosmopolita, internacionalista y global. La ciudadanía tiene poder, hemos de globalizar las resistencias, mover las cosas de donde están, somos muchos, somos legión. Luchar por un mundo mejor significa luchar por una Res Pública Global.


Para acabar decir que el proceso de cambio será lento, pero no puede esperar, ahora es el momento de compartir reflexión, sentimientos y sueños, de volver a apasionarnos. Hemos de regenerar profundamente la vida democrática. No solo exigiendo buenas leyes electorales, control del ejercicio del poder y rendición de cuentas, separación real de poderes y sobretodo desvinculación de los poderes económicos. Hemos de exigir una participación real de la ciudadanía en la vida política. A los tres poderes de la democracia liberal les hace falta urgentemente contrastarse con un nuevo cuarto poder que no ha de ser otro que el de la ciudadanía. Lo que hay ya lo conocemos, solo hay un poder, el del dinero.


Pero no caigamos en la vacuidad de considerar que la representación no es necesaria, que los parlamentos y poderes políticos sobran. Que el pueblo puede organizarse por él mismo de forma autogestionada y sin intermediarios o representantes. En un mundo de seis mil millones de habitantes y en donde más de la mitad de la población vive en grandes metrópolis, no podemos seriamente plantearnos que podemos gobernarnos por tribus o clanes por más democráticos que sean.


Lo que hay que cuestionar es el Estado como único poder, el internacionalismo solo conduce a un necesario gobierno mundial, un futuro gobierno del pueblo de toda la Humanidad.

Antonio Fuertes Esteban

Attac Acordem

lunes, 27 de junio de 2011

En camino hacia el 15 de octubre…Próxima parada: Europa y el mundo. #globaldemocracy

http://www.democraciarealya.es/?p=3065

En camino hacia el 15 de octubre…

En España una re-evolución ha comenzado…

Próxima parada: Europa y el mundo. Come on world, get up!

#globaldemocracy

http://www.democraciarealya.es/

domingo, 26 de junio de 2011

El escándalo de los agrocombustibles en los países del Sur

El proceso agroenergético se caracteriza por sobreexplotación del trabajo, desconocimiento de las externalidades, transferencia de fondos públicos al sector privado.

La idea de extender el cultivo de los agrocombustibles en el mundo y particularmente en los países del Sur es desastrosa. Ella forma parte de una perspectiva global de solución a la crisis energética. En los próximos 50 años tendremos que cambiar de ciclo energético, pasando de la energía fósil, que es cada vez más rara, a otras fuentes de energía. En el corto plazo es más fácil utilizar lo que es inmediatamente rentable, es decir los agrocombustibles. Esta solución, al reducirse las posibilidades de inversión y al esperar ganancias rápidas, parece la más requerida a medida que se desarrolla la crisis financiera y económica.

Como siempre, en un proyecto capitalista, se ignora, lo que los economistas llaman, las externalidades, es decir, lo que no entra dentro del cálculo del mercado, para el caso que nos preocupa, los daños ecológicos y sociales. Para contribuir a la solución de la crisis energética con un porcentaje de entre el 25 y el 30% de la demanda, se tendrá que utilizar centenas de millones de hectáreas de tierras cultivables para la producción de agroenergía, en su mayor parte en el Sur, ya que el Norte no dispone de la superficie cultivable suficiente. Se tendrá, igualmente, según ciertas estimaciones, que expulsar de sus tierras a por lo menos 60 millones de campesinos. El precio de estas “externalidades” no pagado por el capital sino por la comunidad y por los individuos, es espantoso.

Los agrocombustibles son producidos bajo la forma de monocultivos, que destruyen la biodiversidad y contaminan los suelos y el agua. Personalmente, he caminado kilómetros en las plantaciones del Chocó, en Colombia, y no he visto ni una ave, ni una mariposa, ni un pez en los ríos, a causa del uso de grandes cantidades de productos químicos, como fertilizantes y plaguicidas. Frente a la crisis hídrica que afecta al planeta, la utilización del agua para producir etanol es irracional. En efecto, para obtener un litro de etanol, a partir del maíz, se utiliza entre 1200 y 3400 litros de agua. La caña de azúcar también necesita enormes cantidades de agua. La contaminación de los suelos y del agua llega a niveles hasta ahora nunca conocidos, creando el fenómeno de “mar muerto” en las desembocaduras de los ríos (20 Km² en la desembocadura del Mississippi, en gran medida causado por la extensión del monocultivo de maíz destinado al etanol). La extensión de estas culturas acarrea una destrucción directa o indirecta (por el desplazamiento de otras actividades agrícolas y ganaderas) de los bosques y selvas que son como pozos de carbono por su capacidad de absorción.

El impacto de los agrocombustibles sobre la crisis alimentaria ha sido comprobado. No solamente su producción entra en conflicto con la producción de alimentos, en un mundo donde, según la FAO, más de mil millones de personas sufren de hambre, sino que también ha sido un elemento importante de la especulación sobre la producción alimentaria de los años 2007 y 2008. Un informe del Banco Mundial afirma que en dos años, el 85% del incremento de los precios de los alimentos que precipitó a más de 100 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (lo que significa hambre), fue influenciado por el desarrollo de la agroenergía. Por esta razón, Jean Ziegler, durante su mandato de Relator Especial de las Naciones Unidas por el Derecho a la Alimentación, calificó los agrocombustibles de “crimen contra la humanidad”, y su sucesor, el belga Olivier De Schutter, ha pedido una moratoria de 5 años para su producción.

La extensión del monocultivo significa también la expulsión de muchos campesinos de sus tierras. En la mayoría de los casos, aquello se realiza por la estafa o la violencia. En países como Colombia e Indonesia, se recurre a las Fuerzas Armadas y a los paramilitares, quienes no dudan en masacrar a los defensores de sus tierras. Miles de comunidades autóctonas, en América Latina, en África y en Asia, son desposeídas de su territorio ancestral. Decenas de millones de campesinos ya han sido desplazados, sobre todo en el Sur, en función del desarrollo de un modo productivista de la producción agrícola y de la concentración de la propiedad de la tierra. El resultado de todo esto es una urbanización salvaje y una presión migratoria tanto interna como internacional.

