viernes, 31 de julio de 2009

Los mitos del desarrollo y el hambre

La crisis económica no debe en ningún caso dejar aparcado el problema de la falta de desarrollo que afecta a tantos países y poblaciones, al igual que la plaga que supone el hambre en el mundo. Las quiebras del modelo del capitalismo financiero globalizado y del fundamentalismo de mercado que se han dado con la crisis económica deben servir también como lección para afrontar en el futuro estos dos problemas.

El desarrollo económico se ha encontrado sujeto a las ideas neoliberales que han dominado en el mundo económico en estos últimos años. Tras la debacle producida, espero que el dogmatismo que ha presidido la ciencia económica en los últimos tiempos sea puesto en cuestión, a favor de propuestas diferentes que, aunque de un modo minoritario, sin embargo se han dado desde diferentes enfoques. Ha habido autores que nadando contra corriente han puesto de manifiesto las falsedades que se encerraban en ese fundamentalismo que se preconizaba para los países en desarrollo.

Un ejemplo significativo es el del economista coreano Ha-Joon Chang, profesor de la Universidad de Cambridge, que ha escrito libros interesantes sobre ello. En uno de ellos, realizado en colaboración con Illene Grabel, “Reivindicar el desarrollo” (Intermón, 2006) critica los mitos y realidades que se han difundido, sobre todo, en estas dos últimas décadas. Los mitos que cuestiona son los siguientes:1) Los países que hoy son ricos deben su éxito a un compromiso firme con el mercado. 2) El neoliberalismo funciona. 3) La globalización neoliberal no puede y no debería detenerse. 4) El modelo de capitalismo neoliberal estadounidense representa el ideal que todos los países en vías de desarrollo deberían intentar copiar. 5) El modelo de Asia oriental es idiosincrásico; el angloamericano es universal. 6) Los países en vías de desarrollo necesitan la disciplina de las instituciones internacionales y de las instituciones normativas nacionales políticamente independientes.

Estas críticas, muy bien fundamentadas, adquieren hoy día mayor relevancia que hace unos años ante la quiebra de lo que ha sido la globalización financiera, aunque era algo que también resultaba evidente en los años anteriores. No obstante, las instituciones internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, seguían insistiendo en las bondades del mercado autorregulado. Una ceguera que no sólo ha conducido a la situación presente, sino que ha impedido el desarrollo para muchos países del mundo.

Hablando de mitos, también conviene tener en cuenta el libro colectivo Doce mitos sobre el hambre (Icaria, 2005), en el que igualmente se rebate la tesis que defiende que el libre mercado puede erradicar el hambre o que la respuesta se encuentre en el libre comercio. Además, cuestiona la idea, muy arraigada, de que sencillamente no hay suficiente cantidad de alimentos o que hay demasiadas bocas que alimentar. Tampoco se considera que la respuesta sea la Revolución Verde.

Así es que, disponemos de suficientes estudios solventes críticos con el libre mercado, tanto para alcanzar el desarrollo como para erradicar el hambre. Pero esto y el choque con la realidad no les resulta suficiente a los fundamentalistas de mercado para cambiar sus posiciones. La situación trágica por la que pasa el mundo debe ser suficiente para que se planteen nuevos paradigmas que sean capaces de mejorar las condiciones de vida de gran parte de los ciudadanos que padecen tantas privaciones y miserias. La crisis ha puesto en evidencia las proposiciones fundamentales defendidas por los economistas que han dominado el escenario de las decisiones internacionales y la teoría económica en las últimas décadas.

La crisis y el estado del mundo generan demasiados damnificados, pero a su vez esta situación debe ser una oportunidad para cambiar el modelo de desarrollo imperante. Las propuestas teóricas están ahí, pero chocan con los intereses establecidos y con el pensamiento dominante que se resiste a dar su brazo a torcer ante la tozudez de los hechos. La persistencia en el error no sólo conduce al desprestigio de la ciencia económica tal como se enseña sino, lo que es peor, a generar demasiados perdedores.

Los éxitos de los países asiáticos, en primer lugar de los “dragones” y en los últimos años el despegue espectacular de China e India, han conducido a muchos pensadores y analistas a considerar de modo equivocado que estos se debían a la globalización y a la progresiva liberalización. Pero nada más lejos de la realidad, pues el éxito de estos países, siempre relativo, se ha debido al intervencionismo estatal y no al libre mercado. Hay suficientes estudios que así lo avalan, como el del propio Ha-Jonn Chang, y otros como los de Alice Amsden, Robert Wade y, entre nosotros, de Pablo Bustelo.

En fin, que estamos ante una coyuntura grave, cuya salida requiere de la economía mixta ante el derrumbamiento de lo que fue el socialismo real y la quiebra del capitalismo financiero globalizado.

Carlos Berzosa – Consejo Científico de ATTAC España

Fuente: Sistema Digital

viernes, 24 de julio de 2009

Entrevista a Ricardo G. Zaldívar - Coordinador del Comité Científico de ATTAC España

El coordinador del Consejo Científico de ATTAC España y único delegado de ATTAC en la última conferencia sobre la crisis económica de Naciones Unidas nos cuenta los tiras y aflojas de las negociaciones y se muestra optimista en relación a los avances cosechados.
Los movimientos sociales progresistas y los países más pobres del mundo llevan muchos años luchando por recuperar el debate sobre cómo organizar el sistema económico y financiero mundial, secuestrado desde hace décadas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el G8 y, ahora el G20 (todos ellos con un déficit democrático evidente), y devolverlo al amplio foro de las Naciones Unidas donde están representadas todas las naciones del mundo y, por ende también, en principio, todos los ciudadanos. Esta meta se consiguió en parte a finales del año pasado con la Conferencia de Doha de la ONU sobre financiación para el desarrollo y donde se armó al presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel d'Escoto, con el mandato de iniciar un proceso consultivo al más alto nivel y establecer una comisión de expertos que analizase en los próximos meses las causas y efectos de la crisis financiera que sigue asolando a todo el planeta y que en aquellos momentos estaba en su fase más crítica (o por lo menos, eso es lo que nos dicen los expertos).