Es necesario igualmente anotar que el salario de los trabajadores es bien bajo y las condiciones de trabajo generalmente infrahumanas a causa de las exigencias de productividad. La salud de los trabajadores es también afectada gravemente. Durante la sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre las empresas multinacionales europeas en América Latina, realizada paralelamente a la Cumbre europea-latinoamericana, en mayo del 2008, en Lima, fueron presentados muchos casos de niños con malformación, debido a la utilización de productos químicos en el monocultivo de plátano, soya, caña de azúcar y de palmeras.

Decir que los agrocombustibles son una solución para el clima, está igualmente a la moda. Es verdad que la combustión de los motores emite menos anhídrido carbónico en la atmosfera, pero cuando se considera el ciclo completo de la producción de la transformación y de la distribución del producto, el balance es más atenuado. En ciertos casos, se convierte en negativo en relación a la energía fósil.

Si los agrocombustibles no son una solución para el clima, si solo lo son de una manera marginal, para mitigar la crisis energética, y si ellos acarrean importantes consecuencias negativas, tanto sociales como medio ambientales, tenemos el derecho de preguntarnos por qué ellos tienen tanta preferencia. La razón es que a corto y mediano plazo ellos aumentan de manera considerable y rápidamente la tasa de ganancia del capital. Es por esto que las empresas multinacionales del petróleo, del automóvil, de la química y del agronegocio, se interesan al sector. Ellos tienen como socios al capital financiero (George Soros, por ejemplo), los empresarios y los latifundistas locales, herederos de la oligarquía rural. Entonces, la función real de la agroenergía es en la práctica ayudar a una parte del capital a salir de la crisis y a mantener o eventualmente aumentar su capacidad de acumulación.

En efecto, el proceso agroenergético se caracteriza por una sobreexplotación del trabajo, el desconocimiento de las externalidades, la transferencia de fondos públicos hacia el sector privado, permitiendo ganancias rápidas, pero también una hegemonía de las compañías multinacionales y una nueva forma de dependencia del Sur con respecto al Norte. Todo aquello es presentado con la imagen de benefactores de la humanidad ya que producen "energía verde". En lo que concierne a los gobiernos del Sur, ellos ven ahí una fuente de divisas útiles de mantener, entre otros, el nivel de consumo de las clases privilegiadas.

Por lo tanto, la solución es reducir el consumo, sobre todo del Norte e invertir en nuevas tecnologías (solar especialmente). La agroenergía no es un mal en sí y puede aportar soluciones interesantes a nivel local, a condición de respetar la biodiversidad, la calidad de los suelos y del agua, la soberanía alimentaria y la agricultura campesina, es decir, lo contrario de la lógica del capital. En Ecuador, el Presidente Correa ha tenido el coraje de detener la explotación del petróleo de la reserva natural del Yasuni. Esperemos que los gobiernos progresistas de América Latina, de África y de Asia, tengan la misma firmeza. Resistir en el Norte como en el Sur, a la presión de los poderes económicos es un problema político y ético. Por lo tanto, denunciar el escándalo de los agrocombustibles en el Sur se constituye en un deber.

* François Houtart es excatedrático de la Universidad Católica de Lovaina, fundador del Centro Tricontinental y autor del libro: El Escándalo de los Agrocombustibles para el Sur, Ediciones La Tierra y Ruth Casa editorial, Quito, 2011.

http://alainet.org/active/47497


¿ Crisis terminal del capitalismo?

Vengo sosteniendo que la crisis actual del capitalismo es más que coyuntural y estructural. Es terminal. ¿Ha llegado el final del genio del capitalismo para adaptarse siempre a cualquier circunstancia?. Soy consciente de que pocas personas sostienen esta tesis. Dos razones, sin embargo, me llevan a esta interpretación.

La primera es la siguiente: la crisis es terminal porque todos nosotros, pero particularmente el capitalismo, nos hemos saltado los límites de la Tierra. Hemos ocupado, depredando, todo el planeta, deshaciendo su sutil equilibrio y agotando sus bienes y servicios hasta el punto de que no consigue reponer por su cuenta lo que le han secuestrado. Ya a mediados del siglo XIX Karl Marx escribía proféticamente que la tendencia del capital iba en dirección a destruir sus dos fuentes de riqueza y de reproducción: la naturaleza y el trabajo. Es lo que está ocurriendo.

La naturaleza efectivamente se encuentra sometida a un gran estrés, como nunca antes lo estuvo, por lo menos en el último siglo, sin contar las 15 grandes diezmaciones que conoció a lo largo de su historia de más de cuatro mil millones de años. Los fenómenos extremos verificables en todas las regiones y los cambios climáticos, que tienden a un calentamiento global creciente, hablan a favor de la tesis de Marx. ¿Sin naturaleza cómo va a reproducirse el capitalismo? Ha dado con un límite insuperable.

Él capitalismo precariza o prescinde del trabajo. Existe gran desarrollo sin trabajo. El aparato productivo informatizado y robotizado produce más y mejor, con casi ningún trabajo. La consecuencia directa es el desempleo estructural.

Millones de personas no van a ingresar nunca jamás en el mundo del trabajo, ni siquiera como ejército de reserva. El trabajo, de depender del capital, ha pasado a prescindir de él. En España el desempleo alcanza al 20% de la población general, y al 40% de los jóvenes. En Portugal al 12% del país, y al 30% entre los jóvenes. Esto significa una grave crisis social, como la que asola en este momento a Grecia. Se sacrifica a toda la sociedad en nombre de una economía, hecha no para atender las demandas humanas sino para pagar la deuda con los bancos y con el sistema financiero. Marx tiene razón: el trabajo explotado ya no es fuente de riqueza. Lo es la máquina.
La segunda razón está ligada a la crisis humanitaria que el capitalismo está generando. Antes estaba limitada a los países periféricos. Hoy es global y ha alcanzado a los países centrales. No se puede resolver la cuestión económica desmontando la sociedad. Las víctimas, entrelazas por nuevas avenidas de comunicación, resisten, se rebelan y amenazan el orden vigente. Cada vez más personas, especialmente jóvenes, no aceptan la lógica perversa de la economía política capitalista: la dictadura de las finanzas que, vía mercado, somete los Estados a sus intereses, y el rentabilismo de los capitales especulativos que circulan de unas bolsas a otras obteniendo ganancias sin producir absolutamente nada a no ser más dinero para sus rentistas.