Esta comisión estuvo encabezada por el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, y el atrevido informe final que resultó de la misma fue la base para la celebración de una conferencia de jefes de Estado y de Gobierno que se celebró en Nueva York del 24 al 26 de junio. Sin embargo, la cumbre estuvo precedida por las tensiones existentes entre, sobre todo, los Estados Unidos y la Unión Europea, contrarios a discutir estos temas tan delicados en el formato abierto de las Naciones Unidas, y d'Escoto y los expertos de la comisión, decididos a salvaguardar los derechos e intereses del resto de países. Como suele ser habitual en estos casos, la prensa internacional pasó por alto el evento, tachándolo de poco importante. Es por eso que las impresiones de Ricardo García Zaldívar, delegado de ATTAC en la conferencia, adquieren todavía más importancia. Él nos pueda dar una visión privilegiada de lo que ocurrió antes, durante y lo que está pasando después de celebrarse esta cumbre tan polémica y de la que tan poca información se ha podido leer o ver en los medios de comunicación de masas. Pasamos pues a transcribir la entrevista completa.
En primer lugar, Ricardo, creo es que conveniente que nos ofrezcas tus impresiones generales sobre la conferencia. ¿Ha valido la pena ir hasta Nueva York?
RGZ: Cuando el coordinador de ATTAC España me sugirió que era importante asistir a esta conferencia organizada por el presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas debo reconocer que me mostré un poco escéptico. La verdad es que siempre está bien ir a los sitios, pero el esfuerzo que le supone a una organización como ATTAC desplazar a una persona para un tema como este de las Naciones Unidas es un riesgo que a veces sale bien y otras veces sale mal. De todas formas, ahora que ya he ido y he vuelto debo decir que fue una buena idea y ha valido la pena. Creo que es muy interesante que ATTAC esté ahí por dos razones:
Una, porque yo creo la conferencia va a tener trascendencia, a pesar de que en los prolegómenos los países del G20 se han tomado la molestia de tratar de boicotearla. Pero lo que ha resultado es interesante, yo creo que ha abierto una puerta y la ha dejado abierta para que Naciones Unidas se pronuncie sobre temas que aparentemente estaban vetados y controlados por los países ricos, como el tema de la crisis, el tema de la pobreza, más concretamente, la financiación de los pobres. Sí que es verdad que en otras conferencias como la de Monterrey (celebrada en el 2002) se han intentado llevar estos temas a la ONU, pero nunca desde la Asamblea General, el máximo órgano de las Naciones Unidas, siempre desde pequeñas conferencias.
Luego, la otra razón porque la creo que hemos acertado en mandar una persona a la conferencia, es que aquí se está consolidando un paquete de movimientos sociales ligados entorno a la Confederación Sindical Internacional, la CSI, y entorno a ONGs importantes como South Centre que hacen que sea muy interesante estar ahí y participar en lo que se está cociendo dentro de estas organizaciones de la sociedad civil que trabajan con las Naciones Unidas y de las que ATTAC no formaba parte, aunque bien es verdad que Bernard Cassen, cuando se creó ATTAC se tomó la molestia de registrar ATTAC como una organización de la sociedad civil consultiva de Naciones Unidas y eso me sirvió a mí para poder estar presente en la conferencia.
Muy bien, entonces, tras esta primera valoración general, yo creo que es mejor dividir la entrevista en dos puntos. Por un lado está la conferencia en sí y las conclusiones de la misma y por otro el futuro y la posible influencia que puede tener ATTAC dentro del proceso que se está gestando en el seno de las Naciones Unidas. En lo referente al primer punto, ¿cómo viste la tensión evidente entre los países del G20 y el resto de países a la luz de que el G20 parece que quiere monopolizar la gobernanza de las políticas monetarias, financieras y económicas del mundo?
RGZ: Vamos a ver, yo puedo sólo hablar a nivel de feelings, de intuiciones, porque lógicamente no he tenido acceso personal a la información más objetiva. Yo he podido hablar con alguna gente como por ejemplo François Houtart, representante especial del presidente de la Asamblea, d'Escoto, en la comisión de expertos dirigida por Stiglitz, y él me ha dado muchas de la claves de lo que ha pasado entre bastidores. Con esta información algo filtrada, parece que Estados Unidos, Reino Unido, Brasil en cierta forma, y algunos otros países como Holanda e incluso Sudáfrica, han mostrado su inquietud por debatir estos temas tan importantes en la jaula de grillos, siendo la jaula de grillos la Asamblea General de la ONU.
Para muchos la ONU es el Consejo de Seguridad, que trata los temas más importantes, y los temas menos relevantes se debaten en la Asamblea General, donde todos pueden opinar. Sin embargo, cuando Miguel d'Escoto, recogiendo una resolución de la Conferencia de Doha, convoca una conferencia al más alto nivel sobre la crisis financiera y económica y sus impactos sobre el desarrollo ya está apuntando a que la propia Asamblea General meta las narices en un tema que hasta entonces no había tocado, porque era un tema que se tocaba, o en el G20, o en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Entonces, esta es una puerta que abre d'Escoto porque se la dan en bandeja y acto seguido convoca una comisión de expertos, le dice a Stiglitz que la presida, y éste recoge inmediatamente el guante, y con toda su energía y toda su capacidad de movilización, porque no olvidemos que es una autoridad económica (es un premio nobel y es bastante aceptado dentro de los medios académicos), produce un documento, que le podremos poner más o menos pegas, pero es un documento bastante útil para lo que es la pugna entre las Naciones Unidas y el G20 y el Fondo Monetario Internacional. Aquí es cuando ya se encienden todas las señales de alarma, hasta el punto de que el propio co-facilitador holandés, encargado de trasladar el Informe Stiglitz a una propuesta formal del presidente de la Asamblea General de la ONU, en un momento determinado se le rebela al Padre Miguel y le dice que el documento que ha hecho no recoge el sentir mayoritario de los países. A lo que d'Escoto responde que todo lo contrario, lo que no recoge es el sentir de determinados países, pero sí el mayoritario. Esta disputa es un poco la clave de por qué se encienden las señales de alarma. Porque justamente el análisis que presenta d'Escoto, amparándose en el Informe Stiglitz, es un análisis absolutamente impecable de la crisis. Ya no es que han fallado los controladores, ya no es que la avaricia y tal… No, no, el análisis dice: “Señores, los treinta últimos años nos han llevado a esto y esto es muy grave”. Y esto es un poco lo que puedo yo transmitir de lo que se ha vivido en la conferencia, porque determinados países lo tenían muy claro. Por ejemplo, el discurso de 44 minutos de Correa, el presidente de Ecuador, que es de los pocos presidentes que se toma en serio la llamada de d'Escoto y se desplaza a Nueva York (junto con Evo Morales, pero a éste se le estropea el avión y no puede asistir), recoge muchas de las ideas de Stiglitz y las amplía dándoles un contenido político, porque no nos olvidemos que el Informe Stiglitz es un informe técnico.
Todo esto es lo que yo creo que es importante resaltar y es realmente lo que los medios de comunicación internacionales han silenciado absolutamente. Yo estaba en Nueva York, y el New York Times hizo una nota de unas treinta y tantas palabras. El resto de los medios de comunicación no se han referido para nada a la Conferencia de Nueva York, ahí es donde se ve la presión, donde se puede ver el poderío, por así decirlo, del que manda. Pero realmente se lo han tomado en serio, porque insisto, las señales de alarma de los países poderosos se encendieron y estos pusieron toda su maquinaria a trabajar para hacer fracasar el tema.
Pese a esta seriedad de la que hablas, muchas ONGs han criticado duramente la resolución de la Conferencia, diciendo que el documento final está muy diluido y que no pasa de recoger unas vagas recomendaciones que no obligan a nada. ¿Tú también lo ves desde esa óptica un tanto pesimista?
RGZ: Bien, siempre se puede ver la botella media llena o media vacía. Está en la naturaleza humana considerar un pequeño avance como algo insuficiente. Por lo tanto, se puede ver la resolución final como un documento que muestra nuestra debilidad, pero también se puede ver la botella medio llena. Lo que está claro es que ha habido una negociación a cara perro. Lo que realmente se ha intentado, y esto me lo ha dicho Houtart, es que Estados Unidos y Reino Unido no dieran el portazo, como, de hecho, no lo han dado. Al final han suscrito la resolución. La resolución efectivamente es muy light . Cuando se rebeló la comisión que valoró la comunicación que hizo el presidente de la Asamblea General en base al Informe Stiglitz, ahí d'Escoto perdió claramente una batalla. La perdió, además, de forma visible, porque tuvo que cambiar la fecha de la conferencia y además tuvo que presentar un segundo borrador de la resolución cuando ya había sacado el primero. Si se compara el primer borrador con el segundo se puede ver cómo d'Escoto cede en muchos puntos. Y eso no es todo, todavía hay más cesiones entre ese segundo borrador y la resolución final que fue aprobada. Pero en mi opinión, habiendo estado allí, yo creo que ha merecido la pena llevar esa discusión a Naciones Unidas, y a la Asamblea General. Sobre todo espero que se consolide la propuesta de crear un Consejo Económico Mundial, que ha sido la bandera que esta conferencia ha dado a los movimientos sociales y los Gobiernos progresistas.
Aunque hay que decir aquí, que la propuesta del Consejo Económico Mundial no está en la resolución final, lo que creo que es otra derrota.
Sí eso es cierto y reconozco que es un paso atrás, pero aún así, de la misma manera que la Tasa Tobin, propuesta por ATTAC, fue una bandera recogida en su día por el Foro Social Mundial de Porto Alegre, yo creo que esta bandera, esta reivindicación es perfectamente valida, y yo creo que es un tema que va a tener que estar en las siguientes resoluciones. Antes que den por muerta la crisis y que todos volvamos a los viejos y felices tiempos de la especulación, el movimiento de resistencia al neoliberalismo debe coger esta iniciativa como bandera y hacerla efectiva.
¿En qué consistiría entonces este Consejo Económico Mundial?
RGZ: Pues de la misma manera que el Consejo de Seguridad decide cuando una guerra es justa y cuando una guerra es injusta, el Consejo Económico Mundial podría decidir cuando una transnacional o una empresa de recursos o de energía está entrando en un terreno reprobable por Naciones Unidas. Es decir, esto abre muchísimas posibilidades al mandato de Naciones Unidas. Por esto mismo creo que Naciones Unidas puede empezar a jugar un papel importante en los próximos dos o tres años dentro de las reivindicaciones de ATTAC, cosa que no ha sucedido hasta ahora, ya que nos hemos centrado más en temas relacionados con los mercados financieros, la distribución de la renta y los bienes públicos globales sin tocar las Naciones Unidas. Yo creo que el Consejo Económico Mundial puede atraer más interés que los objetivos del Milenio de Naciones Unidas, por ejemplo, que es un tema más marginal, centrado en la reducción de la pobreza y vinculado a otro tipo de ONGs. El Consejo Económico Mundial se refiere ya más a las causas de la pobreza y no a la reducción o los efectos de la misma y en mi opinión es un tema que ATTAC debería trabajar, sobre todo por el interés que ha levantado el Informe Stiglitz.
Stiglitz, que de alguna forma quiere convertirse en el Keynes del siglo XXI, sigue insistiendo en los resultados de la conferencia y hace unas semanas publicó un artículo titulado “La ONU coge las riendas” (que por cierto también ha salido en el diario español El País) y en él vuelve a reincidir en el Consejo Económico Mundial y vuelve a dejar claro que la moneda de reserva mundial que propone su comisión de expertos es un asunto que no le gusta nada a los Estados Unidos. En fin, hay unos elementos ahí que son interesantes para los movimientos sociales y creo que deberíamos aprovecharlos.
En relación a este tema, después de lo que has visto y hablado en Nueva York con otros delegados de otras organizaciones, ¿crees que hay una especie de consenso entre los movimientos de resistencia al neoliberalismo entorno a la propuesta del Consejo Económico Mundial?