Fue el capital mismo el que creó el veneno es el que lo puede matar: al exigir a los trabajadores una formación técnica cada vez mejor para estar a la altura del crecimiento acelerado y de la mayor competitividad, creó involuntariamente personas que piensan. Éstas, lentamente van descubriendo la perversidad del sistema que despelleja a las personas en nombre de una acumulación meramente material, que se muestra sin corazón al exigir más y más eficiencia, hasta el punto de llevar a los trabajadores a un estrés profundo, a la desesperación, y en algunos casos, al suicidio, como ocurre en varios países, y también en Brasil.

Las calles de varios países europeos y árabes, los “indignados” que llenan las plazas de España y de Grecia son expresión de una rebelión contra el sistema político vigente a remolque del mercado y de la lógica del capital. Los jóvenes españoles gritan: «no es una crisis, es un robo». Los ladrones están afincados en Wall Street, en el FMI y en el Banco Central Europeo, es decir, son los sumos sacerdotes del capital globalizado y explotador.

Al agravarse la crisis crecerán en todo el mundo las multitudes que no aguanten más las consecuencias de la superexplotación de sus vidas y de la vida de la Tierra y se rebelen contra este sistema económico que ahora agoniza, no por envejecimiento, sino por la fuerza del veneno y de las contradicciones que ha creado, castigando a la Madre Tierra y afligiendo la vida de sus hijos e hijas.

- Leonardo Boff es Teólogo / Filósofo y autor de Proteger a Terra-cuidar da vida: como evitar o fim do mund, Record 2010.
http://www.alainet.org/active/47555&lang=es

viernes, 24 de junio de 2011

Urgencias alimentarias

¿Qué sucedió con la gripe A? Son ya muchos meses después del tremendo susto, del agotamiento de las mascarillas y la fiebre vacunal. Como es habitual en estos casos, se pasó de jarreadas de información al más absoluto de los silencios, un cóctel que acaba desorientando por completo a la población consumidora. Por ejemplo, ¿recuerdan si dicha gripe estaba originada o no en la producción porcina? Y lo más preocupante, ¿conocemos si se han tomado las medidas apropiadas para evitar situaciones similares? Parece como una película de cine donde te dejan sin conocer quién es el malo y qué se hace con él. Es por esta razón, ahora que la crisis del E.coli empieza amainar, que debemos exigir no sólo mejor información en las fases críticas, sino también un seguimiento completo hasta el final. Hasta que salgan todos los créditos. Veamos.

Respecto a la información, realmente, ¿qué sabemos la población consumidora de este rompecabezas? Pues por mucho que nos esforcemos en leer, preguntar y exigir, la sensación final no deja de ser inquietante. De entrada, y recordando otras crisis alimentarias como las vacas locas o la propia gripe porcina, ¿es proporcionado el nivel de alarma generado? O incluso, ¿qué intereses se esconden detrás de cada alarma? Las vacas locas dieron lugar a un tremendo negocio para la soja transgénica, la gripe porcina fue el rescate público de muchas farmacéuticas… No es que seamos mal pensados, es que hay antecedentes.

Por otro lado, esta crisis alimentaria y la hemeroteca que junto a ella se genera, alimenta nuevas preocupaciones. La bacteria en cuestión, nos han explicado que es resistente a muchos antibióticos, de ahí su malignidad. Esta capacidad de ser inmune frente a los antibióticos, nos ha parecido entender, puede originarse en su hábitat natural, las granjas animales. Allí, para evitar que los animales enfermen, puede darse un abuso de antibióticos que poco a poco va provocando el desarrollo de estas super-bacterias. ¿Lo hemos entendido bien? Es decir, ¿tenemos un sistema de producción de alimentos que degrada el arsenal médico qué tantas vidas ha salvado?

Por último, el dispositivo de control alimentario, eso que llaman ‘la trazabilidad’ ha tenido un gravísimo desliz. Algunas reacciones insisten en que debemos mejorar el sistema de control, otras apuntan a que es el sistema productivo en sí lo que debemos cambiar. Entonces, ¿es un problema de antivirus y cortafuegos que ya no son suficientes y debemos actualizarlos o mejor sería reinstalar de nuevo todo el sistema operativo?

Durante el clímax de la película se acusó a los pepinos españoles, luego a los brotes verdes de soja que parece han vuelto a la rueda de reconocimiento. Pero se siguen oyendo voces de algunos investigadores que recomiendan que se analicen las granjas intensivas de la zona o incluso otros que apuntan a un origen en alguno de los múltiples uso de la E.coli en procesos de laboratorios alimentarios (esta bacteria es una herramienta común en muchas investigaciones, desde la cura del cáncer a la producción de transgénicos). Pero ya aparece el mensaje más peligroso de todos: -el origen, dice Merckel, puede que nunca se sepa. Lo que nos temíamos, película ‘interruptus’.

La confianza que tan a menudo nos reclama la clase política va ligada a la transparencia y ante este caso, otra vez, la población consumidora nos hemos visto sorprendidos por ‘lo que hay detrás’ de nuestros alimentos, cómo se fabrican, qué rutas viajan y quiénes ganan en este monopoly nutritivo; y nos hemos alarmado por los sucesivos cambios en las declaraciones de los responsables y en los titulares de los medios. Quizás todo esto nos pasa, a la simple clase consumidora, por pura ignorancia personal. Pero pareciera que juegan con nosotras.

En cualquier caso hay que hacer una reflexión en profundidad que encontramos a faltar. Una reflexión por parte de todos los actores de este sistema formado por la gente del campo; la distribución, el transporte y el comercio; responsables de controles sanitarios, la administración y también claro, la población consumidora. Estamos todos en el mismo barco pero en camarotes separados. Unos en primera clase, otros en las bodegas. Así que es necesario charlar, pensar y repensar en cómo organizarnos, conocer las características y necesidades de cada sector, para que la confianza y la capacidad de resolver problemas sea la característica de este nuevo modelo alimentario que vamos necesitando. Y esto sí es una urgencia.

Ana Etchenique. Vicepresidenta de CECU. Confederación de Consumidores y Usuarios

Gustavo Duch Guillot. Coordinador de la revista SOBERANÍA ALIMENTARIA, BIODIVERSIDAD Y CULTURAS

Artículo publicado en Junto a la Soberanía Alimentaria

Palabre-ando

martes, 21 de junio de 2011

Comunicado. Reunión Red Europea de ATTAC. Grecia

Reunión Red Europea de ATTAC. Comunicado
Junio 2011. Grecia

Encuentro de Attac Europa en Aegina

Entre los días 17 y 19 de junio, la Red Europea de Attac mantuvo su encuentro semestral en Aegina (Grecia). Los grupos nacionales de Attac expresan su satisfacción por haber tenido la oportunidad de entrar en contacto con el movimiento de resistencia griego, que está organizando intensas protestas contra las políticas de recortes sociales impuestas por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional e implementadas por el gobierno griego.

La Red Europea de Attac expresa su total solidaridad con este movimiento y denuncia que las respuestas políticas que se están dando a la crisis son tan ineficientes como injustas:

- Ineficientes, porque las medidas de austeridad, recortes sociales, privatizaciones y reformas del mercado laboral están causando un aumento del desempleo, un descenso de los ingresos tributarios y un retroceso económico aún más acusado. Esta política recesiva y antisocial ha desatado un ciclo vicioso que destruye la economía real y el consenso social griegos.

- Injustas, porque las políticas están enfocadas a hacer pagar a los ciudadanos una crisis de la que no son responsables. La crisis de la deuda es consecuencia del estancamiento económico y los rescates de los bancos con fondos públicos que siguieron a la crisis de 2008, así como de políticas fiscales neoliberales que han producido una caída de los ingresos como consecuencia de la reducción de impuestos y la evasión fiscal. La falta de regulación de los mercados financieros que permite la especulación sobre la deuda pública por medio de permutas de cobertura por impago (CDS) ha jugado un papel muy importante exacerbando la presión de los mercados.

- El pueblo griego está sufriendo las consecuencias más intensas de la crisis en la Zona Euro, que a su vez es la consecuencia lógica de lagunas fundamentales en la estructura de la eurozona. Los desequilibrios entre los distintos países de la Zona Euro y la deuda generada son la consecuencia estructural de mantener una moneda común con una política monetaria ajena a todo control democrático y enfocada únicamente al control de la inflación, sin transferencias entre regiones de economías tan heterogéneas y sin una armonización de los estándares económicos y sociales.

La dramática situación que se vive en Grecia muestra que las políticas emprendidas para frenar la crisis no han logrado resultado alguno y deben ser redefinidas radicalmente, pero también hacen patente la necesidad urgente de introducir cambios en la orientación de la eurozona. La Red Europea de Attac sugiere propuestas alternativas que abordan los problemas reales:

Remarca la necesidad urgente de reestructurar la deuda de los países con mayor déficit logrando que los bancos –que son en buena parte responsables de la crisis– paguen, y no los ciudadanos. Para ello deben llevarse a cabo auditorías democráticas de la deuda.

A medio y largo plazo, la salida real de la crisis exigirá cambios en la eurozona. Lo primero y más importante es situar la democracia en el centro de los procesos de toma de decisiones, en términos de una coordinación de las políticas económicas orientada a:

- La armonización de salarios y estándares sociales mínimos en el territorio europeo, así como a la implantación de una reforma fiscal europea orientada a la redistribución de la riqueza, la lucha conjunta contra los paraísos fiscales y el establecimiento de una base mínima del impuesto de sociedades común a toda Europa.

- La regulación de los mercados financieros y el sector bancario, incluyendo un sistema bancario que evite la existencia de bancos “demasiado grandes para caer”.

- La reforma del Banco Central Europeo, haciendo posible préstamos directos a los gobiernos. Debe llevarse a cabo un esfuerzo inversor necesario en cuestiones tales como el transporte público, el fomento de sistemas energéticos renovables y seguros, la soberanía alimentaria, la educación pública, los sistemas públicos sanitarios y de cuidados, etc.

- La lucha coordinada contra los paraísos fiscales y la prevención de los ataques especulativos contra ciertos países. Para ello son necesarias, entre otras medidas, la prohibición de la especulación con permutas de cobertura (CDS) y la creación de agencias de calificación públicas bajo control democrático.

A fin de denunciar las causas reales de la crisis, avanzar nuestras alternativas y lograr una mejor coordinación entre las distintas luchas contra las políticas de austeridad predominantes, Attac llevará a cabo distintas actividades, como por ejemplo:

· 24 de junio: Acción de protesta escenificada en Bruselas en el día en que se reúne el Consejo Europeo para decidir sobre el Paquete de Gobernanza Europea.

· Del 9 al 14 de agosto: Academia Europea de Movimientos Cívicos y Sociales en Friburgo (www.ena2011.eu).

· 1 de octubre: Conferencia de Coalition of Resistance (Coalición de Resistencia) en Londres, de la que Attac forma parte.

· 15 de octubre: Se organizará un tribunal sobre la crisi europea en Berlín a fin de inquirir acerca de las auténticas causas de la crisis.

· 3 y 4 de noviembre: Durante las movilizaciones comunes en el marco de la cumbre del G20 en Cannes, se organizará un tribunal enfocado a los problemas globales, que abordará la responsabilidad del sector bancario y financiero, así como del G20 por su complicidad.

· Marzo de 2012: Conferencia Social Conjunta en Bruselas enfocada al desarrollo de propuestas comunes compartidas por los movimientos ciudadanos, sociales y sindicales.

Aegina, 19 de junio de 2011

sábado, 18 de junio de 2011

19-J.Llamamiento a la movilización global

19-J. Llamamiento a la movilización global.
madrid.tomalaplaza.net

Somos los indignados, los anónimos, los sinvoz. Estábamos en silencio pero a la escucha, observando. No para mirar hacia arriba, donde están los que llevan las riendas del mundo, sino a los lados, donde estamos todas y todos, buscando el momento de unirnos.

No nos representan partidos, asociaciones o sindicatos. Tampoco queremos que así sea, porque cada cual se representa a sí mismo. Queremos pensar entre todos cómo crear un mundo donde las personas y la naturaleza estén por encima de intereses económicos.

Queremos idear y construir el mejor de los mundos posibles. Juntos podemos y lo haremos. Sin miedo.