RGZ:Yo no me atrevería a decir que hay un consenso, lo que sí digo es que nosotros podemos jugar un papel que antes no teníamos, aunque no sé si se logrará, porque nosotros no tenemos los recursos que tienen otras organizaciones como South Centre o la Confederación Sindical Internacional, que están haciendo un trabajo de convencimiento mucho mayor. Yo no sé si hay un frente unido o no, pero ha habido varias reuniones de los movimientos sociales y a mí me han gustado sobre todo unas intervenciones que fueron muy aplaudidas que decían que la estrategia debería ser doble: hay que trabajar desde dentro, pero también desde fuera (esto me recordó un poco a mis años de lucha anti-franquista cuando el debate era si era conveniente o no entrar en los sindicatos verticales para trabajar desde dentro para cambiar el sistema). No se puede ser purista y decir que las Naciones Unidas ya no son lo que eran y aquí ya sabemos quién manda. Hay que estar trabajando dentro, pero hay que también presionar desde fuera. En este sentido creo que hay bastante consenso. Está claro que hay organizaciones más reformistas y otras más radicales frente al capitalismo y que buscan crear una sociedad post-capitalista. Unos están de acuerdo en que el capitalismo crea riqueza, otros no, pero la cree o no, donde todos estamos de acuerdo es que el capitalismo no distribuye esa riqueza, que el capitalismo es una máquina de generar desigualdades e incrementar la pobreza. Pero está claro que no hay un programa concreto que diga dónde hay que trabajar y qué hay que hacer. De todas formas, mi recomendación a ATTAC España y ATTAC Europa sería que en estos momentos merece la pena estar en el proceso que acaba de iniciar d'Escoto con la ayuda de Stiglitz, que hay que dedicarle recursos y energía para que nuestro discurso llegue, pese e influencie en este espacio que se ha abierto y que antes de la crisis era impensable.
Pues lo dejamos aquí con estás recomendaciones entonces, muchas gracias Ricardo por tus valoraciones y tus comentarios.
Documentos de interés:
Informe Stiglitz (en inglés):
Resolución final de la Conferencia de la ONU (en español):
Discurso de Rafael Correa ante la Asamblea Extraordinaria de la ONU:
Artículo de Joseph Stiglitz: “La ONU coge las riendas” (en español):