Las primeras chispas prendieron en los países árabes, donde cientos de miles de personas tomaron las plazas y calles recordando a sus gobiernos que ellos son el verdadero poder. Luego fueron los islandeses quienes salieron a las calles para expresarse y decidir su futuro; el pueblo español no tardó en tomar las plazas de barrios, pueblos y ciudades. Ahora la mecha se extiende rápidamente por Francia, Grecia, Portugal, Italia y Turquía, mientras llegan ecos de América y Asia y nuevos focos aparecen cada día por doquier.

Si lo problemas son globales, la revolución será global o no será. Es hora de recuperar nuestros espacios públicos para debatir y construir entre todas y todos el futuro.

El día 19 de junio llamamos a la #Globalrevolution. Llamamos a la ocupación pacífica de las plazas públicas y a la creación de espacios de encuentro, debate y reflexión. Es nuestro deber recuperar el espacio público y decidir juntos el mundo que queremos.

Toma la plaza!!! Toma las calles!!! #Globalrevolution .
People of the World, rise up!!!

takethesquare.net

#takethesquare
#globalrevolution


viernes, 17 de junio de 2011

Las revoluciones contra las vanguardias

Las potentes movilizaciones que atraviesan el mundo están desbordando tanto democracias como dictaduras, regímenes nacidos de elecciones y de golpes de Estado, gobiernos del primer y del tercer mundo. No sólo eso. Desbordan los muros de contención de los partidos socialdemócratas y de izquierda, en sus más diversas variantes. Desbordan también los saberes acumulados por las prácticas emancipatorias en más de un siglo, por lo menos desde la Comuna de París.

Naturalmente, esto produce desconcierto y desconfianza entre las viejas guardias revolucionarias, que reclaman organización más sólida, un programa con objetivos alcanzables y caminos para conseguirlos. En suma, una estrategia y una táctica que pavimenten la unidad de movimientos que estarían condenados al fracaso si persisten en su dispersión e improvisación actuales. Lo dicen a menudo personas que participan en los movimientos y quienes se felicitan de su existencia, pero que no aceptan que puedan marchar por sí mismos sin mediar intervenciones que establezcan cierta orientación y dirección.

Los movimientos en curso cuestionan de raíz la idea de vanguardia, de que es necesaria una organización de especialistas en pensar, planificar y dirigir al movimiento. Esta idea nació, como nos enseña Georges Haupt en La Comuna como símbolo y como ejemplo (Siglo XXI, 1986), con el fracaso de la Comuna. La lectura que hizo una parte sustancial del campo revolucionario fue que la experiencia parisina fracasó por la inexistencia de una dirección: Fue la falta de centralización y de autoridad lo que costó la vida a la Comuna de París, dijo Engels a Bakunin. Lo que en aquel momento era acertado.

Haupt sostiene que del fracaso de la Comuna surgen nuevos temas en el movimiento socialista: el partido y la toma del poder estatal. En la socialdemocracia alemana, el principal partido obrero de la época, se abre paso la idea de que la Comuna de 1871 era un modelo a rechazar, como escribió Bebel pocos años después. La siguiente oleada de revoluciones obreras, que tuvo su punto alto en la revolución rusa de 1917, estuvo marcada a fuego por una teoría de la revolución que había hecho de la organización jerárquica y de especialistas su eje y centro.

En el último medio siglo han sucedido dos nuevas oleadas de los de abajo: las revoluciones de 1968 y las actuales, que probablemente tengan su punto de arranque en los movimientos latinoamericanos contra el neoliberalismo de la década de 1990. En este medio siglo han sucedido, insertos en ambas oleadas, algunos hechos que modifican de raíz aquellos principios: el fracaso del socialismo soviético, la descolonización del tercer mundo y, sobre todo, las revueltas de las mujeres, de los jóvenes y de los obreros. Los tres procesos son tan recientes que muchas veces no reparamos en la profundidad de los cambios que encarnan.

Las mujeres hicieron entrar en crisis el patriarcado, lo que no quiere decir que haya desaparecido, agrietando uno de los núcleos de la dominación. Los jóvenes han desbordado la cultura autoritaria. Los obreros, y las obreras, desarticularon el fordismo. Es evidente que los tres movimientos pertenecen a un mismo proceso que podemos resumir en crisis de la autoridad: del macho, del jerarca y del capataz. En su lugar se instaló un gran desorden que fuerza a los dominadores a encontrar nuevas formas para disciplinar a los de abajo, para imponer un orden cada vez más efímero y menos legítimo, ya que a menudo es simple violencia: machista, estatal, desde arriba.

En paralelo, los de abajo se han apropiado de saberes que antes les eran negados, desde el dominio de la escritura hasta las modernas tecnologías de la comunicación. Lo más importante, empero, es que aprendieron dos hechos enlazados: cómo actúa la dominación y cómo hacer para desarticularla o, cuando menos, neutralizarla. Un siglo atrás eran una exigua minoría los obreros que dominaban tales artes. Las rebeliones, como la que comandó la Comuna, eran fruto de brechas que otros abrían en los muros de dominación. Ahora los de abajo aprendimos a abrir grietas por nosotros mismos, sin depender de la sacrosanta coyuntura revolucionaria, cuyo conocimiento era obra de especialistas que dominaban ciertos saberes abstractos.

En algunas regiones del mundo pobre se produjo la recuperación de saberes ancestrales de los de abajo que habían sido aplastados por el progreso y la modernidad. En este proceso los pueblos indios juegan un papel decisivo, al darle nueva vida a un conjunto de saberes vinculados a la curación, el aprendizaje, la relación con el entorno y también la defensa de las comunidades, o sea la guerra. Ahí están los zapatistas, pero también las comunidades de Bagua, en la selva peruana, y un sinfín de experiencias que muestran que aquellos saberes son válidos para estas resistencias.

Este conjunto de aprendizajes y nuevas capacidades adquiridas en la resistencia ha tornado inservible y poco operativa la existencia de vanguardias, esos grupos que tienen vocación de mandar porque creen saber lo que es mejor para los demás. Ahora, pueblos enteros saben cómo conducirse a sí mismos, con base en el mandar obedeciendo, pero también inspirados por otros principios que hemos podido escuchar y practicar estos años: caminar al paso del más lento, entre todos lo sabemos todo y preguntando caminamos.

Lo anterior no quiere decir que ya no sea necesario organizarnos en colectivos militantes. Sin este tipo de organizaciones y grupos, integrados por activistas o como quiera llamarse a las personas que dedicamos nuestras mejores energías a cambiar el mundo, ese cambio no llegaría jamás, porque no cae nunca del cielo, ni es regalo de caudillos y estadistas esclarecidos. Las revoluciones que estamos viviendo son fruto de esas múltiples energías. Las detonamos entre muchos y muchas. Pero una vez puestas en marcha, la pretensión de dirigirlas a puro mando suele producir resultados opuestos a los deseados.

Raúl Zibechi
La Jornada

lunes, 13 de junio de 2011

19-J. Convocatoria a la movilización global . 19 June Rise up! #Globalrevolution‏


Convocatoria del 19 de junio por diversas redes e idiomas

Somos los indignados, los anónimos, los sinvoz. Estábamos en silencio pero a la escucha, observando. No para mirar hacia arriba, donde están los que llevan las riendas del mundo, sino a los lados, donde estamos todas y todos, buscando el momento de unirnos.

No nos representan partidos, asociaciones o sindicatos. Tampoco queremos que así sea, porque cada cual se representa a sí mismo.Queremos pensar entre todos cómo crear un mundo donde las personas y la naturaleza estén por encima de intereses económicos. Queremos idear y construir el mejor de los mundos posibles. Juntos podemos y lo haremos. Sin miedo.

Las primeras chispas prendieron en los países árabes, donde cientos de miles de personas tomaron las plazas y calles recordando a sus gobiernos que ellos son el verdadero poder. Luego fueron los islandeses quienes salieron a las calles para expresarse y decidir su futuro; el pueblo español no tardó en tomar las plazas de barrios, pueblos y ciudades. Ahora la mecha se extiende rápidamente por Francia, Grecia, Portugal, Italia y Turquía, mientras llegan ecos de América y Asia y nuevos focos aparecen cada día por doquier. Si los problemas son globales, la revolución será global o no será. Es hora de recuperar nuestros espacios públicos para debatir y construir entre todas y todos el futuro.

El día 19 de junio llamamos a la #Globalrevolution. Llamamos a la ocupación pacífica de las plazas públicas y a la creación de espacios de encuentro, debate y reflexión. Es nuestro deber recuperar el espacio público y decidir juntos el mundo que queremos.

Toma la plaza !!! Toma las calles !!! #Globalrevolution .

People of the World, rise up !!!

www.takethesquare.net

#takethesquare

#globalrevolution


jueves, 9 de junio de 2011

Islandia. Que vayan pasando

Llama la atención lo mal que se ha gestionado esta crisis y los escasos responsables que vemos en la cárcel, otros por mucho menos han acabado en Guantánamo con una capucha negra y un traje naranja escuchando rock californiano hasta desfallecer. Por eso es noticia de portada que se juzgue al que fuera primer ministro islandés durante la crisis que en octubre de 2008 provocó el colapso bancario de su país. De Haarde se dice que desoyó los avisos que le llegaban y que metió a Islandia en una grave crisis a sabiendas. Y bien que nos habían vendido Islandia como el milagro del capitalismo moderno, la tierra de provisión, el lugar dónde cualquiera podía hacerse rico.

La defensa de Haarde puede poner en marcha el ventilador de las miserias y de esa manera pasar la responsabilidad en cascada a otros estamentos políticos y financieros. El espectáculo que podemos ver es el de una cuerda de presos saliendo de Wall Street, una fila tan larga como esas fotos aéreas que se toman de la maratón al paso por el puente de Brooklyn. Responsables todos de un desastre mundial que ha muchos ha llevado a la ruina pero a ellos les ha hecho más millonarios. Si Haarde cuenta lo que sabe, con qué banqueros se reunió y qué promesas le dieron, se puede liar una buena. Si Haarde reconoce con qué políticos europeos, y americanos, trató el asunto pues más leña a la hoguera que tiene hambre de leños secos como mentiras arrugadas.

Lo que hace falta es justo eso: que se líe para saber cada uno dónde estamos. Es aquello que decía Groucho: "Disculpe que les llame caballeros pero es que todavía no les conozco". Mucho se habla de los piratas del Índico pero poco sabemos de los piratas que desde su ordenador mandan realizar operaciones que provocan la ruina en escasos segundos, una orden que viaja a la velocidad de la luz. Y a muchos de ellos se les da categoría de autoridad pública y se le rinden honores presidenciales. Por tanto no es descabellado pensar que el juicio a este antiguo dirigente puede ser el primero de otros que puedan venir. Con las cuentas públicas han hecho más trucos que un mago con sus palomas, a veces nos hemos dejado engañar y otras les hemos pillado con el conejo asomando por la chistera. Pero a partir de este juicio nada será igual que antes, se ha acabado la inmunidad del alto cargo. Que vayan pasando esos próceres del beneficio ilimitado y de la expansión del ladrillo feliz porque en el despacho del juez se les espera. Y que no olviden dejarse ni la memoria, ni la vergüenza, en casa porque les va a hacer falta para responder a unas cuestiones que ellos creían muy superadas por sus beneficios.

R. Martínez-Simancas‏
Diario Siglo XXI

lunes, 6 de junio de 2011

G8: un guión previsible

La reciente cumbre del G8 en Deauville, Francia, ha ofrecido pocas novedades. Sus protagonistas se han ceñido fielmente al guión repetitivo de todos sus encuentros previos: retórica democrática y humanitaria vacía de contenido, por un lado, y profundización de las políticas neoliberales, por el otro.

La fidelidad a un guión invariable no ha podido disimular, sin embargo, el debilitamiento progresivo del G8. Su pérdida de protagonismo como instrumento para gestionar el orden mundial en beneficio del G20 es ya incuestionable, como resultado de las reconfiguraciones de la geopolítica y la economía global, el declive de Estados Unidos y la Unión Europea y el ascenso de los países emergentes.