Miguel Otero Iglesias, Rebelión

Las falsedades sobre Honduras

A raíz del golpe de Estado ocurrido en Honduras, las derechas –tanto en España como en el extranjero– se han movilizado para explicar (y frecuentemente justificar) tal golpe con el argumento de que, en realidad, casi nadie en Honduras quería al depuesto presidente Zelaya y que muy pocos desean ahora su vuelta a la Presidencia de aquel país. Tal mensaje ha sido ampliamente promovido por autores y medios conservadores y liberales, expresándose en narrativas distintas y con matices diversos con un mensaje prácticamente idéntico. Así, J. Ibarz escribió en La Vanguardia (16-07-09) que “los hondureños no parecen desear el retorno de Zelaya”. La Vanguardia también publicó una entrevista con el cardenal Óscar Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa, en la cual defendía el golpe militar refiriéndose a la falta de apoyo al presidente depuesto que había violado –según él– la Constitución hondureña (12-07-09). Mario Vargas Llosa se refirió también a esta falta de apoyo popular al presidente depuesto en su artículo publicado en El País (12-07-09), en el que criticaba el golpe militar por haber hecho del presidente depuesto un mártir para la opinión internacional, aunque no en la hondureña, donde Zelaya era muy poco popular, con poca gente deseando su regreso.

A nivel internacional, el liberal The Economist (que apoyó la elección de los candidatos republicanos a la Presidencia de EEUU en las últimas cuatro elecciones estadounidenses) promovió la misma visión de los hechos en Honduras, subrayando que el apoyo internacional al presidente depuesto no se reflejaba en la propia Honduras, donde no había habido una protesta por su deposición (04-06-09).Y en EEUU, The Wall Street Journal (cercano a la ultraderecha republicana de EEUU) publicó un artículo en el que, por primera vez, se cuantificaba esta falta de apoyo al presidente Zelaya haciendo referencia a una encuesta Gallup realizada en Honduras que señalaba que nada menos que el 41% de los hondureños estaban a favor del golpe que depuso al presidente Zelaya y sólo un 28% se opuso (10-07-09). Esta información fue distribuida por la agencia Reuters y puesto que esta era la única noticia en la que estadísticamente se podía mostrar el grado de apoyo al golpe y desafecto con el presidente, se convirtió en la referencia utilizada por todos aquellos que deseaban promover tal visión de falta de apoyo popular que explicaba (cuando no justificaba) tal golpe militar. En España, estamos familiarizados con este tipo de argumentos, pues también los utilizaron los golpistas de 1936.

El único problema de esta explicación es que es falsa y los números son erróneos. En realidad, los números eran precisamente contrarios a lo que todos aquellos individuos y agencias habían indicado. El presidente de la compañía de encuestas Gallup, en una entrevista que dio a Voice of America (09-07-09), mostró los datos reales. Indicó que la encuesta realizada por su agencia mostraba que el 46% se oponía al golpe militar que depuso al presidente y sólo un 28% lo apoyó, precisamente al revés de lo que las derechas han citado. The New York Times (10-07-09) sí que publicó aquellas cifras correctamente, como también lo hizo The Associated Press. Hasta hoy, ninguno de los autores, medios o agencias que informaron incorrectamente de los resultados de aquella encuesta ha pedido disculpas por aquel error (o manipulación), ni tampoco han clarificado que era un error. Tampoco es cierto que el presidente Zelaya fuera impopular antes del golpe, tal como han indicado aquellas voces de derechas. Según una encuesta Gallup realizada el 8 de febrero, el 53% de los hondureños tenía una opinión favorable del presidente Zelaya y sólo un 23% la tenía favorable de Micheletti, que lideraba, en la práctica, la oposición al presidente.

Hoy, la mejor prueba de que hay oposición al golpe militar es el propio estado de sitio, enormemente represivo, con completa anulación de las libertades elementales en una democracia, incluida la libertad de prensa. Si hubiera tal apoyo generalizado al gobierno golpista de Micheletti, no se necesitaría tal brutal represión.

Otra justificación que se le ha dado al golpe militar es la necesidad del golpe para impedir la continuación de Zelaya como presidente, lo cual hubiera ocurrido de hacerse el referéndum. Aquí, de nuevo, la falta de veracidad es la norma. En primer lugar, lo que se llama referéndum no era tal. Era una encuesta (la Encuesta de Opinión Pública, Convocatoria de Asamblea Constituyente), que estaba gestionada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El presidente tenía plena autoridad, según la Ley de Participación Ciudadana de 2006, de pedir al INE que realizara tal encuesta. En tal pregunta de la encuesta, no se hacía ninguna referencia a la reelección del presidente. Se pedía a la ciudadanía su opinión sobre la conveniencia de que la Asamblea, que la población elegiría el día de las próximas elecciones en noviembre, se encargaría de escribir una nueva Constitución. La versión actual de la Constitución fue escrita en 1981 y fue aprobada al término de la dictadura militar (que tuteló su preparación), que impuso toda una serie de cláusulas que protegen el enorme poder económico y político de la oligarquía que rige el país, así como de los intereses extranjeros, predominantemente estadounidenses, que han tenido una enorme influencia en la vida económica y política de aquel país (la expresión “república bananera”, utilizada para referirse a un país gobernado en la práctica por una compañía bananera, se utilizó precisamente para definir a Honduras).

La enorme hostilidad de la oligarquía hondureña a que se modificaran tales privilegios garantizados en aquella Constitución fue la causa real del golpe militar. En cuanto a la continuidad de Zelaya en su mandato, el calendario –incluso si se hubiera iniciado el proceso constituyente– impediría que Zelaya continuara, pues el proceso constituyente no es un proceso inmediato y el mandato terminaría cuando se eligiera una nueva Asamblea. Este hecho, como otros, es ignorado en la constante manipulación derechista.

Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España

Artículo publicado en Diario Público

sábado, 18 de julio de 2009

Progresismo y neoliberalismo

Es cierto. Las derechas latinoamericanas han aprendido de errores y fracasos del pasado reciente, están adecuando nuevas tácticas y preparan ofensivas que pretenden retrotraer la situación del continente al periodo anterior a los triunfos populares de comienzos de este siglo. Aspiran a instalar gobiernos conservadores, quitar de enmedio algunos aspectos molestos para la dominación de las elites y dejar el camino libre para cercar y aniquilar a sus verdaderos enemigos: los movimientos sociales populares. La resolución de la crisis en Honduras será una prueba de fuego. La consolidación de los golpistas, como ha señalado Fidel Castro, puede alfombrar el camino a regímenes autoritarios.

Sin embargo, una parte sustancial de los análisis miran en exclusiva sólo una parte del escenario, la que conforman los gobiernos, dejando de lado el hecho decisivo de que han sido y siguen siendo los movimientos de los de abajo los capaces de modificar a fondo la relación de fuerzas. Incluso en Bolivia, donde se han producido los mayores avances en un sentido antineoliberal, ha sido la movilización popular, junto a la decidida acción del gobierno de Evo Morales, la que puso en retirada a la oligarquía de Santa Cruz en septiembre del año pasado. Fue el cerco multitudinario a la ciudad dominada por los fascistas lo que modificó las cosas. No hay cambios profundos sin el concurso de los de abajo organizados en movimientos. Colocar el foco del análisis en los gobiernos supone dejar de lado nada menos que la parte decisiva de la realidad, por lo menos desde una mirada antisistémica.