La agenda de Deauville ha estado marcada en particular por las revueltas del mundo árabe, cuyo desarrollo desestabiliza los cimientos de la economía del petróleo y debilita enormemente los mecanismos de dominación imperialistas de la región. El objetivo del G8 no es otro que intentar encauzar los procesos en curso en la dirección menos perjudicial para los intereses occidentales y recuperar la iniciativa a través de la intervención en Libia. En medio de grandes proclamas acerca de su “compromiso para defender las reformas democráticas en todo el mundo y responder a las aspiraciones de libertad” y del anuncio de ayudas económicas de 40.000 millones de dólares, el llamado “compromiso de Deauville” persigue mantener la continuidad de las políticas neoliberales, de los planes de austeridad y del papel del Fondo Monetario Internacional en la región, el impacto social de cuyas recetas es de sobras conocido.

Bajo el shock del accidente de Fukushima, el G8 ha tenido también en su agenda la cuestión nuclear. Detrás de la retórica sobre “promover los niveles más altos de seguridad nuclear en todo el mundo”, y de aumentar la cooperación internacional para reforzar “la cultura de la seguridad en todo el planeta y mejorar la transparencia”, subsiste la firme voluntad de no perjudicar los intereses del lobby nuclear, cuyos planes para relanzar la energía nuclear como alternativa a la crisis del petróleo se han ido al traste tras el accidente japonés. La verborrea sobre la seguridad nuclear esconde, como señala el sociólogo Michael Löwy, que dicha industria “trae la catástrofe como la nube la tormenta”.

En paralelo, a pesar de que la declaración final de la cumbre afirma que “afrontar el cambio climático es una prioridad global”, el G8, siguiendo la estela de las reuniones del COP15 y 16 en Copenhague y Cancún, avala una política de “ecoretoques” cosméticos que rechaza adoptar medidas que incidan en el corazón del actual modelo de producción, distribución y consumo.

El debate sobre internet ha sido otro de los temas estrella en Deauville. Y, de nuevo, el divorcio entre retórica y realidad salta a la vista. La defensa de “internet como instrumento de promoción de los derechos humanos y de la participación democrática en el mundo entero” suena a proclama vacía de contenido a la luz de las políticas concretas impulsadas por los miembros del G8 acerca de la red. La reunión previa a la cumbre entre los jefes de Estado con los gigantes empresariales del sector, el llamado eG8, escenifica la alianza entre gobiernos e intereses privados. Garantizar la red como un espacio libre para la difusión de conocimientos no pasa precisamente por ahí, como bien saben los ciberactivistas.

Aunque no figurara en la agenda oficial, la llegada al viejo continente de los vientos que han electrizado al mundo árabe los últimos meses ha recorrido, también, la cumbre de Deauville. Quizá desde su atalaya, para los líderes del G8, las acampadas en Sol o Plaza Catalunya aún parecen poco significativas, pero sin duda alguna son bien conscientes de la amenaza de que prenda la mecha de la contestación social en una Europa golpeada por los planes de austeridad. Miles de personas se movilizaban en Grecia durante los días de la cumbre, continuando la larga serie de protestas que sacuden al país desde hace meses, pero importando el modelo de ocupación de plazas y acampadas del movimiento en el Estado español. Justo un par de días después del fin del cónclave, varios miles de personas intentaban ocupar y acampar en la plaza de la Bastilla en París. Algo se mueve por abajo.

La “rebelión de los indignados” en el Estado español es la punta del iceberg de un malestar social acumulado que empieza a transformarse en movilización. Una primera sacudida social hacia una previsible nueva oleada de movilizaciones. Lejos de ser un movimiento circunscrito a nuestro país, las crecientes muestras de solidaridad internacional y de intentos de emulación en otros lugares indican que podemos estar ante el inicio de una nueva fase internacional de radicalización y movilización contra las medidas de ajuste. En la memoria de los miembros del G8 debe estar aún el ascenso fulgurante del movimiento antiglobalización hace una década que puso en jaque a las instituciones internacionales. Deauville ha tenido lugar, precisamente, pocos meses antes del décimo aniversario de la histórica cumbre del G8 en Génova, escenario entonces de fuertes movilizaciones que marcaron el momento de máximo apogeo de la contestación social a este antidemocrático club de países ricos.

Al igual que entonces, el gran reto del presente es internacionalizar el renacimiento de la contestación social y coordinar las múltiples voces de la indignación.

*Josep Maria Antentas es profesor de Sociología de la UAB. Esther Vivas es miembro del Centre d’Estudis sobre Moviments Socials (CEMS) de la UPF.
**Artículo publicado en Público, 06/06/2011.

+info: http://esthervivas.wordpress.com

Fuente: Público

viernes, 3 de junio de 2011

Un mundo amurallado

La actual proliferación de barreras para impedir el tránsito de personas ilustra un retroceso en el sueño de un 'mundo global'. Se desnacionaliza la vida económica y a la par se renacionaliza la vida política

La actual pretensión danesa de controlar las fronteras con Alemania y Suecia viene tras los cierres de Francia e Italia, pero resulta aún más inquietante si lo ponemos en relación con una tendencia en el mundo actual a cerrar, impedir el paso y controlar, que responde a la demanda creciente de protección. Desde que en 1989 cae el muro de Berlín, la construcción de nuevos muros se ha multiplicado, como si se tratara de una carrera frenética por hacer frente a una nueva desprotección: entre México y Estados Unidos, en Cisjordania, entre India y Pakistán, entre Irak y Arabia Saudí, entre África del Sur y Zimbabue, entre España y Marruecos (rodeando las ciudades de Ceuta y Melilla), entre Tailandia y Malasia...

¿En qué consisten estos muros? ¿Cuál es su utilidad o el propósito con que se levantan? Estas barreras no están pensadas para impedir el ataque de ejércitos enemigos, sino para impedir el tránsito de personas; quieren hacer frente a fuerzas persistentes y desorganizadas más que a estrategias militares o económicas; son más post-, sub- y transnacionales que internacionales; son una respuesta a los flujos desconectados de las soberanías estatales. Los muros actuales no responden a la lógica de la guerra fría sino que son muros de protección; indican la desconfianza frente al otro, el extranjero, y dicen mucho acerca de las ambigüedades de la globalización. Se dirigen contra el movimiento de bienes y personas que muchas veces no tienen su causa en una invasión exterior sino en la demanda interna: mano de obra, drogas, prostitución...

Un muro no es tanto una cosa material como algo mental que traza una línea de separación entre un "adentro" que se siente amenazado y un "afuera" amenazante, considerado como enemigo, estereotipado, ubicuo y en ocasiones fantasmal. Los muros funcionan como un icono tranquilizador en la medida en que restablecen una distinción nítida entre el interior y el exterior, entre el amigo y el enemigo, que se hace coincidir frecuentemente con las fronteras nacionales. Todos los procesos de guetización participan de esa misma lógica al segmentar la ciudad de una manera invisible, arruinando así su vocación de aproximar a sus habitantes. Las barreras recuperan una modalidad de poder soberano, material y delimitado en un entorno, para algunos inquietante, en el que el poder se presenta como una realidad difusa y débil. Los muros son una respuesta psicosociológica al desdibujamiento de la distinción entre el interior y el exterior, al que acompañan otras distinciones que se han vuelto problemáticas, como la diferencia entre ejército y policía, los criminales y los enemigos, la guerra y el terrorismo, derecho y no-derecho, lo público y lo privado, el interés propio y el interés general.

La construcción de muros no solamente ilustra un retroceso en el sueño de un "mundo global", sino que testimonia unas tendencias subterráneas de la globalización que alimentan el retorno de ciertas formas de "neofeudalización" del mundo. Un mundo en el que son asombrosamente compatibles la integración de la economía global y el aislamiento psicopolítico. Cabría incluso afirmar que la defensa de esta compatibilidad se ha convertido en un objetivo ideológico en esa síntesis de neoliberalismo político y nacionalismo estatal de cierta nueva derecha cuyo proyecto ha sintetizado Saskia Sassen en el doble objetivo de "desnacionalización de la vida económica y renacionalización de la vida política". No vivimos en un mundo ilimitado, sino en la tensión entre una geografía de los mercados abiertos que tiende a abolir las fronteras y una territorialidad de la seguridad nacional que tiende a construirlas. No hay coherencia entre la práctica geoeconómica y la práctica geopolítica que equilibre las diferentes agendas del comercio y de la seguridad.

Sabíamos desde Maquiavelo que las fortalezas suelen ser más perjudiciales que útiles. Los muros proyectan una imagen de jurisdicción y espacio asegurado, una presencia física espectacular que se contradice con los hechos: por lo general no contribuyen a solucionar los conflictos e impiden muy escasamente la circulación. Complican el objetivo, obligan a modificar el itinerario, pero en tanto que prohibiciones de paso suelen ser poco eficaces.

El ejemplo más elocuente de ello lo encontramos en el control de la emigración, que aumenta o disminuye por factores que no están vinculados a la rigidez o porosidad de las fronteras. Hay emigración porque hay un diferencial de oportunidades o, si se prefiere, porque las desigualdades son actualmente percibidas en un contexto global. Cuando se piensa que el establecimiento de barreras es la solución para el incremento del número de los emigrantes y refugiados es porque se ha considerado previamente que la causa de esos desplazamientos era la flexibilidad de las fronteras, lo que es radicalmente falso.

Si no cumplen esa función que se les asigna, entonces ¿para qué sirven esas fronteras que adoptan la forma de muros? Dada su falta de eficacia, lo que hay que preguntarse es cuáles son las necesidades psicológicas que su construcción satisface. Y la respuesta está en la necesidad de limitación y protección de quienes se perciben a sí mismas -muchas veces contra toda evidencia- como "sociedades asediadas" (Bauman). En lo que hace referencia a los muros está claro que aluden inmediatamente a la defensa contra unos asaltantes venidos de un "afuera" caótico, pero sirven como instrumentos de identificación y cohesión, responden al miedo frente a la pérdida de soberanía y a la desaparición de las culturas homogéneas. De esta manera se construye una siniestra equivalencia entre alteridad y hostilidad, lo que es además un error de percepción (la mayor parte de los atentados que se han cometido en EE UU han provenido de terroristas del interior). Y se asienta el prejuicio de que la democracia no puede existir más que en un espacio cerrado y homogéneo.

Así pues, se trata de remedios físicos para problemas psíquicos, de una teatralización con efectos más visuales que reales. Un muro aparenta ofrecer seguridad en un mundo en el que la capacidad de protección del Estado ha disminuido, en el que los sujetos son más vulnerables a las vicisitudes económicas globales y a la violencia transnacional. Todo lo que acompaña a la escenografía rotunda de los muros no son sino gestos políticos destinados a contentar a cierto electorado, a suprimir la imagen de un caos políticamente embarazoso y sustituirla por la de un orden reconfortante. Aunque es imposible muchas veces cerrar completamente las fronteras, es peor dar la impresión de que no se hace nada. Construir una barrera es la mejor manera de no hacer nada dando la impresión de que se hace algo; de este modo se despliega una seductora salva política dirigida contra un conjunto de problemas especialmente complejos, a los que es imposible aportar una solución de corto plazo.

Los muros serían inicuos si se limitaran a dejar sin resolver los problemas que de manera tan simplista pretenden delimitar. Pero no es ese el caso: los muros generan zonas de no-derecho y conflictividad, agravan muchos de los problemas que tratan de resolver, exacerban las hostilidades mutuas, proyectan hacia el exterior los fracasos internos y excluyen toda confrontación con las desigualdades globales. Además, cuando se acentúa ostentativamente la seguridad se provoca al mismo tiempo un sentimiento de inseguridad. Son demasiados daños laterales como para que compensara la débil protección que pueden proporcionar.

Frente a la nostalgia por el orden perdido que clama por límites crispados y barreras de exclusión, la reivindicación de una frontera que comunique, demarque, equilibre y limite puede ser una estrategia razonable para transformar esos espacios de choque, cierre y soberanía en zonas porosas de contacto y comunicación. La alternativa, en cualquier caso, no es entre la frontera y su ausencia, sino entre las fronteras rígidas que siguen colonizando buena parte de nuestro imaginario político y una frontera red que permitiría pensar el mundo contemporáneo como una multiplicidad de espacios que se diferencian y entrecruzan, creando así unos puntos fronterizos que son también puntos de paso y comunicación.

Daniel Innerarity es catedrático de Filosofía Política y Social, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática (www.globernance.com)

Fuente: El País