Por otro lado, parece necesario comprender que la ofensiva de la derecha es consecuencia, en buena medida, de las políticas de esos gobiernos progresistas, de la continuidad y profundización del neoliberalismo, de su incapacidad para torcer el rumbo del modelo de acumulación vigente. La elección de José Mujica como candidato del Frente Amplio en Uruguay es un hecho auspicioso y positivo, pero no debe olvidarse que fue ministro de Ganadería y Agricultura durante cuatro años, un periodo de notable expansión de los monocultivos de soya, libres de impuestos, al contrario de lo que sucede en Argentina. Un mínimo balance de casi una década de progresismo en la región supone abordar por lo menos cinco aspectos.

Uno. Hasta ahora, el progresismo ha sido relativamente exitoso en el rediseño del mapa regional, y muy en particular en la autonomización de Estados Unidos. La creación de la Unasur y del Consejo Sudamericano de Defensa son hechos que afianzan al subcontinente como una fuerza política con voz propia. La creación del Banco del Sur también podría ser parte del mismo proceso, aunque la iniciativa demoró mucho en ponerse en marcha y aún tiene alcances muy limitados. Otros proyectos, como el Gasoducto del Sur, han quedado en el camino. Y se está implementando la IIRSA, la mayor iniciativa de construcción de infraestructura que no hace más que consolidar el libre comercio, generando grandes desigualdades entre países y regiones, con consecuencias muy negativas sobre el medio ambiente y los pueblos indígenas.

Dos. El modelo neoliberal, una vez superada la fase de las privatizaciones, se asienta en la minería a cielo abierto, los monocultivos de soya y caña de azúcar para biocombustibles, y en el complejo forestación-celulosa. Los gobiernos progresistas apoyan con fervor ese modelo y no muestran la menor intención de frenarlo. No sólo el gobierno de Lula, que está permitiendo un avance espectacular de las multinacionales sobre la Amazonia, sino también el ecuatoriano de Rafael Correa, que ha reprimido la protesta indígena y popular contra la minería. Argentina muestra cómo no frenar los monocultivos de soya fortalece a la derecha, que obtiene más poder económico y político. Este es uno de los aspectos más negativos del progresismo.

Tres. Los planes sociales no son conquistas sino nuevas formas de dominación sobre los más pobres, los llamados excluidos o marginados. Alrededor de 100 millones de personas son beneficiarias de planes que alivian la pobreza, 50 millones sólo en Brasil. Son menos pobres, sí, pero no tienen derechos universales sino apenas prestaciones, que las derechas no pretenden cortar porque han mostrado ser beneficiosas para la estabilidad política, toda vez que hacen más difícil la organización de los de abajo. Es cierto que con los gobiernos progresistas la represión es mucho menor que con los gobiernos conservadores, pero en gran medida ello es posible por la cooptación y domesticación que auspician los planes sociales. La desmovilización de abajo beneficia a las derechas.

Cuatro. La fase actual del modelo de acumulación, incluyendo la llamada crisis económica, impone drásticas medidas para cortar en seco la especulación financiera, las fusiones entre megaempresas como la sucedida en Brasil entre Sadia y Perdigao, y el impulso a la organización y la lucha de los de abajo. No puede haber cambios de fondo sin modificar la distribución de la riqueza. Por el contrario, en la mayor parte de los países de la región no se registran cambios en la desigualdad. Un reciente estudio difundido por el Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay reconoce que, pese a los planes sociales y el notable crecimiento económico de los últimos años, disminuyó la pobreza pero la desigualdad es mayor aún que antes de la crisis de 2002.

Cinco. No hay salida del modelo neoliberal sin crisis política y social. Son demasiados los intereses en juego, y no son pocos los aliados de los de arriba entre las clases medias, como para pensar que se puede salir del modelo con paz social, sin una potente lucha de clases como la sostenida por los de abajo en Bolivia y Venezuela. Muchos progresistas en el gobierno le temen a una crisis política y tratan de evitarla. Eludir lo inevitable conduce a la derrota, y no tiene gracia culpar de ello a la impaciencia o inmadurez de los movimientos. Los pueblos amazónicos de Perú y los indígenas de Colombia nos muestran un camino.

Raúl Zibechi. La Jornada